El aro de fuego azul rodeaba al mago oscuro, protegiéndolo de ellos.Grindelwald dirigió su mirada a una alterada bruja llamada Atenea, sonrió de lado y avanzó unos pasos para dirigir su completa atención a esa joven tan conocida para el.
—Pequeña Nea.— Habló el mago oscuro, la mujer sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar el apodo que el solía usar cuando ella era pequeña. —No lucharás contra tu tío, ¿verdad?—
—¿Es tu tío?— Escuchó la voz sorprendida de Jacob en la lejanía seguido de la voz de Newt diciendo no.
—Tienes un gran potencial como bruja, no deberías desperdiciarlo con el bando perdedor.— Grindelwald siguió hablando. —Deberías unirte a mi, pequeña Nea. Juntos podemos luchar contra los sucios muggles.— sonrió levemente.—juntos podemos ganar.—
Atenea frunció su ceño al escuchar sus duras palabras, tal vez estaba en el bando perdedor pero aquel era el correcto, o eso deseaba creer con toda su alma aunque le costara tanto, y definitivamente luego de escuchar su discurso había costado mantenerse en aquel bando, otra guerra se avecinaba, otra guerra provocada por ellos. Parpadeó, los muggles no tenían culpa de nada, a pesar de todo lo malo que ellos alguna vez le hicieron, debía pensar que algunos eran inocentes y buenos. Pero últimamente le costaba tanto y Grindelwald parecía querer sacar provecho de ello.
—No lo escuches.— Newt dijo cerca de ella. Lo sintió moverse para acercarse. Su esposo la tomó del brazo con delicadeza y la atrajo hacia el.
—¿Cuánto daño han hecho esos seres al mundo? Guerras estupidas, violaciones y hambrunas mientras otros comen hasta no poder más.— El mago negó con la cabeza con decepción. —Cuánto daño te han hecho a ti. Tu querido padre murió en esa guerra y a ti te arrancaron a tu hijo de tu lado. ¿Acaso ellos merecen nuestro perdón?—
Sus corazón latió con fuerza y con dolor ante la mención de las mayores tragedias de su vida. Su querido padre, Hades Duhox, había muerto en la Gran Guerra Muggle a manos de un hombre que lo había confundido con un alemán por su acento francés marcado y su cabello rubio. Apuñalado en el corazón sin tener tiempo siquiera de intentar sacar su varita para protegerse, dejando a una esposa y a tres hijos solos y sin su principal pilar.
Y su pequeño hijo de seis años, fruto del amor que ella y Newt se tenían. Había muerto frente a ella hace tan solo un año y ocho meses en uno de sus tantos viajes familiares. En una tienda de un país de Latino America dos muggles habían decidido robar a mano armada, uno tomando al pequeño Phineas de rehén cuando Atenea miraba las extrañas cosas que tenían allí, al hacer un movimiento para sacar su varita, aquel hombre había gatillado el arma quitándole lo más amaba en el mundo.
Había sentido tanta culpa y la depresión la había acogido, había sido un golpe en su vida y en su matrimonio. Hace tan poco habían logrado aprender a vivir con la pérdida de su hijo y ahora el le recordaba lo que había perdido. Sintió las lágrimas picando detrás de sus párpados.