Athena creía que nunca más en su vida vería a Sirius Black.
Estaba más que segura que el no podría salir de Azkaban luego de lo que lo habían acusado de haber hecho, haber contando la ubicación de James, Lily y el pequeño Harry al mismísimo Lord Voldemort, resultando en la muerte de la pareja, y que había asesinado a muggles inocentes junto a uno de sus mejores amigos.
Era algo que ella se había negado a creer durante doce años, buscando siempre en su mente una tonta excusa de porque Sirius Black no lo había hecho. Y al final todo había resultado ser una mentira, había sido Peter Pettigrew el culpable de la caída de sus amigos y novio.
Volver a verlo era algo que jamás había pensado, ni siquiera había pasado por su mente pisar la Mansión Black. El lugar del que Sirius había huido tantos años atrás para ir a parar en los acogedores brazos de los Potter, para no tener que volver a sentir el maltrato de sus padres.
Pero allí estaba ella, luego de más de doce años, parada frente a Grimmuld Place. Mordió su labio con nerviosismo, sentía su corazón acelerado al pensar en ver a su ex novio de nuevo. ¿La reconocería? ¿Como se vería el? Doce años en Azkaban debían hacerte algo, esa isla estaba rodeada de dementores y ellos sólo eran buenos para drenar a las personas de toda felicidad que tengan y las dejarlas con sus peores recuerdos.
Al entrar, el sombrío pasillo le dio la bienvenida a la casa Black, tétrica y oscura. Enseguida Tonks apareció por una puerta y la envolvió en un abrazo cálido, la mujer tenía el cabello corto y de un color rosa brillante y sonreía ampliamente.
—Hola, Athena.— Rio al separarse.
—¿Como estas?— Preguntó la mujer de cabello rubio.
—¡Bien!— Exclamó Tonks. —La mayoría ya está aquí.—
Caminaron por el pasillo hasta el comedor, ella sintió su corazón cada vez más acelerado al saber que Sirius tal vez estaba allí, dentro de él reconoció a varias personas que alzaron su mirada al escuchar las dos voces. Remus fue el primero en levantarse a saludarla con calidez, Moody la saludó con un asentimiento de cabeza y Molly Weasley apareció por la puerta de la cocina al escucharla, la abrazó con fuerza.
—¿Y Alessia?— Le preguntó con el ceño fruncido la pelirroja.
—Está en casa con Michael.— Respondió con una pequeña sonrisa.
—¿Los dejaste allí?— Preguntó Molly escandalizada. —Es peligroso, Athena.—
—Puse un montón de hechizos protectores antes de irme y mi padre está con ellos, Molly.— Sonrió Athena. —No te preocupes.—
La mujer asintió desconfiada y se marchó a la cocina de nuevo, el olor a comida casera ya se olía en el comedor.
—Athena.— Escuchó aquella voz que hacía años no escuchaba.