El ambiente era cálido y hogareño, la música de la radio resonaba en el fondo junto con las risas infantiles de un niñito de apenas dos años y de un hombre adulto que se escuchan en aquella acogedora casa.
—Hice chocolate caliente.— Dijo Ellyn entrando a la sala de estar con una bandeja con tazas en ella y al lado, un plato con galletas.
Sus pasos livianos resonaron contra la madera recién pulida y las risas se detuvieron de a poco pero sin apagar sus sonrisas, el niño rápidamente se separó de su padre, levantándose del suelo para prenderse de la falda de su madre, la mujer rio deteniéndose para no tirar todo en el suelo.
—Mami.— Su vocecita tierna la llamó y sus ojos color miel resplandecientes la miraban con adoración desde abajo.
Su esposo se paró a ayudar a Ellyn, tomando la bandeja, ella rio levemente al ver como su hijo se sentaba frente a la mesa de té con sus manitas moviéndose ansiosamente.
—Gracias, cariño.— Murmuró ella.
El colocó la bandeja en la mesa sacando las tazas y el plato de ella. Rápidamente el niño tomó una galleta para llevarla a su boca. Ellyn agarró las dos tazas más grandes y se sentó en el sofá grande, tendiendo una a su esposo.
El hombre envolvió su brazo a su alrededor y ella se recostó en su pecho cerrando los ojos. Amaba estar así, ellos relajados en el sofá mientras Edward se distraía frente a ellos. Amaba a su familia.
—Es nuestra canción.— Escuchó el susurro de el hombre a su lado.
Ellyn abrió sus ojos y se concentró en escuchar la radio, la música sonaba en un volumen bajo pero igual pudo reconocer la canción, era la primera canción que habían bailado como marido y mujer. El se separó de ella, parándose y avanzando a la radio. Ella rio al ver cómo subía el volumen a casi el máximo.
Su esposo se volteó para verla con una sonrisa y caminó para quitarle ella taza de las manos y colocarla en la mesa junto a la de el. La tomó de la mano estirándola, Ellyn se paró del sofá riendo bajo su aliento, el la atrajo hacia el para llevar un baile sincronizado y elegante. La diferencia de altura era tanta que ella recostó su cabeza en su pecho sin problema, podía escuchar sus tranquilos latidos y podía sentir el calor que irradiaba el cuerpo de el. Levantó su cabeza, corriendo con su mano un mechón enrulado de cabello rubio que se había metido en el camino de sus ojos profundos y grises.
—Te amo.— Murmuró ella mirando sus ojos.
—Yo más, mi amor.
Los ojos color azul de el resplandecían como estrellas, Ellyn tocó su cabello castaño con amor, estaba profundamente enamorada de su marido. El se inclinó para besar sus rosados labios lentamente, en esos momentos ella se sentía en paz, no parecía que había un mago oscuro reclutando personas para lo peor. Ella era feliz en esos instantes. Pronto un par de manos los trató de separar.