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Charlie Weasley se sentía nervioso. El nudo de la corbata parecía no querer quedarse en su lugar y las manos le sudaban.
Era la fiesta de Año Nuevo aquella noche, la segunda de Charlie en aquel lugar, y se realizaría en el salón de la edificación principal del Santuario, sería elegante, así que estaba luchando con su corbata desde hace al menos media hora, y ya estaba atrasado.Minutos después pudo ver en el reflejo del espejo como la corbata mirada quedaba perfectamente acomodada en su cuello. Sonrió complacido. Un toque en la puerta hizo que su sonrisa se borrara y su corazón se acelerara de sobre manera, recordando a quien esperaba, y quien estaba atrasada también.Debía de ser Aurora. Si, luego de un año y cuatro meses trabajando con ella, saliendo en salidas amistosas y riendo a su lado. Había tomado aire y la había invitado a ser su pareja en la fiesta de aquella noche. Ella había aceptado con una sonrisa y le había dicho que ella lo buscaría para ir al salón. Y Charlie no se podía sentir más nervioso, sabía que entre ellos había algo porque podía sentirlo, en cada mirada, en cada roce de manos. Hasta el celoso Leviatan se había dado cuenta, dejándolo abrazar a Aurora frente a él siempre que quisiera.
Charlie tomó aire y avanzó hacia la puerta, al abrirla, la visión de aquella mujer le hizo sonreír como un tonto enamorado. Su vestido era celeste, con un escote que hizo que Charlie se sonrojara levemente, su cabello casi blanco estaba suelto y ondulado, con dos simples trenzas que rodeaban su cabeza. Estaba preciosa.
—Estas preciosa.— Halagó el mago sin poder evitarlo. Aurora sonrió.
—Tu también luces muy bien, Charlie.— Dijo Aurora. —Deberíamos irnos, he llegado un poco tarde.—
Charlie asintió de acuerdo.
El lugar estaba prácticamente irreconocible, el techo estaba decorado con focos de luz flotantes y parecía que había brillos en el aire, las mesas eran de color blanco y los asientos también. Los centro de mesas en dragones que soltaban una pequeña tira de fuego inofensivo y Charlie no pudo evitar reírse por ello.
Su mano estaba en la espalda baja de Aurora, guiándola a través de la gente hacia su grupo de amigos, enseguida los vio. Los chicos reían a carcajadas al lado de la mesa de cosas dulces. Al llegar, todos posaron su mirada en la pareja de amigos. El rubio, Jon, extendió su mano hacia la mujer de cabellos marrones llamada Gloria, ella le entregó dinero. Aurora soltó un ruido ante eso.
—Tenias razón.— Gruñó Gloria hacia Jon, luego miró a los recién llegados.— Luces preciosa, Aurora. Y tu Charlie, es raro verte limpio.— Charlie asintió riendo.
—¡No creí que te animarías a pedirle que viniera contigo!— Exclamó Dave golpeando el hombro de Charlie juguetón. Negó con una sonrisa mientras su mirada se posaba en la rubia. —Este tipo estuvo al menos dos semanas lloriqueando sobre cómo podía pedirte venir con el y las mil maneras en las que podrías rechazarlo.—