Una suave canción salía de la radio muggle inundando todo el apartamento con su dulce y tranquila melodía.
La joven bruja de diecinueve años se arregló su cabello mientras se miraba en el espejo de su tocador que estaba en su habitación, su novio estaba parado frente al espejo de pie tratando de arreglar su corbata, sin éxito.
Sonrió inconscientemente al ver cómo el hacía una mueca de exasperación al notar que de nuevo no le había salido el nudo. Se levantó del banquito del tocador y se arregló las arrugas invisibles de su vestido de verano para luego caminar hacia el. Se colocó delante el viendo su sonrisa nerviosa y tomó entre sus manos la de el, río levemente al ver que temblaban.
—¿Por qué te tiemblan las manos, cariño?— preguntó Cecilie apretando sus manos.
—Estoy algo nervioso.— admitió Fred.—Conocer a tu familia entera...
—No estes nervioso, mi familia te va a adorar.— sonrió la bruja soltando sus manos para llevarlas a su corbata mala hecha. El pelirrojo hizo una mueca.
—Tu hermano ya me odia— dijo mirándola desde su altura.
—Einar no te odia, solo es sobre protector.— dijo Cecilie terminando de hacer el nudo de su corbata.—Te amaran, seguro más de lo que yo te amo a ti.—
—Pero...
—Ya conoces a mi madre y ella te adora.— lo interrumpió.
—Pero tu abuelo...
—Fred, cuando le hables de lo bien que te va en tu tienda a mi abuelo le saldrán corazones de la ojos.— río Cecilie.—Pero si deberás ganarte a Ruth. Es una chiquilla incomparable, o te amará, o te odiará, no hay punto medio.—
Luego de ponerse sus zapatos y de apagar la radio con un movimiento de su varita se aparecieron frente a una bonita casa de dos pisos color blanco con un precioso jardín delantero. Desde afuera ya podían escuchar la música infantil y la risa de niños y de adultos por igual, los invitados del cumpleaños de la hija de su hermano más grande parecían ya haber llegado. La bruja tocó la puerta con delicadeza.
—¡Pero si es la pequeña Ceci!— un hombre exclamó cuando abrió la puerta.
—¡Jon!— sonrió ella y fue envuelta en un fuerte abrazo. Al separarse su hermano miró a un nervioso Fred con una sonrisa.
—Tu debes ser Fred.— palmeó su espalda.—Ceci habla maravillas de ti, igual que mamá.—
—Un gusto conocerte, Jon.— sonrió su novio.
—Bueno, pasen.—Su hermano se hizo a un lado para dejarlo pasar.—Están todos atrás, y no te preocupes si Gabrielle llora al verte, anda muy hormonal.—
La bruja se rio y tomó de la mano a su novio para llevarlo hacia el amplio jardín trasero. Al salir por la puerta abierta de blindex las risas y gritos de la fiesta infantil los envolvieron. Había muchos globos de color violeta brillante flotando en el aire y una mesa llena de dulces a un costado, detrás de la mesa, se leía el nombre Ruth con letras luminosas. Habían niños corriendo por entre los pies de los adultos y unos elfos domésticos sirviendo comida y bebidas. Como había predicho su hermano, Gabrielle, su esposa embarazada, había soltado una buena cantidad de lágrimas al verla y había abrazado con fuerza a Fred, luego de unos momentos de calmó más y mientras la bruja de cabellos rubios se secaba sus lágrimas fueron abordados por un muchacho de cabello negro azabache.