george weasley

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Athisa Aldrich creía que si evitaba lo más posible a los gemelos Weasley, ellos dejarian de molestarla y jugarle sus sucias bromas

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Athisa Aldrich creía que si evitaba lo más posible a los gemelos Weasley, ellos dejarian de molestarla y jugarle sus sucias bromas.

Pero a pesar de que hacía todo lo posible para esconderse y evitarlos en los pasillos de Hogwarts, ambos pelirrojos siempre aparecían ante ella listos para jugarle una broma o para molestarla.

La joven bruja estaba realmente harta de ese par, no sabía si ellos enfocaban sus bromas solo a ella por ser la ex novia de George, ser de la casa rival, Slytherin, o porque su familia no se llevaba muy bien con los Weasley.

Athisa creía que era por todas esas razones y estaba tan cansada de la actitud infantil que ese par podía tener.

El día en que la rubia definitivamente se cansó fue en una mañana de un miércoles muy nublado, el cielo estaba cubierto por nubes grises a punto de soltar gotas de agua pero de igual manera la bruja se encontraba en el patio junto con una compañera de Slytherin, estaba feliz y sonriente.

Athisa le estaba mostrando a  su mejor amiga algo muy importante para ella, un libro azul marino combinado con un celeste, que a la vista parecía sin importancia, pero para el padre de ella, Altair Aldrich, aquel libro era muy importante, su difunta esposa lo había escrito para el y su hija antes de fallecer. El padre de Athisa creía que era tiempo de que ella lo lea y se lo había regalado en su cumpleaños.

—Madre siempre dijo que escribiría una historia para nosotros, debo decir que nunca lo creí— Dijo sonriendo fascinada mientras miraba el libro entre sus delicadas y pequeñas manos.

—Tu madre seguro era una excelente escritora.— Grace le dio una pequeña sonrisa.

Pronto la amplia y blanca sonrisa de Athisa se vio convertida en una mueca de sorpresa y Grace soltó un gritito echándose para atrás. De repente, se encontraba cubierta de una sustancia pegajosa, de mal olor y verde, a lo lejos ambas chicas escucharon dos risas sumamente conocidas.

Pero la rubia ignoro las risas y vio entre sus manos, cubiertas de esa asqueroza sustancia que empezaba a picarle la piel, el libro azul, desesperada buscó su varita en su bolso, y al encontrarla apuntó al libro con determinación.

—¡Scourgify!— dijo, nada sucedió.—¡Scourgify! ¡S-Scourgify!— sus ojos se le llenaron de lágrimas.—¡Scourgify!—

Tergeo.—su amiga dijo apuntando el libro con su varita de ébano, pero el libro permaneció sucio, pronto la rubia sintió que la tapa se ablandaba, como si se estuviera deshaciendo.—¡Tergeo!—

—Grace, se está deshaciendo.—lloriqueó Athisa.—¡Skurge!—

Al ver que nada sucedía y el libro cada vez se ablandaba más, dejó caer las lagrimas que yacían en sus ojos marrones. La muchacha tocó el libro y sollozó al notar que la tapa se rompía.

—Athisa, tranquila— trató de calmarla Grace.

La bruja quiso abrazarla pero no lo hizo al ver que sustancia verde le empezó a poner roja la piel a la rubia y había derretido el libro. Athisa solo respondió con un sollozo, gruesas lagrimas saladas bajando por sus palidas mejillas, borrando a su paso lo verde de su rostro.

A lo lejos, George Weasley pensó si tal vez está vez se habían pasado, la Aldrich nunca había llorado por un broma de ellos, nunca había llorado para ser sinceros, siquiera cuando el terminó con ella hace unos meses. George al instante se arrepintió de la broma al ver como la rubia temblaba y sollozaba mirando en sus manos un libro destrozado por la sustancia que el había creado junto a su hermano.

El no la odiaba, no. El bien sabía que seguía sintiendo cosas por ella a pesar de haber terminado con ella por los rumores de que ella adoptaría la marca tenebrosa, de que se había unido a los mortifagos como lo había hecho su familia hace tanto tiempo.

Tal vez le hacia bromas porque estaba molesto con ella, molesto de que ella no hubiera tratado de que el la creyera cuando dijo que los rumores no eran ciertos. Ella había lucido decepcionada de que no la creyera y no intentó convencerlo de nuevo, marchándose con una mueca de decepción y la cabeza en alto.

De repetente Athisa dejó de sollozar y se limpió sus lagrimas con sus manos, se paró con rapidez y caminó furiosa hacia los gemelos, sin importarle que los pocos alumnos que se encontraban en los jardines la miraran con atención por estar cubierta de algo verde y por el raro color rojo que tenía su piel.

—¡Son unos idiotas! ¡No tienen idea de cuanto los odio! Aguante sus estupideces por mucho tiempo, pero está vez fueron al limite, destruyeron algo importante para mi. Espero que se den cuenta que son unos imbéciles de primera—Siseó furiosa, se detuvo para tomar aire y continuó gritándoles a los estáticos gemelos —Si siguen siendo así nadie los querrá. Y tú George Weasley, se que eres tu el que siempre planea hacerme las bromas, eres un imbécil que no soportas ver a su ex novia feliz y sin llorar por ti. Vas a arrepentirte de molestarme y destruirme, porque me haz destruido, pedazo a pedazo, lo haz hecho—

Todos miraban atentos y escuchaban sin perderse nada, lucían sorprendidos y confundidos. ¿Una Aldrich y un Weasley? Eso no se lo esperaban. Ni siquiera se hubieran imaginado que esos dos habían sido pareja.

Fred miró preocupado a George, el cual se encontraba mirando tristemente a Athisa, sin siquiera percatarse la chica les había lanzado un calvario silencioso. Athisa esperaba que durara mucho.

Si siquiera había quedado algún rastro de cariño de Athisa hacía George, en el momento en que le jugaron esa broma, el cariño se fue.

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