El ambiente usualmente cálido y familiar de la madriguera se sentía realmente tenso.
La matriarca Weasley estaba atendiendo a uno de sus hijos heridos, George estaba recostado en el sofá, en el lugar donde debía estar su oreja sólo había sangre, su hermano gemelo estaba cerca de el, lleno de preocupación mientras todos a su alrededor estaban agotados o consternados. Aún no llegaban todos.
La puerta fue abierta por Bill Weasley, entró soltando un suspiro con Desire Diggory detrás de él. Con su mirada buscó a alguien por la habitación pero al toparse con su hermano tendido en el sofá abrió sus ojos como platos en preocupación.
—George.— Murmuró preocupado.
—No te acerques, Bill.— Dijo su madre con dureza. —Estoy curando a tu hermano.—
—¿Estará bien?
—Con una oreja menos.— Asintió Molly, sus ojos maternales miraron a George. —Pero mi niño estará bien.—
—Ojoloco está muerto.— dijo Bill hacia su padre. Quien asintió lentamente.
—Cuando lleguen todos les diremos.
El hombre asintió lentamente y volvió a mirar a su alrededor, buscando a alguien en específico, frunció su ceño con preocupación. Volvió a recorrer la mirada por la habitación, al no encontrar a quien buscaba, habló.
—¿Donde está Perséfone?— Preguntó Bill a todos, miró a su madre alterado. —Mamá, ¿y Perséfone? Ella tenía que llegar antes que nosotros.—
—Aún no llegó, cariño.— Negó ella con cierta preocupación en su tono de voz. El pelirrojo jadeó preocupado. —Mi niño, tranquilo. Ya llegará.—
Un ruido de escuchó fuera de la casa, Bill miró la puerta con atención. Su novia debía de haber llegado mucho antes que el, ¿y si le había sucedido algo? Por Merlin, jamás se lo perdonaría.
Por la puerta entró Thomas, el compañero de Perséfone. Tenía una gran cortadura en su brazo derecho y un ojo morado, detrás de él no entró nadie. Bill sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante lo que podría significar su ausencia.
—¿Donde está mi novia, Thomas?— Preguntó tratando de mantener la calma.
—P-Perséfone y yo nos separamos.— Masculló el hombre. —Unos mortifagos nos interceptaron, en la pelea nos separamos y no la vi más.—
La sangre comenzó a hervirle, el pelirrojo avanzó hacia el estrellándolo contra la pared, el hombre jadeó asustado. El debía cuidarla, ellos debían cuidarse entre ellos. Ella podía estar herida o muerta y el la había dejado atrás.
—¿Donde está mi novia, idiota?— Siseó enojado. —¿La dejaste atrás para salvarte tu?—
—¡Bill, déjalo!— Arthur lo tomó de su brazo para separarlo del castaño, Bill soltó la camisa del hombre, se sacudió separándose de su padre. —Desire, verifica que en realidad sea Thomas.—