Después de la Cuarta Guerra Mundial Ninja, Naruto, Sasuke y Sakura viajan al pasado. Pero no precisamente a la época de su niñez, sino mucho antes.
Entra y descubre esta fantástica aventura.
Todos los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, pero...
Horas después, se encontraron Minato, Sakura y Sasuke en el despacho del Hokage. Minato estaba preocupado por su mujer y sabía que aquel chico rubio tenía que ver con el estado de Kushina. Irritado y asustado, reclamaba saber qué había pasado y qué relación tenían aquellos dos. En la sala, los cuatro mantenían un incómodo silencio.
—¿Puedo enterarme ya?—preguntó Minato con rabia.
Hiruzen asintió sin mucho que decir y, con un solo gesto permitió que los chicos hablaran. Sasuke se ofreció voluntario para hablar. No por nada estaban con el Hokage. Si querían decir la verdad, necesitaban pedir permiso.
—Nosotros tres no somos de este tiempo, Minato-san. Llegamos aquí hace ya un mes, tras ser absorbidos por un jutsu espacio-tiempo muy poderoso que nos llevó 20 años atrás. Le mentimos con respecto a nuestros nombres ya que era prudencial que nadie nos relacionara en el caso de que conocieran a nuestro yo de este tiempo dentro de unos años.
Minato seguía en silencio, escuchando cada palabra que el Uchiha decía. Incluso Hiruzen mantenía un oído puesto esperando nueva información. Sasuke, suponiendo que el rubio quería que siguiera, continuó hablando.
—Ella es Sakura Haruno, él es Naruto Uzumaki y yo Sasuke Uchiha. El hecho de que Kushina-san y Naruto se hayan vuelto en este embrollo es porque... ambos son Jinchuriki del Kyubi.
La sorpresa de Minato y de Hiruzen no se hizo esperar. Ambos estaban completamente descolocados con la nueva información obtenida. En sus mentes no paraban de surgir conflictos que podrían ocurrir si esta información llegaba a malas manos. Cada vez, Minato se ponía más nervioso y no podía evitarlo. Tenía una ligera sospecha de quién era el rubio y su corazón no dejaba de bombear con fuerza.
—¿Qué relación tiene ese Naruto Uzumaki con Kushina?—preguntó.
—Naruto... es vuestro hijo—confesó al final, corroborando las sospechas del rubio.
Sin poder evitarlo, Minato se apoyó en la mesa, intentando asimilar todo lo que le habían dicho. ¿Cómo era aquello posible? No podía ser cierto. Sakura, preocupada por él, revisó que estuviera bien y que no le diera algún infarto sorpresa por la información recibida. El rubio no dejaba de dar vueltas, pensando en cómo había podido su hijo llegar a aquella situación. ¿Por qué no tenía su apellido? ¿Cómo había permitido que Naruto fuera el Jinchuriki? ¿Qué había pasado con Kushina?
—Sé que tiene muchas preguntas, pero no es momento de responderlas, Minato-san. Además, esto tiene que quedar en completo secreto en estas cuatro paredes. Sólo Naruto se mantendrá informado de las novedades—declaró Sasuke con seguridad.
Minato asintió, notando que empezaba a recuperarse del shock. Agradeció a Sakura por la preocupación y se sentó en el sofá que adornaba la oficina. El silencio volvió a aparecer, haciendo más incómoda la situación. Pero sin necesidad de palabras, acordaron dejar el tema ahí y visitar a los dos bellos durmientes.
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