Capítulo 40: Naruto

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Era un hermoso día. Soleado, algunas blancas nubes surcaban el cielo y los pájaros piaban alegres. Sin embargo, para algunas personas, no era tan hermoso. Aquel 10 de octubre, Kushina se preparaba para el parto, pero también para aceptar que Naruto se iría para siempre.

Caminó hasta el hospital, dispuesta a ver a Naruto una última vez, ya que los preparativos del parto eran bien complicados, sobre todo para ella, que era Jinchuriki. Subió por las escaleras, ayudada de Kakashi, que la acompañaba en silencio, y entraron a la habitación del rubio.

Naruto se encontraba durmiendo tranquilamente, aunque por sus ojeras bajo los ojos y su palidez, cualquiera pensaría que estaba inconsciente. La pelirroja, al verlo tan tranquilo a pesar de que llevaba días quejándose por el dolor que se extendía por todo su cuerpo, quiso dejarlo descansar, pero la débil voz del Uzumaki los paró.

—Mamá...—la llamó y Kushina dio la vuelta, acercándose al rubio.

—Hola, cariño. ¿Cómo te encuentras? ¿Has descansado algo?

—Estoy bien, dattebayo...—susurró con una sonrisa.

Kushina suspiró y, se sentó en la silla que acompañaba a la camilla. Agarró su mano delicadamente y la acarició con parsimonia. Kakashi se retiró dejándolos solos, cuando la puerta volvió a abrirse, dejando ver a Minato, también con ojeras bajo sus ojos, de no poder dormir.

—¿Cómo estáis?—preguntó serio.

—Tengo sentimientos contradictorios, dattebane...—habló Kushina con una mueca y ojos llorosos—. Por un lado quiero tener al pequeño entre mis brazos, pero por otro... no quiero que Naruto muera... no así.

El Namikaze colocó su mano en el hombro de la pelirroja y Naruto acarició de vuelta la mano de su madre.

—No te preocupes, mamá. Ahora sólo debes pensar en mini Naruto—sonrió para consolar a la Uzumaki.

—Aun así...

Naruto creó un puño con su otra mano y lo dirigió hacia Kushina. La pelirroja, al verlo, hizo lo mismo, uniendo ambos y se pudieron ver en el subconsciente. Allí dentro, Kushina pudo abrazar a Naruto con fuerza, sin el bebé de por medio a riesgo de que se sintiera mal. El Kurama de Kushina, que se mostraba presente, vio la escena con tristeza. 

Sin embargo, el bijuu oyó una voz. Más concretamente, la suya. Se extrañó por eso, pero la escuchó: "Dile a Naruto que aún le queda mi chakra. Aunque sea poco, puede aguantar hasta el final, yo lo ayudaré a seguir vivo hasta que no dé más de mí". Sorprendido, observó a los dos Uzumaki y carraspeó.

—Naruto—lo llamó, recibiendo la atención de ambos—. Acabo de escuchar a mi contraparte que está en tu cuerpo. Aún te queda su chakra y puedes aguantar. Él te ayudará en lo que pueda.

El rubio abrió los ojos a más no poder, pero se alegró porque Kurama aún estuviera en su interior. Aunque no pudiera escucharlo, saber que aún seguía ahí, a su lado, le daba algunos ánimos. Él asintió y luego miró al bijuu.

—Kurama... Sé que ahora mismo, sigues sin fiarte de los ninjas... Sólo quería decirte, que a pesar de que algunos solo buscan poder, personas humildes como Kushina no utilizarían a otra persona para ello—comentó, sorprendiendo a la pelirroja—. Ella no quiere que lo pases mal, ninguno de nosotros queremos que estés aquí encerrado. Pero también puedes ayudar. Demostrar al mundo que pueden confiar en ti. Por ello, esta noche... si algo pasara... me gustaría que ayudaras a mis padres y al bebé, porque sé que ellos serán tu segunda familia.

El bijuu sopesaba las palabras de Naruto. No podía negar que lo habían emocionado y lo habían dejado pensativo, pero no quería demostrar sus sentimientos. Aun así, desde la mente de la pelirroja había podido pasar por todo lo que había ocurrido en aquel tiempo. Había hablado varias veces con su contraparte y éste le había asegurado que podía confiar en ellos.

LOS VIAJEROS DEL TIEMPO (Viaje al Pasado) #ShippudenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora