7.

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_Especial Yoonmin_

Cada día, mi vida se sentía como un eco de la monotonía. Era un ciclo interminable: despertarme en un apartamento vacío, sentir la presión de las expectativas familiares y arrastrar un peso que no quería cargar. Mis padres eran estrictos, y a pesar de que siempre intentaron lo mejor para mí, no pude evitar rebelarme contra su visión. Así que, decidí mudarme con Namjoon, mi mejor amigo, buscando libertad y un poco de locura en un mundo que parecía tan predecible.

Namjoon tenía tres años más que yo y estaba totalmente absorto en la empresa familiar. Yo, por otro lado, me sumergía en la música, como un faro de esperanza en medio de la tormenta de mi vida. Era un rebelde, pero también un soñador. Esa mañana, la alarma sonó y, por alguna razón, ignoré su llamada. Me quedé despierto hasta tarde la noche anterior, trabajando en una melodía que había capturado mi corazón. Cuando finalmente me levanté, mi mente seguía anclada a la música.

Después de vestirme rápidamente, salí de casa, saltándome el desayuno. Mi destino habitual era la cafetería MOON, un lugar donde el aroma del café recién hecho y los pastelillos frescos creaban un ambiente acogedor. Cuando entré, el bullicio familiar me recibió, pero mi atención se centró en algo—o más bien alguien—que me dejó sin aliento.

Él estaba allí, detrás de la barra, con su cabello rosado brillando bajo la luz del sol. Cuando levantó la vista y nuestros ojos se encontraron, un cosquilleo recorrió mi cuerpo. Su sonrisa era como un rayo de luz en mi día nublado, y mi corazón empezó a latir con una intensidad que nunca había sentido.

—¿Puedo tomar su orden? —preguntó, su voz suave como un susurro que llenaba el aire.

Me quedé paralizado por un momento, perdido en su mirada. Finalmente, logré formular palabras.

—Un expreso y una torta de fresas, por favor...

Cuando me entregó el ticket, la tentación me hizo preguntar:

—¿Podrías darme tu número?

Su risa fue como música para mis oídos, pero lo que vino después me sorprendió. Un chico rubio que estaba a su lado intervino, golpeándome juguetonamente con el ticket en la cara.

—Eso dolió, joder... —dije, medio en broma, mientras sentía que la humillación subía por mis mejillas.

—Eso pasa cuando intentas sobrepasarte con mi Jiminnie, estúpido —dijo el rubio, entregándome mi expreso.

Mi corazón se hundió un poco al darme cuenta de que Jimin tenía alguien más cerca. Aún así, mi deseo por volver a verlo creció como una llama indomable. Cada día que pasaba, mi mente se aferraba a la imagen de su sonrisa, su fragancia de fresas que aún permanecía en el aire.

Los días se convirtieron en semanas, y aunque no lo sabía, mi vida empezaba a girar en torno a Jimin. Un día, mientras caminaba por el pasillo de la universidad, me encontré con él nuevamente. Estaba con la gorra que hacía que su cabello rosado brillara aún más. Sin pensarlo, lo llamé.

—¡Tú! ¡El pervertido del café!

Su expresión de sorpresa se transformó rápidamente en una mueca desafiante.

—¿Yo? —respondió, arqueando una ceja—. Solo fue una broma, no creas que eres tan guapo como para que te dé mi número.

Sus palabras, aunque provocativas, estaban llenas de un aire de diversión. Sentí un impulso de desafiarlo, de jugar a este nuevo juego que había comenzado entre nosotros.

—Ni que fueras tan atractivo para pedírmelo, mocoso engreído —le respondí, notando cómo sus ojos se iluminaron con una chispa de desafío.

—Bueno, me tengo que ir a mi clase de leyes, así que adiós, pervertido... —dijo, y vi cómo se alejaba, su figura desapareciendo entre la multitud.

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora