6.

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Ya estábamos en aquella hermosa playa de Hawái, el sol brillando intensamente sobre el océano azul. Sin embargo, la vista deslumbrante y el suave murmullo de las olas no podían distraerme de la tormenta emocional que se desataba dentro de mí. La vida, que alguna vez había parecido tan prometedora, ahora se sentía como un laberinto sin salida.

¿Cómo llegué a Hawái? Esa pregunta resonaba en mi mente, pero la respuesta no traía consuelo. Todo había comenzado cuando omma Jimin ganó un sorteo en su tienda de belleza favorita. Ella, siempre tan apasionada por el maquillaje, había estado emocionada, sin saber que ese viaje nos llevaría a este momento tan doloroso. Había pasado ya tres años desde mi primer celo, un evento que debería haber sido una celebración, pero que se había transformado en un recordatorio de lo que había perdido.

La pérdida de mi mejor amigo, Kim Taehyung, me pesaba como una losa en el corazón. Aunque intentara dejar que las cosas fluyeran, el dolor seguía intacto, como una herida abierta que nunca sanaría.

-Kookie, deberías salir de ese cuarto y venir a la sala a comer -la voz de Jimin me sacó de mis pensamientos. Ella entró con una camisa de flores y un short negro, pero su mirada se tornó preocupada al notar mis lágrimas-. ¿Por qué estás llorando?

Llevé mis manos a las mejillas, sintiendo la humedad que se deslizaba por mi piel. Mis dedos estaban fríos en comparación con el calor que invadía mi pecho. Cada vez que pensaba en Tae, un torrente de emociones me asaltaba, y en ese momento, no podía evitar que las lágrimas cayeran.

-¿Estás bien? ¿Pasa algo? ¿Te duele otra vez? ¿Acaso viene tu hora de celo? -preguntó Jimin, su preocupación palpable en el aire.

Bajé la vista, el peso de sus preguntas me abrumaba. Mi corazón latía con fuerza al recordar a Tae, su risa, su forma de ser, el vínculo que habíamos compartido. Debí haberle dicho que también lo amaba. La culpa se retorcía en mi interior.

-Debí evitar que mi padre le diera un golpe. Debí... estar a su lado... -pensé, con la voz de mi conciencia resonando como un eco hiriente.

La expresión de Jimin se suavizó mientras me abrazaba, su amor maternal envolviéndome como un cálido abrigo. Aunque no entendía por qué lloraba, podía sentir su dolor al verme así. Ella me llenó de besos, como si intentara curar mi alma herida. Para Jimin, siempre seré su pequeño, pero estaba creciendo rápidamente, y pronto tendría que enfrentar la vida por mí mismo.

Después de un rato en sus brazos, Jimin me dejó echado boca abajo en la cama, sugiriendo que necesitaba tiempo para pensar y encontrar el valor para salir de mi habitación. Esa acción, aunque bien intencionada, solo aumentó mi desesperación.

Mientras tanto, en la planta baja, Yoongi tomaba una taza de café, observando la escena con preocupación. La ausencia de su hijo lo inquietaba, especialmente después de lo sucedido con Tae.

No era fácil para él olvidar algo tan impactante. La imagen del joven castaño intentando hacer daño a Jungkook permanecía grabada en su mente. Cuando vio que ese chico estaba a punto de abusar de su hijo, su instinto protector se activó. Con un impulso feroz, empujó al castaño lejos de Jungkook y lo abrazó, cubriendo su pequeño cuerpo con el suyo mientras la rabia burbujeaba en su interior.

Al entrar, Jimin se encontró con una escena escalofriante: su esposo sostenía a un joven golpeado por el brazo, la sangre manando de sus labios. Instintivamente, se lanzó hacia Yoongi, tratando de separarlo del chico, aunque la fuerza de su esposo lo mantenía firme.

-Jimin... disculpa, amor... -dijo Yoongi, preocupado y agitado.

-No te preocupes... -respondió Jimin, tocando suavemente la mejilla de su esposo, tratando de calmarlo, aunque sabía que sería un desafío.

La mirada de Jimin se desvió hacia la esquina, donde encontró a Jungkook llorando, su ropa desgarrada y su cuerpo temblando. El dolor en su pecho se intensificó al ver a su hijo en tal estado. Esa escena lo llenó de confusión y tristeza.

El chico que había causado todo esto era el hijo de su amigo, Kim Taehyung, a quien había considerado un niño dulce y encantador. La traición de esa situación le dejó una amarga lección: a veces, la confianza puede volverse un arma de doble filo.

-Fue un error dejar entrar a ese chico... -pensó Jimin, mientras un torrente de emociones lo inundaba, sintiéndose impotente ante la realidad que se desmoronaba a su alrededor.

La tormenta de sentimientos en el aire se palpaba. Jungkook, todavía atrapado en su dolor, no podía evitar que los recuerdos de su amigo lo atormentaran. Las risas compartidas, los momentos de complicidad, todo ahora parecía un eco distante. A pesar de que Hawái era un paraíso, la calidez de la playa se sentía fría ante la soledad que lo envolvía.

Mientras Jimin intentaba consolar a su hijo, las palabras de apoyo se atascaban en su garganta. Sabía que había mucho más en juego: la amistad, la lealtad, y la lucha interna de su hijo entre el amor y el dolor. La vulnerabilidad de Jungkook lo desgarraba. Todo lo que podía hacer era estar allí, sostenerlo y recordarle que no estaba solo.

-Kookie -dijo Jimin con suavidad-, estoy aquí. Siempre estaré aquí.

Jungkook alzó la vista, sus ojos llenos de lágrimas pero también de una chispa de esperanza. Quizás, solo quizás, la luz al final de este oscuro túnel no era inalcanzable. Aún había amor, aún había familia, y eso, pensó, era suficiente para comenzar a sanar.

Con el sonido de las olas de fondo y la calidez del sol en sus rostros, los tres se aferraron el uno al otro, sintiendo que, aunque las heridas fueran profundas, el amor podía ser el hilo que los uniría en medio de la tormenta.



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<3



los amo

cuidense <3

adios hermosuras de lectoras y si eres chico de igual manera

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora