11.

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Ya era mediodía y las dos familias llevaban a cabo sus rutinas diarias. En la familia Kim, las niñas se preparaban para sus respectivas clases: una iba a piano y la otra a oratoria. El mayor, Taehyung, se centraba en sus estudios en la preparatoria, aunque sabía que un día heredaría la empresa familiar, una tradición que había pasado de generación en generación. Sin embargo, Taehyung no podía evitar sentirse abrumado por las expectativas que se depositaban sobre sus hombros.

Mientras tanto, la familia Min se encontraba disfrutando de un aperitivo que Jimin había cocinado con mucho esfuerzo; no por nada había trabajado en una cafetería y una pastelería durante su juventud. Jimin tenía una habilidad natural para preparar todo tipo de platillos y postres, y esa tarde no era la excepción. El aroma del pastel recién horneado llenaba la cocina, mezclándose con risas y conversaciones.

Yoongi, su esposo, estaba sentado en la mesa, revisando algunas cuentas en la laptop. Se sentía un poco perdido, ya que había estado considerando volver a la empresa familiar. Había dejado de trabajar allí para explorar otras oportunidades, pero a medida que pasaban los días, la nostalgia lo invadía. La idea de regresar a la empresa que su padre había construido le daba una mezcla de emoción y temor.

—Sabes, deberías estar en una de las portadas, Jiminnie —bufó Yoongi, algo irritado—. Eres demasiado hermoso para que te mantengan en la cocina —suspiró, recostando su cabeza hacia atrás mientras observaba cómo Jimin se movía ágilmente por la cocina.

Su esposo, siempre dispuesto a hacerle sentir bien, se acercó por detrás, rodeándolo con los brazos y besándolo suavemente en el cuello. Jimin sabía cómo hacer que las preocupaciones de Yoongi se desvanecieran, aunque en ese momento, él también sentía que había algo más grande en juego.

—Así que te veo trabajando duro, ¿eh? —interrumpió Jungkook, el primogénito de la familia Min. Se recostó sobre la mesa, con una mirada entre divertida y burlona—. Mejor los dejo... —bufó, recostándose en la mesa—. Omma, quiero hablar contigo —miró a Yoongi—. A solas...

Yoongi suspiró, sintiendo que sus instintos protectores se activaban. Era un desafío manejar la relación entre su hijo y Jimin, pero la confianza de Jungkook en su padre omega siempre había sido inquebrantable.

—Creo que nunca me tendrá confianza —murmuró Yoongi, sintiéndose algo frustrado mientras trataba de enfocarse nuevamente en su laptop.

—Después de todo, es tu hijo —dijo Jimin, sonriendo con ternura mientras le daba un beso en la frente. Luego se retiró a la habitación, sintiendo que su pareja necesitaba un momento de calma para procesar sus pensamientos.

Mientras tanto, Jungkook subió las escaleras, nervioso. No estaba seguro de si debería contarle a su omma lo que había sucedido o simplemente ignorarlo. La frustración era evidente en su rostro; no podía evitar morderse las uñas, una costumbre que había adquirido con el tiempo. Al llegar a la puerta de su habitación, sintió una punzada de ansiedad.

—Solo no lo diré...

—¿Qué no dirás? —preguntó Jimin al cerrar la puerta—. Te aseguro que tu padre no está detrás de esta puerta —sonrió, acercándose a la cama de su hijo para sentarse—. Ahora ven y cuéntame todos tus problemas.

Jungkook se sentó al lado de su padre, apoyando su cabeza en su hombro. Su voz era apenas un susurro mientras le contaba sobre sus inquietudes. Jimin escuchaba con atención, a veces soltando risas suaves ante las ocurrencias de su hijo.

Recordaba a su propio padre cuando era más joven, lleno de sueños e ilusiones.

—Lo vi... —murmuró Jungkook, mordiendo sus labios—. Vi a ese idiota...

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora