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Unas pequeñas brisas movían mis cabellos, mi mirada se perdía con los movimientos de las olas frente a mí hasta caer de espalda. Mi respiración era tranquila y mis pequeñas manos tapaban mi rostro, tan perlado como el de mi padre, suspiré algo agotado con la gran caminata que tuve.

Al escuchar pasos acercándose, alzo un poco mi cabeza para verlo.

Lo más hermoso que mis ojos grabaron en aquella ocasión, y que hasta ahora no puedo borrar de mi mente.

Mi familia junto a la suya, estábamos en una pequeña y simple salida juntos. Él llevaba un pequeño short azulado con leves marcas de tiburones, junto a una playera sin mangas del mismo color. Sus cabellos se movían junto al viento, tan puro como el cielo azulado y limpio que se extendía encima de nosotros.

Me mostraba una sonrisa, tan hermosa como él, mientras me llamaba por encontrar un pequeño cangrejo y yo solo reía de sus ocurrencias, que se asemejaban a las mías.

Si que era lindo, era demasiado hermoso para este mundo.

¿Cómo olvidar aquella única salida que se sentía tan feliz junto a mi mejor amigo? Su corazón se emocionaba con aquel recuerdo tan perfecto en risas y dichas que ahora nadie veía.

Nuestra historia. Nuestras vidas juntas.

Nosotros siempre debíamos de estar juntos, como el cuento que mi padre me leía a mis cinco años. La madre luna nos había escogido, una pareja predestinada como decían algunos, el lazo como interpretaban otros, pero yo solo veía que tu figura era todo para mí.

Éramos el complemento del otro. Al inicio, nuestros errores nos hicieron separarnos, pero terminamos siendo una pareja al final. Debíamos de estar así, pero, ¿por qué?..

¡Porque las cosas nunca podían ser como los cuentos que eran interpretados con un final feliz!

Mi niñez era algo especial. Mis padres eran únicos a su manera de crianza. Ellos no pusieron los típicos estereotipos de un omega hacia su alfa o lo común en casi todas las familias. Mi padre, un omega, siempre dijo que podría encontrar la felicidad a su debido momento sin necesidad de adelantarlo, ya que podría perder la oportunidad única de encontrar mi media naranja. Pero no contaba que la encontraría a mis seis años de edad, ¿verdad?

Aún recuerdo mi primer beso. La verdad, aun era muy torpe en aquel gesto tan dulce que mis labios probaban, ya que nunca pensé que mi mejor amigo me besaría en nuestro salón de clases. Y su mirada esperando mi respuesta, yo quedándome como un mudo idiota, rompiéndole el corazón.

Mi primer error.

Mi celo vino un día después. Mis padres eran muy sobreprotectores con ese tema y me cuidaron hasta que mi padre alfa vino con las píldoras equivocadas. Estuve solo con un calmante de dolores que mi dulce omma me había servido en una fusión de plantas. Yo caminaba descalzo junto a mi ropa holgada hasta que él tocó mi puerta.

Los recuerdos se hacen algo borrosos. Taehyung me tenía contra el piso mientras me besuqueaba, dándome leves embestidas sobre mi ropa. Lo que más me sorprendió de él era su mirada, la dulzura junto a la lujuria en la que me observaba. Pero tan solo me dejó una leve marca en mí. Y no exactamente un lazo.

Al mudarme, era otro caso. Conocí a Luhan (el omega que nunca dejaré de agradecer). Él era el concepto de no ser el típico omega sumiso y eso me ayudó demasiado en mi vida. Cuando algunos alfas se acercaban a mí con insinuaciones de tener sexo en los baños, Luhan los golpeaba con toda la fuerza del mundo con tapones en sus oídos. Odiaba la voz de alfa, nuestra debilidad como omegas que somos.

Aunque lo peor que mi corazón pudo sentir fue cuando volví a ver a Taehyung, su mirada tan cambiada cortejando a un beta. Yo solo quería dejarlo de lado, pero como siempre, él volvía a mí.

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora