47.

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Aquellas palabras salieron sin pensar de los labios de Jungkook, impulsadas por la desesperación que lo invadía. Se encontró mirando aquellos ojos, que lo observaban con una mezcla de confusión y curiosidad. El silencio que reinaba en la habitación se sentía denso, como una niebla impenetrable. Esperó unos momentos, y finalmente, el omega soltó una pequeña risa, lo que sorprendió a Jungkook más de lo que habría imaginado.

—No tienes que temerme. —Dijo Seokmin, liberando la mano de Jungkook con suavidad. Sus dedos acariciaron los mechones oscuros que caían sobre la frente del joven. Jungkook se sintió atrapado en un torbellino de emociones. Todo era tan malditamente confuso.

La atención de Jungkook se desvió cuando Seokmin se sirvió un vaso con agua y, tras beber un sorbo, se lo ofreció. La acción lo dejó inquieto. ¿Por qué el omega se comportaba de esa manera? Un aire de cordialidad que no podía permitirse aceptar.

—¿Y si es un veneno? —murmuró, relamiéndose los labios mientras pasaba saliva de manera nerviosa.

—Es solo agua. —Seokmin sonrió, y por un momento, el gesto pareció sincero. Pero la desconfianza aún lo mantenía alerta, y miró de reojo la puerta, preguntándose si había alguna posibilidad de huir.

—Es una mala idea. Afuera hay cinco guardias, y digamos que no serán muy dulces contigo... —Seokmin tomó otro sorbo, sus ojos fijos en el vientre de Jungkook, que instintivamente ocultaba con las manos. —Sé que estás en cinta; tu olor te delata, pero mi estúpido hermano adoptivo no lo hace.

—También estoy marcado... —Jungkook se sintió vulnerable al admitirlo. La realidad de su situación lo golpeó con fuerza.

—Sabes que Wonwoo puede quitarte ese vínculo si se lo propone. Pero, mírate: aún no lo hace. —Seokmin se acercó a la cama y se sentó frente a él, sus ojos examinando el rostro de Jungkook. Era un examen que lo desnudaba por dentro, dejando al descubierto su miedo y su anhelo.

Jungkook parpadeó, confuso. ¿Acaso aquel omega intentaba ofrecerle apoyo? La idea era difícil de procesar, y la desconfianza aún lo mantenía a la defensiva. Cada fibra de su ser quería huir, lejos de aquel lugar, lejos de la amenaza que se cernía sobre su pequeño cachorro.

—Solo quiero que dejen a mi familia en paz... —su voz se quebró un poco, cargada de angustia.

Seokmin lo observó con una mezcla de comprensión y cansancio, como si la lucha interna de Jungkook le resultara familiar. Luego se retiró, dejando una bandeja con diversas frutas y jugos en la mesa cercana. Jungkook no tenía hambre; la idea de comer lo abrumaba. Sin embargo, al pensar en su bebé, su corazón se retorció. Sabía que debía cuidar de él.

—Tae, ven... —susurró en voz baja, deseando que su alfa pudiera escuchar su súplica a través de las paredes de la prisión que lo rodeaba.

Seokmin lo interrumpió con su voz suave, rompiendo el silencio.

—Comer es importante, Jungkook. No solo para ti, sino para tu bebé.

Jungkook lo miró, dudando. Había algo genuino en la preocupación del omega, pero aún sentía la sombra de la traición acechando.

—No sé si puedo confiar en ti... —confesó, su voz apenas un susurro.

—Lo entiendo. Pero no soy tu enemigo. Solo quiero ayudarte. —Seokmin hizo una pausa, como si meditara sus palabras. —Créeme, hay formas de salir de aquí, pero necesitas estar fuerte.

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Jungkook al pensar en escapar. La imagen de Taehyung llenó su mente, su aroma a sándalo y naranja lo envolvió como un cálido abrazo.

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora