30.

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—Espero una buena explicación, Jungkook...

La voz profunda de Min Yoongi resonó en la habitación como un trueno, y el aire se tornó tenso. Se encontraba sentado en el sillón de la sala, su mirada penetrante fija en su hijo, quien parecía pequeño e indefenso frente a la magnitud de la preocupación que había crecido en el corazón del alfa. Jungkook había desaparecido durante tres largos días, y la angustia lo había llevado al borde del desasosiego. La incertidumbre había minado su paciencia, tanto a él como a Jimin, su omega, quien observaba desde la distancia, con los ojos cargados de preocupación.

Yoongi se preguntaba por qué su hijo, a quien había criado con amor y dedicación, había decidido actuar de forma tan despreocupada. ¿Qué había llevado a Jungkook a alejarse sin dar explicaciones? La situación se complicaba aún más al recordar que la causa de su tormento parecía estar ligada a una figura conocida en la familia: Lee Wonwoo. El hijastro de la familia Lee siempre había tenido la habilidad de arruinar la vida de los Min, como un estigma que se cernía sobre ellos. Sabía bien que la familia Lee había intentado acercarse a los Kim, y su instinto le decía que las intenciones detrás de esa relación nunca habían sido honestas.

Mientras sus pensamientos se deslizaban hacia lo peor, la angustia se intensificaba. Un aroma extraño había invadido a Jungkook; un olor que no le pertenecía. Era una mezcla inquietante de naranja y sándalo , con un trasfondo dulce como el chocolate. Su instinto paternal se encendió, y su lado sobreprotector tomó el control.

—¿Cómo se llama? —demandó, su voz elevándose con frustración. La impaciencia y la preocupación ardían en su pecho. Se inclinó hacia adelante, sus ojos inyectados en fuego, buscando desesperadamente una respuesta en el rostro de su hijo que permanecía en silencio.

—¡MALDITA SEA, CÓMO SE LLAMA! —el estruendo de su golpe contra la mesa resonó en toda la habitación, y el omega a su lado, Jimin, dio un ligero salto, su corazón latiendo desbocado. La tensión se palpaba en el aire, como si la atmósfera misma estuviera tratando de contener la tormenta de emociones.

Jimin, sintiendo el agobio del momento, se mordió el labio con nerviosismo, incapaz de soportar la rabia y la angustia que emanaban de su lazo. El olor que se cernía en la habitación se volvió abrumador, sofocante para ambos omegas. La angustia por Jungkook era palpable, y Jimin temía que la situación pudiera empeorar.

—Min, para... —susurró, intentando calmar a su alfa, quien había comenzado a perder el control. Desde hacía un mes, Jimin había lidiado con un dolor de cabeza persistente y varios malestares que lo hacían sentir vulnerable. —No peleen, no griten...

—¿Jimin, estás bien? —preguntó Yoongi, el tono de su voz cambiando a uno más suave, pero aún cargado de preocupación. Su mirada se suavizó al ver a su omega, cansado y vulnerable, y sin pensarlo, lo tomó en sus brazos, acunándolo con ternura. —Hablaremos cuando tu padre esté mejor. Por ahora, no quiero que salgas a ningún lado.

La firmeza en su voz hizo que Jungkook temblara. En ese instante, Jimin comprendió que la decisión de su alfa era inquebrantable, y aunque le preocupaba la actitud posesiva de Min, sabía que provenía de un lugar de amor. La habitación se volvió un refugio donde las preocupaciones podían ser dejadas de lado, aunque el futuro seguía siendo incierto.

La familia Min enfrentaba desafíos que pondrían a prueba su unión, pero mientras se aferraban los unos a los otros, la esperanza seguía siendo su faro. La vida siempre traía sorpresas, y ellos estaban preparados para enfrentarlas juntos, sin importar cuán oscuros pudieran ser los días por venir.



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¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora