46.

2.8K 301 35
                                    


El silencio era un enemigo cruel, y mi cuerpo, atrapado en una prisión de sombras y confusión, se sentía más vulnerable que nunca. El aire en la habitación era denso, impregnado del hedor a descomposición y el sutil rastro del miedo que emanaba de mí. El olor de Woonwoo, repulsivo y nauseabundo, me envolvía como una serpiente, apretando mi pecho con cada inhalación forzada.

Mis ojos, sellados con cinta, no podían vislumbrar el horror que me rodeaba, pero mis otros sentidos estaban alerta. La suavidad de mis manos y pies, atados con cinta, me recordaba la crudeza de esta situación. Me esforcé por relajar mi cuerpo, pero el dolor, una oleada constante que recorría cada fibra de mí, hacía que mi mente divagara hacia lo peor.

Deslicé la lengua por mis labios, sintiendo el áspero roce de la cinta que los mantenía prisioneros. "Tic tac, tic tac", resonaba en mi mente, como un reloj que marcaba cada segundo de esta agonía. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que Woonwoo se cruzó en mi camino; quizás horas, minutos o simplemente segundos que se arrastraban en el abismo de mi ansiedad.

El rugido de mi estómago rompió el silencio opresivo, un recordatorio cruel de la vida que se aferraba a mí en medio de esta oscuridad. La respiración se tornaba errática; mis pensamientos giraban en torno a Taehyung, mi alfa, el único que podía calmar el torrente de miedo que me invadía. Pero, ¿cómo podía comunicarme con él en este estado? No había aprendido a usar nuestro lazo, y el terror me mantenía prisionero.

En ese instante, un sonido familiar penetró la penumbra: los pasos de un beta resonaban afuera. La ausencia de su olor, un indicio claro de que estaban alerta, me hizo estremecer. ¿Tenían miedo de que grite? La idea de que pudieran intentar silenciarme aún más me llenaba de pánico.

"Jungkook..." la voz de Taehyung resonaba en mi mente, como un eco de esperanza. Su aroma a sándalo y naranja era un refugio al que anhelaba volver, un recordatorio de la seguridad que había encontrado a su lado. Pero ahora, estaba solo, atrapado en esta habitación de pesadilla.

Decidí que no me rendiría. Tomé una profunda respiración, sintiendo la presión en mi pecho. Concentré toda mi energía en los sonidos, buscando un patrón, una señal. Tal vez el beta cometería un error, tal vez podría aprovechar su descuido. Necesitaba encontrar la forma de escapar, de volver a la calidez de Taehyung, donde el miedo no existía.

En un susurro casi inaudible, me dije a mí mismo: "No voy a dejar que esto me venza." La lucha apenas comenzaba, y aunque la oscuridad parecía abrumadora, sabía que no podía dejar de pelear. La esperanza brillaba, tenue pero firme, en el rincón más profundo de mi ser.


El eco de los pasos de Yoongi resonaba por el grisáceo pasillo, un recordatorio de la urgencia que pesaba en el aire

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El eco de los pasos de Yoongi resonaba por el grisáceo pasillo, un recordatorio de la urgencia que pesaba en el aire. La dama beta en la recepción les hizo un gesto para que pasaran, llevándolos hacia la persona que, esperaban, les ofrecería la ayuda que tanto necesitaban. Taehyung, con una expresión sombría, apenas podía concentrarse en su entorno. La culpa lo carcomía; se sentía como la peor escoria, un alfa que había fallado en proteger a su omega, Jungkook. El recuerdo de su risa, un suave susurro de chocolate con malvavisco, lo atormentaba, intensificando su deseo de recuperar lo que había perdido.

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora