31.

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—Bien, admito que tu plan es sencillo... —murmuró Namjoon, su voz más calmada de lo habitual. Había un aire de resignación en su tono, como si finalmente hubiera llegado a aceptar la locura que su amigo había ideado.

—Aunque aún no acepte a ese mocoso que tienes, aceptaré darte mi apoyo... —Jin suspiró, observando cómo su pequeño alfa, Taehyung, sonreía con una mezcla de emoción y nerviosismo. Era un espectáculo ver cómo el chico crecía, enfrentándose a retos que antes parecían imposibles.

Los mayores se levantaron, recogiendo sus cosas con la determinación de quienes están a punto de emprender una aventura. Tenían que esperar a que su hijo jugara su carta antes de entrar en acción. La estrategia era clara, aunque no sería tan sencilla como lo había prometido Taehyung. Sin embargo, el brillo en los ojos del joven le daba la certeza de que, pase lo que pase, todo iba a salir bien.

Con un suspiro de alivio, Taehyung se despidió de sus padres, sintiendo un ligero cosquilleo de nervios en su estómago. Cerró la puerta detrás de ellos y se dirigió a su habitación, donde el silencio lo envolvió como una manta acogedora. Sin embargo, ese silencio pronto se convirtió en un vacío que lo hizo sentirse inquieto. Sacó su celular para llamar a su omega, pero la pantalla permaneció fría y silenciosa.

—¿Le habrá pasado algo? —se preguntó, frunciendo el ceño. La preocupación comenzaba a anidar en su pecho, aunque rápidamente la desechó. Sabía que Jungkook seguramente estaba hablando con sus padres, sumido en su propio mundo.

A medida que se movía de izquierda a derecha en la cama, se sintió atrapado en un torbellino de pensamientos. Su mente divagaba, y antes de que se diera cuenta, se encontraba con los ojos cerrados, dejándose llevar por la tranquilidad de la habitación. La almohada que abrazaba no era suficiente; anhelaba el calor de Jungkook a su lado, el refugio que solo su omega podía brindarle.

—Extraño mucho a mi Kookie... —susurró, un puchero formándose en sus labios mientras una oleada de nostalgia lo invadía. La idea de marcar a su omega cruzó por su mente, pero rápidamente la desechó. No quería que Jungkook estuviera inconsciente solo por su impulso; no era el momento adecuado para pedirle algo tan trascendental en medio de una intensa oleada de celo.

Negó con la cabeza, apretando los ojos con frustración.

—Te arrepientes, ¿verdad? —su lobo interior se burlaba de él, riendo en su mente como si siempre tuviera la razón. Era irritante, pero también reconfortante de alguna manera. Taehyung no podía evitarlo: era su otra mitad instintiva, y de alguna forma, necesitaba ese equilibrio.

—Eres un idiota. —La reprimenda se quedó flotando en el aire, un eco de su propia voz que resonaba en su mente.

Silencio.

Con un suspiro resignado, se acurrucó más profundamente en la almohada, esperando que el tiempo pasara más rápido. Aquel vacío era difícil de soportar, pero su amor por Jungkook era lo que realmente lo mantenía en movimiento. A pesar de los nervios y la incertidumbre que se cernían sobre él, Taehyung sabía que todo se resolvería pronto. Su pequeño alfa era capaz de lograr cosas increíbles, y eso le daba fuerzas para enfrentar cualquier reto que se presentara.



_____



Jungkook se movía de un lado a otro en la cama, inquieto, como si su cuerpo supiera que algo iba a suceder. Una rabia interna crecía dentro de él, un enojo feroz por no haberse controlado durante su época de celo. La frustración lo envolvía, y su corazón latía con fuerza al recordar la cena anterior, donde la preocupación era palpable en el aire.

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora