25.

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Caminaba a paso lento hacia la cafetería Moon, sintiendo cada temblor en mis piernas. Un sudor frío recorría mi frente al recordar que debía llevar los supresores, algo que se me había olvidado por completo. Mi mente estaba atrapada en los pensamientos sobre la nueva rutina que había diseñado y, sobre todo, en aquella sesión de fotografía improvisada que Yugyeom me había hecho en el parque el día anterior. Era extraño estar saliendo con un alfa, especialmente cuando nunca había estado en una relación antes.

El concepto de ser un omega en una relación con un alfa era un mundo completamente nuevo para mí. Siempre había escuchado historias sobre cómo los alfas deseaban cortejar a los omegas, buscando marcar a su pareja ideal. Pero, sinceramente, ¿qué tenía de especial ser marcado por un alfa?

La idea de mi omma vino a mi mente, y me pregunté si alguna vez había deseado ser marcado por Min. Sabía que su relación había tenido altibajos, pero también era evidente que su lazo era fuerte. A pesar de las dificultades, habían encontrado la manera de superar los obstáculos, valorando su amor y fortaleciendo su conexión. Para ellos, la marca no era solo un símbolo; era un vínculo profundo que habían construido a lo largo de los años.

Al entrar a la cafetería, el aroma del café recién hecho y los pasteles horneados inundó mis sentidos. Pero lo que realmente me llamó la atención fue el inconfundible olor de rosas, el mismo que pertenecía a mi tío Woozi, que me hizo sentir un poco más tranquilo.

—¿¡Pero qué!? —exclamó Woozi, acercándose con una expresión de preocupación. —¡Mierda, Kookie, apestas!

—Lo sé... —murmuré, sintiendo cómo la incomodidad se asentaba en mi estómago. —Tío Joshua me daría... agh... duele...

Joshua, preocupado por su sobrino, me llevó rápidamente a la parte trasera de la cafetería, un dulce hogar que compartía con su alfa. La tranquilidad del lugar, combinada con el aroma de rosas, me dio un respiro. Lo sentía todo, como si el ambiente estuviera diseñado para calmarme, algo por lo que le agradecía a mi tío.

—Aquí tienes los supresores y un vaso de agua —dijo Joshua, regresando con el medicamento en la mano. La pastilla era mi salvación en ese momento.

—Kookie, eso fue muy peligroso —le reprendió Woozi, su voz era un tono bajo pero firme.

—D-disculpa... siento... ser... una molestia —me moví un poco en la cama, sintiendo el dolor punzante. —¡Mierda!

—Aquí, sin lisuras... —me reprendió con una sonrisa burlona.

—Pero tío, tu hijo siempre dice malas palabras... —protesté, tratando de mantener un semblante serio.

—Ese mocoso de seguro está por ahí... —suspiró Woozi. —Ese niño me está sacando canas verdes.

A pesar del dolor, no pude evitar reír. El efecto de la pastilla comenzaba a hacer su magia, y me sentía más aliviado. Decidí que era hora de entrar a la cocina, la antigua sala de repostería de mi padre. Era un lugar que siempre había tenido un aire mágico para mí. Los moldes y figuras que lo adornaban me llenaban de recuerdos. Recordé cuando mi omma me llevaba a trabajar allí, viéndolo como un hobby antes de que Min se hiciera cargo de su vida.

—No quería que Jimin desapareciera en este lugar... —la voz nostálgica de Woozi interrumpió mis pensamientos.

Su tono era melancólico mientras recordaba a aquel niño de cabellos oscuros que venía llorando, suplicando por un hogar. Mi tío había intentado cortejar a mi omma una vez, pero pronto se dio cuenta de que solo podía amarlo como a un hijo. Entonces conoció a Joshua, y todo cambió para mejor.

—¿Me dejarías usar este lugar? Tal vez a mi omma le alegraría cuando le lleve algunos pasteles —le pedí, sintiendo un impulso de creatividad en mi interior.

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora