27.

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-¡Tú, maldito bastardo!

Hoseok apretó el cuello de la sudadera de Jungkook con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron casi blancos. La rabia emanaba de él como una sombra oscura, y sus ojos chisporroteaban con un odio incontrolable, desnudando la verdadera personalidad que se ocultaba tras su fachada de tranquilidad.

-Hoseok, ¡déjalo!

La voz de Yugyeom resonó en el pasillo como un eco de autoridad. Con un movimiento decidido, intervino, empujando a Hoseok hacia atrás. Jungkook cayó al suelo, temblando, cuando finalmente el beta lo soltó, dejándolo desorientado y vulnerable.

Las palmas de Jungkook estaban marcadas con rasguños, un testimonio de la lucha interna que libraba. Su lobo interior aullaba de dolor y rabia, y las lágrimas brotaban de sus ojos, sintiéndose abrumado por la auto-desprecio que lo invadía.

-No le pasará nada, ese idiota seguirá... vivo... murmuró Yugyeom entre dientes, con la voz entrecortada por la ira contenida.

Jungkook asintió, pero el peso de la situación lo mantenía en el suelo. Intentó esbozar una sonrisa, un gesto de fortaleza, pero la cachetada que recibió casi lo tira de nuevo al suelo. Alzó la vista y se encontró con la mirada dolorosa del padre omega de Taehyung, Jin.

-Si algo le pasa a mi bebé, ten por seguro que te mataré... Jin lo apuntó con un dedo tembloroso de furia, antes de ser abrazado por su esposo, quien intentaba calmarlo.

-Todo es tu maldita culpa, Min Jungkook...

-Amor, cálmate... susurró su esposo, tratando de suavizar el momento. Jin no podía evitar mirar a Jungkook, a quien le parecía imposible mirar sin sentir una punzada de rabia y tristeza.

Las lágrimas seguían cayendo por las mejillas de Jungkook, una cascada que parecía no tener fin. Abrumado, dio un paso atrás y corrió por el pasillo, dirigiéndose a la azotea del hospital. Su corazón latía con fuerza mientras entraba al ascensor, su mirada sombría y vacía, como si se hubiera despojado de toda luz. Sus ojos marrones, antes brillantes, ahora parecían dos charcos oscuros.

El sonido del ascensor resonó mientras subía al último piso. Abrió la puerta de la azotea, donde un paisaje magnífico se extendía ante él: el sol comenzaba a ocultarse, pintando el cielo de tonos cálidos. Sin embargo, el viento que soplaba con fuerza parecía querer llevarse consigo toda su tristeza.

Con los puños apretados, se limpió los ojos, tratando de convencerse de que no merecía llorar.

-Tal vez solo deba dar un fin, ¿verdad?

La voz de su corazón resonaba en su mente, confundiéndolo más. Pero de repente, una voz familiar interrumpió sus pensamientos.

-Kookie...~

Volteó de izquierda a derecha, buscando la fuente de aquella voz, pero no había nadie. El eco de su propio nombre resonaba en la azotea vacía.

-¡Hey, Kookie!~

Esta vez, un pequeño apareció ante él, con cabellera castaña y una flor en la mano. Se agachó para recogerla, llevándola a su nariz, inhalando su dulce aroma. Era un gesto tan inocente y puro que hizo que Jungkook se sintiera un poco más ligero, aunque la tristeza aún nublaba su corazón.

-Kookie, te amo...

Jungkook levantó la vista y se encontró con el pequeño Taehyung, cuyas lágrimas brillaban en sus ojos. No era una despedida, ¿verdad?

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora