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Especial Namjin

La rutina de siempre había comenzado. Jin, un omega de corazón fuerte y espíritu indomable, salía por las tardes en busca de libros en la biblioteca, un refugio en el que podía perderse entre las páginas y olvidar un poco la presión de su hogar. Su independencia, sin embargo, no era bien vista por sus padres. Desde que había tomado la decisión de inscribirse en la universidad que deseaba, las tensiones en casa habían aumentado.

—¿Por qué no puedes ser más como los demás omegas? —había gritado su padre una tarde, y esas palabras se clavaron en su corazón como un puñal. A Jin le costaba entender por qué su valía parecía medirse únicamente por su capacidad para servir a un alfa. Esa idea le repugnaba, y, a pesar de que la sombra de sus padres siempre lo seguía, había decidido no dejarse arrastrar.

Un día, después de un largo estudio, sus padres entraron en su habitación, y el aire se volvió tenso.

—Aquí tienes —dijo su madre, arrojando una carpeta sobre su cama.

—Es el hijo de una empresa millonaria. Al ver tu foto, pidió que leyeras esto y que desea conocerte —continuó, pero Jin sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.

—No quiero... —su voz era un susurro, pero la firmeza de su respuesta resonó en el aire. Su padre lo miró, y en un instante, su mundo se volvió oscuro.

Una bofetada. La sentía ardiendo en su mejilla, pero más que el dolor físico, era la traición lo que lo devastaba. Miró a su madre, buscando alguna señal de apoyo, pero ella permanecía inmóvil, como si el miedo la hubiera paralizado.

—¡Golpéame! —gritó, su voz temblando de rabia y desesperación. —Si esto es lo que quieres, hazlo.

Pero su padre se detuvo, la furia en sus ojos se extinguió y se retiró. Aquel encuentro dejó a Jin con un labio roto y un corazón herido. Era un chico que había crecido en la calle, con cortes y quemaduras, pero en ese momento, lo que más le dolía era el desprecio de su propia familia. Los alfas eran una maldición en su vida.

Los días pasaron, y el peso del amor no correspondido por Min Yoongi lo acompañaba.

Yoongi era un alfa distante, un enigma que lo atraía irresistiblemente. Jin sentía que su corazón latía más fuerte cada vez que lo veía. Era su amigo, pero también su tormento. Un día, al acercarse a él, su voz sonó más dulce de lo que había planeado.

—Hola, Yoonie~~ —dijo, intentando captar su atención. Pero Yoongi lo ignoró, y eso lo hirió. La frustración burbujeaba dentro de él.

—Ayer te envié un mensaje y no me respondiste... —reclamó, acercándose a él, un pequeño puchero formándose en sus labios mientras se sentaba frente a él.

—Te he dicho un millón de veces que no me interrumpas cuando duermo, —respondió Yoongi, pero a pesar de su tono frío, había un destello de interés en su mirada.

A medida que pasaba el tiempo, su conexión se volvía más intensa. Pero, a pesar de su creciente amor por Yoongi, el encuentro inesperado con Namjoon lo sorprendió. Cuando entró a su casa una noche, el aroma a menta lo envolvió. Un chico elegante, de cabello oscuro y ojos brillantes, le sonrió con dulzura.

—Debes ser Kim Seokjin... —dijo Namjoon, tomando su mano y besándola con un gesto que lo dejó sin aliento. Jin sintió un escalofrío recorrer su espalda, y su corazón se detuvo por un momento.

—Soy Kim Namjoon... espero que hayas leído mi carpeta... —la sinceridad en su voz era reconfortante, pero Jin no sabía cómo responder.

Aquel primer encuentro se sentía como un sueño, pero la realidad lo abrumaba. Su madre, al verlo confuso, le dijo que debía ir al despacho de su padre. En su mente, la idea de ser prometido de un chico tan atractivo lo aterraba. No estaba enamorado de Namjoon, pero había algo en su sonrisa que le hacía dudar.

¿Mi Pequeño amor?[VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora