El túnel

3.9K 93 2
                                    

ANIKA
4-JUNIO-2001

EL TUNEL

Entró despacio. Primero el pie derecho, luego el izquierdo. Llevaba la linterna encendida porque ya era de noche y el túnel estaba oscuro. Si no entraba con luz probablemente tropezaría con restos de basura, latas oxidadas o ratas. Se preguntó cómo había llegado hasta allí y un pensamiento furtivo le hizo detenerse. Fue un flash, un retroceso al pasado, al inicio de todo aquello.

Lara tenía 20 años y una vida por delante, hasta ahí todo estaba bien en su vida. Tenía hermanos, sus padres estaban sanos, compartía piso con una compañera de Universidad y gracias a la Bolsa –oficio al que se dedicaba su padre- disfrutaba de un sueldo para sus gastos. Un día cruzaba la calle para hacer unas fotocopias cuando fue atropellada por un coche viejo. De aquel armatoste salió un viejo que se lanzó a tomarla entre sus brazos. La gente se acercaba mientras ella miraba a su alrededor al tiempo que aguantaba un fuerte dolor de cabeza y caderas.
Era como un mal sueño y se sabía la protagonista. En el mismo momento en que creyó que iba a desmayare, el anciano hizo una cruz en su frente, besó su propio dedo y luego posó éste sobre el corazón de Lara. Entonces llegó el sueño y perdió el conocimiento. No volvió a despertarse hasta que ya estaba ingresada. Cuatro meses después Lara estaba recuperada y el juicio se llevaría a cabo… en cuanto encontraran al anciano. Ella no lo recordaba demasiado, apenas sus ojos azules, tan claros como el cielo, tan llorosos como el mar, y algunos rasgos más. La gente que atestiguó ante la policía lo describió e incluso dieron la matrícula del anciano cuando éste huyó del lugar del accidente. Según la policía, el coche no existía, y el físico más cercano al descrito por los testigos era el de un cura que había estado en una comisaría de policía cercana anunciando que un asesino que llegaba de otra ciudad estaría en Valencia matando muchachas. Le habían tomado por loco. Fue fruto de la casualidad y de un retrato robot que se relacionara a ambos viejos. En la comisaría de policía no les constaba que el anciano cura hubiera llegado en coche, pero la memoria fotográfica de la mujer que le atendió sirvió para descubrir que podían ser la misma persona.

El juicio no tenía sentido sin el anciano, y se atrasó hasta encontrar al hombre que había atropeyado a Lara. Ella siguió su vida ya recuperada de las lesiones y trató de olvidar.

 

Una noche vio sus ojos. Terminaba de tumbarse y en la semipenumbra de su habitación abrió los ojos durante un segundo. Aquel cortísimo espacio de tiempo le provocó uno de los sustos más grandes que había sufrido en su vida. Los ojos acuosos y cristalinos del anciano la miraba a un palmo de su propia cara. Gritó y se tapó la cara. El chillido despertó a Elena, su compañera de piso, que corrió hasta su cuarto para ver que le ocurría.

- Te juro Elena que era ese hombre que me atropelló.

- Pero aquí no hay nadie Lara ¡Nadie!.

A pesar de eso Elena miró a todas partes y se atrevió a recorrer el piso entero en busca del intruso que había asustado a Lara.

- Lo siento cariño, estamos solas. Ha sido una pesadilla.

Lara trató de relajar su agitada respiración y miró a Elena con pánico en los ojos:

- Elena, las pesadillas se tienen cuando se está dormida. Yo estaba despierta.

Elena abrazó a Lara y aquella noche compartieron cama además de piso.

Durante una semana todo siguió con normalidad. Una noche Lara llegó cansada de la biblioteca de la Universidad. Había estado elaborando un trabajo que le llevaría como mínimo semana y media pero ya llevaba hecha dos cuartas partes. Llegó destrozada a casa y se metió en la bañera. Allí se dejó mimar por el agua caliente y el relax que le producía aquella temperatura en su cuerpo. Cerró los ojos. Qué maravilla. No había ni un solo sonido. Su respiración era lenta y relajada. Aparte de ésta, no se escuchaba nada más. Su cuerpo se relajó tanto que parte de él se escurrió
y el agua le llegó lentamente hasta la barbilla. Permaneció así, disfrutando de la tranquilidad.

Leyendas urbanas 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora