La leyenda del holandés herrante

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Lejanos antecedentes demuestran que en 1680 un barco holandés que hacía la travesía a Las Indias Orientales comandando por el Capitán Hendrik Vander Decken, navegaba desde Armsterdam a la colonia de Botavia, en Las Indias Orientales. Vander Decken en disposición aventurera e intrépida, gozaba al parecer de pocos escrúpulos y de mala reputación, pero era un hábil marino, y los propietarios del barco no tuvieron inconveniencia de confiarle el mando del buque, pese a sus fanfarronadas en las tabernas del muelle, en las que afirmaba que volvería con una gran fortuna.

Todo pareció ir bien para Vander Decker y su tripulación mientras navegaron hacia el Sur por los soleados mares tropicales, pero cerca del Cabo de Buena Esperanza, un repentino temporal hizo girones las velas del barco y destrozó el timón. Conforme pasaron los días y las semanas, el barco era zarandeado a la altura del cabo incapaz de avanzar frente al viento que soplaba en dirección sureste. Según la leyenda, Vander Decken se enfureció tanto que al ver que ninguno de sus conocimentos y habilidades de navegación le servían para bordear el cabo, no hacía otra cosa que proferir juramentos.

Aprovechando el desesperado ánimo de Vander Decken, el diablo le sugirió en sus sueños que desafiase el intento del Todopoderoso de bordear el cabo. Ciego de rabia, el Capitán holandés profirió el reto:

Frenético, lanzó el espantoso juramento, gritando potentemente sobre el estruendo de la tempestad: 
- "Desafío el poder de Dios a detener el curso mi destino y mi resuelta carrera. Ni el mismo diablo despertará mi temor aunque tenga que surcar los Siete Mares hasta el Día del Juicio".

No se sabe quién citó por primera vez las palabras del Capitán, pero el castigo llegó rápidamente, cuando el Angel del Señor ordenó que Vander Decken errase para siempre los mares "HASTA QUE LAS TROMPETAS DE DIOS RASGUEN LOS CIELOS".

El barco acabaría hundiéndose y la tripulación moriría, pero Vander Decken ha de proseguir la vigilia hasta el Día del Juicio.

Hendrick Vander Decken y su barco nunca llegaron a Batavia. Desde 1680 son innumerables las gentes que han visto su barco. Se dice que cualquier buque que aviste al barco fantasma, tendrá mala suerte.

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