La siguiente historia que les envío se desarrolla en la Ciudad de México durante la época colonial de La Nueva España; corría el año de 1556 durante la época colonial en la Ciudad de México, en donde un matrimonio de españoles acababan de tener a su primer hijo, quien resultó ser una hermosa niña, la cual, aparte de la inmensa fortuna que la rodeaba, dicen que era tan blanca como la nieve.
Los padres, como buenos cristianos, la llevaron a bautizar con un sacerdote amigo de la familia. La niña creció y ya entrada en su adolescencia sus padres murieron en un trágico accidente. Cuentan que antes de morir dejaron a la hija al cuidado del sacerdote, el cual aceptó gustoso pues la niña era su adoración, además de que la niña afectuosamente le llamaba padrino.
Los años transcurrieron y esta joven doncella cada día era más hermosa, por lo que no tardaron en aparecer pretendientes y estafadores que comenzaron a rondarla, sin embargo su padrino, el clérigo, siempre estaba pendiente de ella y de su cuidado.
Ocurrió que por esas fechas procedente de Europa llegó un joven aristócrata portugués venido a menos por las deudas de juego. Éste, al llegar a la capital y aprovechando su condición social, conoció a esta joven y comenzó a cortejarla. Los halagos y promesas de amor comenzaron a envolver a dicha joven quien se enamoró perdidamente de este joven, sin embargo su padrino no estaba muy convencido y se dedicó a investigar la conducta y pasado de dicho joven.
Se enteró de que en Portugal había dejado a su esposa e hijos y que mantenía relaciones con algunas jóvenes aristócratas, además de que frecuentaba por las noches lugares de dudosa reputación. El clérigo prohibió a su ahijada que lo volviera a ver, y decidió hablar con el joven a quien amenazó con delatarlo ante su sobrina de sus actividades y conducta si éste insistía en cortejarla.
El portugués no encontró otra salida que pedirle a esta bella dama que huyeran lejos a el puerto de Veracruz donde tomarían un barco que los llevaría a Europa para vivir su amor. La joven moza aceptó y quedaron en verse en la noche para huir lejos de la influencia de su padrino. Al caer la noche el joven esperaba en la puerta de la residencia a su amada, pero a lo lejos vislumbró una silueta ya conocida, era el clérigo que por una extraña razón tuvo el repentino impulso de buscar esa noche a su ahijada.
El portugués se dirigió a él y se vieron frente a frente en un puente, donde comenzaron a discutir. El joven sacó su puñal y lo clavó en la cabeza del cura el cual cayó herido de muerte a sus pies. Al ver lo que ocurría decidió arrojar el cuerpo al río. Lo arrojó, y al momento recordó que el puñal tenía grabadas sus iniciales y dedujo que al notar la desaparición del fraile, los cortesanos intuirían que el único enemigo del fraile sería él y más si encontraban el cuerpo con el puñal, razón por la que decidió huir al Perú.
La joven esperó toda la noche y nunca llegó su amado. Se encerró en su casa a llorar por lo ocurrido y tiempo después fue a buscar a su padrino para buscar consuelo, pero no lo encontró. La gente comenzó a murmurar la desaparición del portugués y la del fraile y llegaron a la conclusión de que el portugués había matado al clérigo y había huído del país para evitar el castigo de las autoridades.
Transcurrieron tres años y el joven portugués recibió noticias de que la joven todavía estaba soltera y no había dejado de pensar en él. Nuevamente la avaricia y el deseo por esa joven tan hermosa y sumamente rica lo motivaron a regresar a La nueva España. Regresó pues y se hospedó en un mesón cercano a la capital. Al comenzar a anochecer salió a buscar a su amada, para lo cual tenía que atravesar ese puente donde dio muerte al fraile.
Al momento de atravesarlo una visión espectral lo detuvo en seco, ante él estaba un cadáver putrefacto con jirones de ropa que en otros tiempos debieron de haber sido los hábitos de un fraile. Estaba dispuesto a gritar pero una fría mano se aferró a su garganta y sus ojos se apagaron.
Al día siguiente encontraron al joven portugués muerto con los ojos abiertos y sobre él estaba el esqueleto de un fraile con un puñal atravezado en la cabeza. Cuentan que todo ese tiempo el fraile estuvo esperando con paciencia el regreso de este joven para tomar venganza y velar por el bienestar de su ahijada.