Trabajo en un centro de tránsito y zona de aparcamiento que fue construido recientemente, y cuando se hace tarde es mi trabajo cerrar todo hasta la mañana siguiente, y patrullar la oscura instalación con sólo el apoyo de una radio conectada al departamento de policía local. Es un procedimiento bastante sencillo, tomándome alrededor de diez minutos cerrar todo y de quince a veinte minutos la ronda de patrullaje, que hago cada hora.
A eso de las tres de la madrugada, estoy exhausto por mi jornada de ocho horas, pero aún me quedan otras cuatro horas para terminar mi turno. Me dirigí al centro de operaciones (una manera sofisticada de llamar a una habitación con una silla y varios monitores) y comencé mi asenso por las rampas. Escuchaba el eco de mis pisadas, y me di cuenta de que el ambiente estaba más tranquilo de lo normal. Podía oler el típico hedor de las heces en los basureros, que los vagabundos del área utilizan como sanitarios. Tuvimos que clausurar los baños públicos para prevenir daños, robos, vandalismo y, principalmente, las muertes por sobredosis a la mitad de la noche.
Finalmente llegué al último piso y llamé al elevador. Pegué mi frente contra la puerta, sintiendo el aire helado que manaba del hueco del ascensor mientras éste subía hasta mi piso. Cuando llegó, entré y fui a la planta baja, y de ahí a mi oficina, usando mi tarjeta de empleado para abrir la puerta.
Generalmente la puerta se queda a medio cerrar, así que le di una patadita para que reaccionara y me dirigí a mi escritorio. La computadora que conecta a las cámaras es digna de ser llamada prehistórica… estoy bastante seguro de que ni siquiera las siguen fabricando; esto sin mencionar que el internet es tan lento que la transmisión toma una eternidad en actualizarse. Así que me siento ahí a hacer mi nuevo pasatiempo: verme caminar con un retraso enorme en la imagen.
Me senté a verme ser agredido por el ridículamente cálido clima. Me reí de mí mismo al verme descansar la cabeza en el frío metal de la puerta del elevador. Cuando la puerta se abrió y el área a mi alrededor se iluminó, se me congeló la sangre.
Había un hombre parado a no más de dos metros de distancia, observándome.
Mientras entraba al elevador, él corrió hacia las escaleras, de inmediato subiendo los escalones. Mi corazón se aceleró al ver que llegaba al siguiente piso a la misma velocidad que yo lo hacía… al cuarto… al tercero… sin la mayor dificultad estaba llevando el mismo ritmo que el elevador. Mis orejas empezaron a arder cuando sentí que toda la sangre se me iba a la cabeza, me empezaba a costar respirar… Vi la puerta del elevador cerrarse y él me seguía el paso de nuevo, acercándose más y más tras cada esquina. Vi cómo me alcanzó al abrir la puerta, queriendo entrar después de mí.
Estaba DENTRO del edificio…
Seguí viendo, sabiendo que debía dejar de hacerlo. No lo podía encontrar… luego entendí por qué: había cerrado la puerta en su cara, lo que significada que…
Mientras revisaba la habitación, eventualmente comprendí que estaba solo. Me puse en contacto con algunos oficiales para que vinieran. Ellos revisaron todo el edificio, me sermonearon por «no prestar atención», y se fueron. El resto de la noche lo pasé en esa habitación. Revisé cada video meticulosamente, pero nunca lo volví a ver. Ahora cada vez que voy a trabajar, sigo teniendo la sensación de que estoy siendo observado…