La Procesión

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Escrita por: Beasvi (Colombia)

He tenido la grata oportunidad de visitar en varias ocasiones esta página a la cual llegué por accidente y me quedo gustando muchísimo. Me trajo a la memoria un cuento de mi niñez, me gustan las historias no digamos de terror pero sí esas que te ponen tenso y te llevan a sentarte en el borde de la silla y en lo que escuchas un sonido de improviso pegas un brinco para quedar pegado del techo.

Aunque suene trillado, te felicito por la excelente página y por supuesto felicito también a todos los que se han compartido sus experiencia, o el relato de alguna historia conocida en su localidad o de familia, pues entre los muchos que he leído no me he encontrado con ninguna mala o sosa. Bueno no hagamos más extenso el saludo y paso a compartir mi relato con Uds. Y es como un pequeñito homenaje para mi Bisabuela quien me crió y educó hasta mis veinte años (disculpen mi mala redacción, espero hacerlo lo mejor posible, y que mi memoria no me falle)

Lo que les voy a contar a continuación sucedió en la ciudad de Cali – Colombia 
A principios casi mediados del siglo pasado (1.920 – 1935)…, no había luz eléctrica háganse una idea y quien me la contó a mi fue mi “mamita” (bisabuela) quien nació a por los 1.897 (murió de 102 años…totalmente lucida en Enero de 1.999,  casi matricula para el siglo XXI…) “Que Dios Te Bendiga Mamita” 
 

LA PROCESIÓN

Sucede que eran dos hermanas (solteronas) que vivían en uno de los barrios más viejos de Cali (El peñón) y eran muy dadas a la comunicación (entiéndase chismosas), a las cuales les gustaba sentarse en la ventana de su casa a  averiguar de la vida ajena. Por supuesto para ese entonces no existía TV. Y  no creo que tuvieran radio, así que como sabrán muchos o les habrán contado sus abuelos la gente se acostaba con las gallinas (tempranito), pero a estas dos les encantaba quedarse a ver o fisgonear por la ventana a qué hora llegaba sultanita… “ y después se dice una niña de su casa”… comentaban las mismas, o a ver quién visitaba a la viuda de la cuadra después de las siete de la noche…. O si fulano llegaba borracho “jum hoy hay función en esa casa “… comentaban las susodichas.

El caso es que así pasaban muchas de las noches las hermanitas, hasta que llegó una noche en que vieron que a lo lejos se acercaba una procesión... Se preguntaron “¿De qué santo será?” "¿Qué fecha es hoy?", preguntó una a la otra... y no daban con un santo ni fecha que les indicara el motivo de tal evento.

Poco a poco la procesión se fue acercando con la tenue luz que ofrecían las velas de los participantes y las hermanas seguían sin dar con el santo o la razón mientras seguía avanzando poco a poco y dicho por ellas mismas, empezaron a sentir algo raro, pesado... peroooo la curiosidad pudo más!! Vieron cómo pasaba frente a su ventana la procesión y tratando de distinguir a quien veían allí conocido notaron que todos los de la procesión llevaban unas capuchas (al estilo de monjes, o franciscanos) de manera que no se les veía el rostro. La procesión se iba alejando y es cuando unos de los participantes rezagados se acerca hasta la ventana y le dice a una de las hermanas que por favor le guarde esa vela (estira el brazo y le acerca algo...) hasta mañana que la vengo a buscar...

Cuál es la sorpresa de la pobre mujer cuando al recibir la “VELA” se da cuenta de que es un hueso, un hueso de canilla, y en el acto cayó desmayada y la procesión, que era de ánimas, desapareció…

Al día siguiente empezó el vía crucis de la mujer, se acercó hasta la Iglesia y el padre no la pudo ayudar, pues el problema estaba en que al día siguiente que el ánima fuera a buscar su “VELA” se la llevaría consigo (es decir, moriría la hermana chismosa). La pobrecita averiguó con curanderos, brujos, conventos, hasta que dio con alguien que le dijo que se consiguiera un recién nacido y que al llegar el ánima a buscar su vela pellizcara al niño que su llanto la espantaría.

Por su puesto el problema estaba en conseguir un bebé recién nacido y que su madre accediera a prestárselo; por fin consiguió una mujercita de esas de campo recién llegada a la ciudad que no tuvo problema en facilitarle su bebé y así fue como la bendita chismosa se salvo “¡¡¡Santo remedio para las dos!!!”... después de semejante susto... ¿quién no?.

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