Razones.

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He hecho una lista con razones para mí muy importantes, y quedó algo así.
En motivo de estas fechas, quise compartirla con ustedes. 😊

Razones por las que Dios debería amarme (según yo):

Soy divertida con la gente que me cae bien.
Me gusta la música como a él.
Soy una artista.
Sé cantar.
Me gustan mucho los Salmos y los Evangelios (aunque no leo tanto el RESTO de la Biblia)
Me agrada la mayoría del tiempo.
Lo amo, aunque sé que no siempre de la manera en la que se merece.
Soy obediente, o al menos al final lo soy. Bueno, eso espero. (Ya no estoy tan segura de este punto).
Me encanta servirle, aunque a veces me cueste el área del servicio hacia los demás.
Soy imperfecta, pero de todos modos me intereso por él.
Fallo, pero igual intento.
Tanto paciencia con los niños.
Me gusta enseñar.
Y... pues creo que allí se termina la lista.

Imaginé que podría ser mínimo, un poquito más larga. En fin, es lo que hay hasta ahora.

Razones por las que amar a Dios:

Me creó desde la panza de mi bella mamá. E incluso antes del tiempo, yo estaba en sus planes.
Me hizo conforme a su imagen.
Preparó para mí una tierra tan bella y sustentable (lástima que la estemos arruinando).
Se interesa hasta en el más mínimo detalle de mi vida.
¡Conoce la cantidad exacta de pelos que tengo en la cabeza! Eso es algo muy interesante porque cambiamos el pelo o se cae constantemente, por lo que es una información que tiene que actualizar todo el tiempo.
Es más inteligente que yo y que todos los científicos de este mundo, y por eso dejó un universo lleno de misterios por descubrir.
Me dio el don de cantar y todo lo demás que más o menos sé hacer (incluso la escritura).
Me llamó por mi nombre, no el que mis papis me pusieron al nacer, si no que me llamó hija, princesa, amiga, coheredera de Su Reino.
Me adoptó y desde entonces él es mi padre, madre, amigo, compañero y todo lo que pueda necesitar.
Me ama más allá de toda imaginación posible.
Demostró ese amor desde el día en que nos creó, al darnos la capacidad de elegir amarlo o no.
Aun cuando le fallo y peco contra él, me perdona y me da otra oportunidad.
Envió a Jesús a dar su vida por la mía.
Nos dejó al Espíritu Santo para que podamos escuchar su voz y nos guíe.
Venció a la muerte y compró mi vida a precio de sangre. Sé que muchos no comprenden esto, pero literalmente Jesús lloró sangre por el dolor del pecado del mundo que él NO merecía.
Se sacrificó por puro amor y obediencia.
Incluso cuando tuvo miedo siguió adelante porque en su mente yo estaba ahí también.
Me da todo lo que necesito y más de lo que merezco.
Me escucha por más que yo no lo haga la mayoría del tiempo.
Es amable, amistoso, tierno, considerado, comprensivo con mis debilidades, fuerte y me ayuda cuando se lo pido.
Siempre está ahí, él nunca me deja sola.
Me proteja con su amor.
Me corrige cuando me equivoco bien feo.
Me consuela cuando algo malo me pasa.
Le gustan mis canciones hacia él.
Me hace parte de su sueño de salvar al mundo. Es el mejor súper héroe que jamás existió o vaya a existir, porque no necesitaba súper poderes alucinantes, todo lo que él hacia es amar.
Me mostró un camino diferente, uno en donde yo era útil, inteligente y capaz.
Me hizo justa, no por mi propio entendimiento, o mis logros o lo que yo sea capaz de hacer, sino porque Jesús me justificó delante de Dios, gracias a lo que él hizo en la cruz.
Se hizo hombre por mí, para ponerse en mi lugar y sufrir lo que todo humano sufrió.
No me rechaza nunca, siempre está listo para recibirme con los brazos abiertos.
Es perfecto, por lo que es una maravilla que un ser tan perfecto use a alguien tan imperfecta como yo para Sus planes.
Nada me puede separar de su amor, no sólo porque la Biblia lo dice, sino porque lo demostró un millón de veces al seguir a mi lado a pesar de mis millones de errores.
No se vergüenza de mí, no le pesa llamarme hija, no le da pena decir que me ama con locura y haría lo que sea por mí.
Aun teniendo todo el poder del mundo para solucionar todos los problemas y quitar toda la maldad, nos hace parte de su obra, de sus planes, de sus proyectos, por más que él pueda solo, nos involucra porque le encanta trabajar con sus hijos.
Es tardo para la ira y rápido para perdonar (no como yo que puedo ser bastante rencorosa).
Su amistad es un privilegio, pero no es exclusivo. Él siempre está ahí, accesible para cualquiera que lo busque.
Siempre me da paz, jamás me aconsejó algo perjudicial para mí (a pesar que sí parecía así a veces, pero al final le tuve que dar la razón de que su voluntad es mucho mejor que la mía).
Tiene siempre todo bajo control, por más que yo sienta que todo se me sale de las manos. Él siempre encuentra la forma de decirme de algún modo que todo va a estar bien y que nada se escapada de su control.
Se esfuerza por alcanzarme, como un padre preocupado que anhela que su hija lo conozca y pase tiempo con él. O como un novio tan enamorado que hace lo que sea por ganarse el amor de su amada.
Siempre tiene palabras dulces para mí.
Su misericordia es tan grande que sobrepasa todo entendimiento, pero no me quejo de ella.
Es tan fiel que apuesto a que si pudiera tendría un tatuaje con mi nombre en su pecho, justo encima de su corazón. Su fidelidad me sorprende porque a él no le importa si yo no soy fiel, o más bien, aunque yo sea infiel, él soporto, espera, todo lo sufre, me tiene paciencia y continúa luchando por mí. Es tan bueno conmigo.
Me acepta tal y como soy, con mis buenas cosas (que son menos de los que me gustaría jaja) y mis meteduras de patas (que son más de lo que me gustaría jaja).
Pero lo más bello de todo, según yo, es que Él me amó primero. Antes que nadie y más que ninguno, su amor por mí no conoce de límites.

Podría seguir toda la vida con más razones... Pero creo que se entiende el punto. No hay ninguna razón lógica por la que Dios debería amarme, pero cada día, encuentro más y más razones por las que amarlo con más fuerza.
Espero vos también las encuentres.

Nos vemos la próxima, felices fiestas, y por cualquier cosa, aquí nos leemos.

Con amor, Poly.❤😊😍

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