Volver A Nacer.

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Buenas tardes noche, querido tú. Sea quien seas, estés donde estés, te saludo con mucho amor y cariño en este día.

Hoy, es un día especial para mí, por la simple razón de que estás en mi vida. Sí, sí, lo sé, siempre digo lo mismo, y hasta parece mentira ¿no? Pero te aseguro que siempre que lo digo, es con todo el corazón.

❤❤❤

Hoy quiero hablar de algo importante para mí, algo de lo que vengo reflexionando últimamente.
Primero que todo, quiero agradecerte por estar leyendo esto, por darme una oportunidad de entrar a tu casa y charlar un ratito con vos a través de la pantalla. Gracias por regalarme tu tiempo, que es una de las cosas más valiosas que hay. Como verás, el clima del capítulo de hoy está un poco serio, pero no te preocupes, no es que estoy triste ni nada; más bien, decidí ser una poco más simple, más accesible, sin tanto gifs, ni colores o exclamaciones exageradas (que es muy yo, jaja😊). Quise que lo leas de corrido, sin distracciones visuales, como si en este mismo instante, tuvieras un libro en tus manos o mi voz hablándote justo a lado tuyo.

Como mucho, podrías poner algo de música si querés, pero sin más preámbulos, comencemos.

Yo estoy lista. 😊😉

Sabés, desde que inicié el blog tuve siempre una meta muy clara: hablar en todo momento de mis experiencias y lo que fui aprendiendo a lo largo del camino.
Para algunos, puede que sea algo sin valor, pero para mí, la honestidad es invaluable. Por eso, cada vez que escribo, dejo una parte de mi corazón a la vista de vos, amado lector, con un poco de miedo tal vez, pero siempre con amor y esperanza. Esperanza de poder ayudarte en alguna forma, por mas diminuta que sea.

Desde hace uno tiempo, me he sentido insatisfecha con mi propia vida. Insatisfecha en todos los sentidos posibles. Me he sentido defraudada de mí misma, de quien soy y quien "podría haber sido" si hubiera hecho esto o aquella cosa.
Para ponerte en contexto, vivo en una sociedad extremista, en el sentido de que o las cosas son o muy "buenas" o muy "malas". En mi cultura y país, tener casi veintidós años, estar soltera, sin trabajo ni estudio terciario o universitario, se considera prácticamente un pecado. Es como si para la gente tu vida debería ser de las forma que "siempre fue" —cosa que para mí no tiene sentido porque nada nunca fue igual siempre, ya que todas las cosas cambian—, y si no lo es, sos básicamente un cero a la izquierda, traducción: no servís para nada.

Ha habido días en los que me costaba incluso ir a la Iglesia, por el simple hecho de que tenía miedo de que alguien me pregunte de qué estoy trabajando, y como me niego a mentir, tener que decirles que estoy desempleada, viviendo con mi padre y encima, soltera. Automáticamente, siendo honesta, ha habido gente que miraba mi ropa o lo que sea que tenía como si pensara «seguro se lo compró el pobre padre, es una mantenida». Porque sí, me lo han dicho a la cara también.

Quiero que entiendas, que esto no es una carta para quejarme y llorar como loca para que luego alguien me diga, pobre Poly, digámosle que es linda o algo así. Esto es para que veas algo que yo no vi por mucho tiempo y que me hubiera venido genial que alguien me lo haya dicho unos meses atrás.

Como te dije, empecé a creerme todas las opiniones negativas que recibía del exterior, hasta el punto de vivirlas. Me sentía como un mueble viejo y desvencijado, que solo esta ahí para juntar polvo y estorbar.
Cada vez que comía me sentía culpable, por estar comiendo la "comida de mi padre". No quería recibir ni un solo peso de nadie porque sentía que estaba abusando de mi familia, de mi Iglesia y hasta de Dios. Sentía que no tenía ningún valor, claro que, jamás llegué al punto de siquiera pensar con terminar mi vida porque, como siempre, Dios es fiel y de alguna forma me mostraba que él seguía conmigo.

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