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C A P Í T U L O 1

Celine.

Nunca había sido buena manejando mi nerviosismo, mis manos se ponían torpes y temblorosas agrgando que sudaban de una manera increible pero tambien habian diferentes partes de mi cuerpo me delataban y aunque con el tiempo habia aprendido a ocultarlo, tanto mi padre como mi madre lo notaban por mas minimo que fuera, asi que ayer en una discusion bastante acalorada con mi progenitora por la supuesta gran noticia que tenian para mi—que por cierto no lo era—mis manos comenzaron a sudar y mis movimiento se volvieron bruscos y torpes, un sentimiento desagradable se instalo en mi pecho mientras la escuchaba dar la noticia de que mi tia Julie y Kael—mi primo— se  mudarian a Dallen y mientras eso pasaba ellos vivirian con nosotros, pase por diferentes tipos de sentimientos en menos de diez segundos.

Sorpresa.

Confusion.

Angustia.

Miedo.

Nerviosismo.

Por supuesto no había felicidad, mi tía me agradaba pero  nunca habíamos sido cercanas, ella venia solo lo veranos y cuando eso sucedía mi verano se convertía en un infierno y no por ella exactamente si no por el chico que había adoptado, sufrí deferentes tipos de abusos durante mi infancia por la culpa de el y en algún momento de mi vida llegue a odiar a mi tía por eso, por adoptarlo y traerlo a mi casa, la mayoría de mi niñez la aborrecí por ese motivo hasta que crecí y madure. 

Entonces deje de culparla y la ignore pero aunque me negaba a aceptarlo, una parte de mi seguía molesta por sus inocentes acciones, ella nunca supo que su propio hijo abusaba de su sobrina y durante mucho tiempo quise gritárselo pero el ser que tenia como hijo era tan manipulador y convincente que podía poner hasta mis propios padres en mi contra, así que solo calle, soportando todos sus abusos.

—¡Celine se hace tarde!—la ronca voz de mi padre me hace pegar un respingo.

—Ya voy,—grito.

Refunfuño arreglando mi bolso, no quería volver a casa por la tarde, ellos iban a llegar como a las seis de la tarde y yo no quería estar en casa y ver a Kael. Mientras terminaba de arreglarme maquinaba una idea para no venirme de inmediato después del instituto.

Baje las escaleras y fui a la cocina, cuándo llegue, ahí estaban mis padres en un silencio sepulcral tomando desayuno, mi madre parecía aún molesta por nuestra discusión en la cual le había gritado que no quería intrusos en la casa y para dejarlo en claro, el detonante en esa pelea fue una insignificante pero muy dura palabra.

Intrusos.

—Buenos días,—saludé.

—Buenos días,—respondieron ambos.

Mi madre me miro y suspire, odiaba estar enojada con ella. Siempre habíamos sido unidas y no me gustaba que las cosas estuvieran tensas entre nosotras, mi padre nunca decía nada al respecto sobre nuestras peleas porque sabía que las resolveríamos en menos de dos días pero la discusión del día anterior había sido mucho mas intensa y no tenia planeado disculparme, y ella tampoco parecía querer hacerlo así que solo lo ignoramos, lo que siempre hacia mi madre era ignorar la situación y hacer como que nunca había sucedido y esta vez le seguí el juego porque me daba mucha pereza tocar nuevamente el tema.

Cuando acabe mi desayuno fui a cepillar mis dientes y arreglar mi cabello, verifique que no se me quedara nada y baje las escaleras mientras tarareaba una canción, al llegar al salón pude ver a mi madre arreglándole la corbata a mi papá.

—Adiós,—me despedí.

—Pórtate bien, cariño,—dijeron ambos.

Al salir de la casa una brisa movió mi cabello causándome escalofríos, camine al instituto con tranquilidad aún me quedaba tiempo, amaba caminar mientras escuchaba música, era algo relájate, sobre todo en la mañana cuando las calles están un poco despejadas, esta todo en silencio, ves el sol salir y es tan hermoso, mi madre siempre me dice que tengo que tener cuidado, las calles son peligrosas incluso de día, sé que tiene razón pero amo esto.

Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora