Obsesión

XIII

C A P Í T U L O      13

Celine.

Sigo sin acostumbrarme a que llegue de repente, mi corazón salta rápido cada vez que veo esos profundos ojos azules, su presencia no hace más que aterrorizarme, porque cada vez que él está cerca sé que estoy en peligro.

Trago saliva y ruego porque en mi cama haya un profundo hoyo en el que desaparezca.

—¿Te comieron la lengua los ratones?, —pregunta de manera burlona cerrando la puerta detrás de él.

—No...yo—

—Entonces contéstame.

Sus ojos azules brillan con diversión y es lo que más me molesta, aprieto la cobija con fuerza tratando de calmar mi miedo.

—Tal vez James sea el posible asesino de Thomas pero no de Gabriella, sigo pensando que puedes ser tú, —digo con inseguridad.

Él se acerca a mí y yo trato de incorporarme inmediatamente pero él pone una mano en mi hombro dejándome en la posición que estaba.

—¿Qué crees que haces?, —murmuro con nerviosismo.

Él pone una rodilla en la orilla de la cama y se inclina hacia a mí.

—Eres tan ingenua, bonita, —dijo acariciando con una de sus manos mi rostro con suavidad, un escalofrió recorrió mi cuerpo al sentir su tacto, —sigues sin darte cuenta cuando hay personas malas a tu alrededor.

Trague saliva y puse mis manos en su pecho para tratar de dejar un espacio entre nuestros cuerpos.

—Si me doy cuenta, ¿crees que no sé qué tu eres una de esas personas?.

El ladeo su cabeza mirándome unos segundos con total seriedad para luego curvar sus labios en una sonrisa.

—Así que crees que soy una mala persona.

—No lo creo, lo sé, —asegure.

El dejó de acariciar mi rostro y puso su mano justo al lado de mi cabeza igual que la otra, dejándome acorralada bajo su cuerpo.

—Según tú, ¿Por qué soy una mala persona?, —murmuró, —ese amigo tuyo, ¿Caleb?, creo que se llama, tiene una cara de niño bueno y lo parece ¿verdad? Pero las apariencias engañan, así como también la cara de niño bueno de James los engañó.

Sabía lo que estaba intentando de hacer, intentaba dejarme confundida, intentaba que no confiara en Caleb pero no iba a caer en su juego.

Entrecerré mis ojos fulminándolo con la mirada. No iba a mentirles diciéndoles que el espacio entre nosotros no me incomodaba porque si lo hace.

—Eres un cínico, quieres que recuerde todas las veces que intentaste abusar de mí, de tocarme, de besarme, me hacías daño y lo sabias y aun así lo seguiste haciendo, —conteste evitando su comentario sobre Caleb y James.

Sus ojos azules miraban los míos de forma penetrante sin apartarlos, los míos se llenaban de lágrimas cada vez que hablaba sobre aquello. Su cuerpo chocó con el mío y supe qué hace tiempo había dejado de intentar luchar por separarlo de mí.

Su aliento chocaba en mi cuello lo que hizo erizar mi piel, podía escuchar perfectamente su calmada respiración.

—Éramos unos críos, Celine.

—¡Tu sabias perfectamente lo que hacías!, —grite empujándolo con rabia para que se quitase pero no lo hizo, no lo logre mover, —¡Sabias que me lastimabas y aun así lo seguiste haciendo!.