III

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C A P Í T U L O       3

Celine.




Ni siquiera comente algo al respecto, solo asentí con obediencia, no iba a discutir algo que no iba a ganar, tendría que ir con el sí o sí a hacer las compras, con un grito de frustración atascado en mi garganta me di vuelta y camine sin mirar a Kael, a pesar de sentir su mirada no me giré.

Subí a mi cuarto y cerré la puerta de mi habitación para ponerle seguro, no me iba a arriesgar que alguien entrara, chillé tomando una almohada y tirándola con fuerza al suelo. Maldita sea.

Después de lanzar mis almohadas y gritar igual que una niña caprichosa que no consiguió algo, me calme.

Hice mi habitación con suma lentitud, ordenando todo meticulosamente, solo quería hacer tiempo. Cuando ya no tenía que ordenar ni limpiar me senté en el borde de la cama y me lance hacia atrás, con un suspiro de cansancio cerré mis ojos, quería dormir.

Dos toques me hicieron sentarme inmediatamente en el borde de la cama.

—Es hora de ir de compras, bonita.

Apreté el puente de mi nariz, odiaba que me llamara bonita, tomando una respiración profunda me levante para ir al baño.

—Enseguida bajo, —conteste entre dientes.

Con mi mal humor saliendo por mis poros me arregle un poco el cabello, ya me había cambiado ropa, así que solo me puse mis vans y baje con fastidio.

Ahí en el living esta Kael revisando su teléfono, iba vestido con unos jeans negros, unos botines y una camisa blanca, sobre ella llevaba una chaqueta de cuero negra.

Se veía bien.

Pase directo a la cocina, ignorando el hecho de que Kael me llamo para que ya nos fuéramos.

—Pensé que ya habían ido, —dijo mi madre cuando se giró y me vio, ella estaba ahí lavando los platos.

—¿Puedo ir sola?, —mi madre frunció el ceño y suspiro dejando la esponja a un lado, —Kael debe estar cansado con el viaje de ayer, yo puedo ir sola a hacer las compras.

—Pero cariño, ¿Cómo lo harás con las bolsas?, son muchas.

—Tomo un taxi, —dije nerviosa.

Al parecer la estaba convenciendo porque lo estaba pensando, ella me miro y cuando iba a contestar una voz la interrumpió.

—No se preocupe, tengo auto, Además, no estoy cansado, —dijo Kael ingresando a la cocina.

Sentí su mano posarse sobre mi hombro y todos los bellos de mi cuerpo se erizaron, mi corazón latió con fuerza.

Trague saliva.

Mi madre sonrió y asintió, —¿Ves hija?, ve con Kael.

Quise sonreír, pero mis labios temblaron así que solo asentí, la mano de Kael apretó mi hombro con suavidad y sentí su cuerpo apegado al mío por detrás, mi madre se volteó y siguió lavando los platos, sentí la respiración de mi primo en mi oído y trate de separarme pero él no lo permitió poniendo una mano en mi cintura. Apreté mis labios y respire con dificultad.

—Vamos primita.

Él se separó de mí y tomo mi muñeca jalándome hacia la salida.

—Suéltame, puedo ir sola,—gruñí.

El sonrió y me soltó, aliviada lo seguí hasta su auto, me monte de copiloto, después de eso nadie dijo nada, él iba concentrado mirando el camino y yo iba mirando por la ventanilla, no quería ni me interesaba mantener una conversación con Kael en ningún momento. Solo quería terminar las compras pronto.

Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora