XXXIV

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C A P Í T U L O    34


Un mes después.



Celine.

—Cariño tienes que despertar, por favor,—la voz de mi madre es lo primero que mis oídos captan cuando comienzo a recuperar la conciencia.

Confundida intento mover mi anatomía pero mí cuerpo no responde a las órdenes de mi cerebro, intentando relajarme comienzo a recordar cómo es que llegué aquí, unos recuerdos pasan rápido por mi cabeza aterrorizándome cuando miles de imágenes pasan tan rápido en mi cabeza.

Con dificultad intento hacer un movimiento y parece funcionar pues la mano de mi madre toma la mía.

—¿Hija?,— siento sus manos acariciar mi rostro.

Con dificultad, mis ojos se van abriendo de apoco, tan lentamente que duele, la luz golpea mi rostro y los vuelvo a cerrar molesta con la luz.

—Ma...—mi voz esta seca y rasposa, mi garganta duele.

—Tranquila, cariño, no hables.—habla rápidamente, mi vista está perdida en lo blanco del techo, mi cuerpo duele cuando de apoco comienzo a recuperar las fuerzas estando consciente.

—Agua,— susurro a duras penas, necesito sacar esta molestia de mi garganta.

—Sí, cariño de inmediato,—mi vista viaja a mi madre la cual se saca unas lágrimas y me sonríe,—me alegra tenerte de vuelta, princesa.

Ella se aleja, segundos después vuelve ella hablando por teléfono con el vaso de agua en su mano.

—Ella despertó,—habla con felicidad mi madre,—te estaremos esperando,—corta la llamada.

¿Con quién habla?.

Ella aprieta un botón que hace que la cama se doble hasta que yo quedo casi sentada, ella se acerca y pone el vaso de agua en mi boca, con lentitud tomo de apoco, esta refresca mi garganta completamente haciéndome sentir mejor.

—¿Dónde... estoy?,—pregunto confundida.

—En el hospital, cariño.

—¿Cuan-cuanto tiempo he estado aquí?.

Mi madre me mira con un poco de tristeza, —Un mes.

Un mes, cierro mis ojos, ¿Qué ha pasado en este mes?, ¿lo atraparon?, ¿está vivo?, ¿muerto?, ¿se escapó?. Aprieto mis ojos tan asustada, no quiero ni preguntar porque me asusta la respuesta pero tengo que hacerlo.

—¿Dónde está...Kael?,—decir su nombre es doloroso.

Mi madre me mira, acaricia mi cabello y deja un beso en mi frente,—el está en la cárcel, cariño.

Mi corazón late con una pizca de felicidad pero no completamente, tengo miedo de que quede libre y vuelva para hacerme daño, yo no podría pasar por lo mismo de nuevo. Las lágrimas de felicidad amenazan con salir y ya no me importa las dejo caer, mi madre me abraza mientras me pide que me tranquilice.

—El no volverá a hacerte daño, cariño, no lo permitiré.

Sollozo envuelta en los brazos de mi madre.

La puerta suena al ser abierta ambas miramos hacia allí, mi tía Julie entra por la puerta con una mirada triste y perdida, su mirada cae sobre mí y me sonríe con pena, mi madre se tensa al verla.

—¿Qué haces aquí?,—pregunta recelosa,— te dije que no te quería cerca.

—Por favor, solo quiero venir a ver a mi sobrina.

Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora