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C A P Í T U L O       5


Celine.


Mire el reloj que se encontraba sobre la mesa de noche y solté un suspiro, eran cerca de las cuatro de la mañana y yo aún no podía pegar un ojo, las palabras de la nota me habían dejado los nervios a flor de piel, estuve toda la noche de vueltas y vueltas, de vez en cuando miraba la puerta pensando que en cualquier momento Kael intentaría entrar, a pesar de que le había puesto seguro tenía miedo, miedo de que el entrara.

Me gire viendo la ventana, las cortinas no estaban totalmente cerradas y me permitían admirar la hermosa luna que había hoy , redonda y brillante, la única que me hacía compañía, a pesar de que era de noche la luna alumbraba muy bien mi habitación y podía ver bien.

Después de unos minutos o horas tal vez mirando la luna sentía mis ojos pesar, obligándome a cerrarlos y descansar aunque sea unas cortas horas comencé a caer en un profundo sueño.

***

Unos golpes y voces lejanas me hicieron reaccionar, abrí mis ojos con pereza, sentía un horrible dolor de cabeza. Lleve una mano a mi cabeza y gemí adolorida.

—¡Dios mío, Celine!, abre la puerta me estoy empezando a preocupar,— oí la voz de mi madre con tono de preocupación.

—Estoy bien mamá, ya bajo, —dije a duras penas.

—Está bien, apresúrate o si no vas a llegar tarde.

Mire la hora, me quedaba media hora para entrar, bostezando fui a darme una rápida ducha, luego e vestí con el fastidioso uniforme del instituto y guarde mis cuadernos, me peine apresuradamente sin mirarme al espejo, no iba a llegar a tiempo si no me apuraba.

Pasando mi mano por mi rizado cabello tome mi bolso y abrí la puerta quitándole el seguro, baje las escaleras con rapidez y caminé a la cocina para sacar una manzana, no me iba a dar tiempo ni para desayunar.

Cuando estaba por salir de la cocina con la manzana en mi mano, mi madre me llamo.

—Tienes que tomar desayuno, Celine, —ordenó mi mamá poniendo un vaso de jugo de naranja encima de la mesa.

Ma' llegare tarde si tomo desayuno.

—No te preocupes por eso, Kael se ofreció a llevarte, él tiene que hacer unos trámites y pasará por tu instituto, —dijo regalándome una sonrisa.

Mi cuerpo se tensó y apreté la manzana que tenía en mi mano con fuerza, maldito idiota. Justo cuando iba a protestar entro Kael a la cocina sacudiendo su mojado cabello, me hice a un lado con una rapidez impresionante, el tomo una manzana de la frutera y se recargo en el mesón, dándome una sonrisa juguetona mordió la manzana, aparte mi vista de él y la enfoque en el desayuno que había dejado mi madre, a regañadientes comí mi desayuno sintiendo la mirada de Kael.

Cuando acabe mi desayuno, lave mis dientes y salí, Kael estaba recargado en su auto esperándome, cuando nuestras miradas se cruzaron arrugue mi nariz fastidiada por su mirada burlona.

Ambos nos subimos al auto, Kael comenzó a manejar en silencio, por mi parte no tenía nada que decirle.

—¿Cómo dormiste anoche?,— pregunto de repente.

Apreté mis labios y mire por la ventanilla, —Bien.

El rio, —No lo parece.

Puse los ojos en blanco, pude ver el instituto y quise saltar de alegría, los minutos en el vehículo parecieron horas. Entrecerré mis ojos al ver a Caleb entrando al instituto mi corazón salto de alegría, Kael se estaciono frente al instituto y varios adolescentes se voltearon a ver el lujoso auto de mi querido primo frunciendo su ceño. Pase una mano por mi cara, debería haberle dicho que me dejara una cuadra más atrás para evitar ahora todas esas miradas curiosas.

Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora