XVIII

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C A P Í T U L O       18





Celine.

Paso el dorso de mi mano por mis mejillas eliminando cualquier rastro de lágrimas, fruncí mi ceño hipando, instintivamente retrocedí, no sabía quién era él, si era una persona buena o una mala. Nunca en mi vida lo había visto y eso realmente me asustaba.

El...¿Había dicho mi salvación?, ¿Qué clase de broma era esta?. Porque justamente ahora no era el momento preciso para venir a molestar.

Sin decir nada levante mi celular del suelo y lo guarde en mi bolsillo.

—Oye llorona, —escuche como había la puerta del auto y mis alertas se encendieron. Con rapidez camine cuesta abajo hacia el hospital donde yacía Caleb ya muerto, —¿sabes? Es de mala educación dejar a una persona hablando sola y más si es tu salvación.

Me detuve y lo mire por sobre mis hombros, estaba a varios pasos más lejos de mí y verdaderamente me aliviaba, porque no me había seguido solo había bajado de su auto y se había quedado ahí de pies, ahora entre la oscuridad de la calle podía ver a un chico contextura delgada, piel blanca, unos ojos oscuros y un pelo negro azabache que brillaba bajo la escasa luz del foco. Sus labios se curvaron levemente haciéndose ver tranquilo.

—Te has equivocado, yo a ti no te conozco y dudo que me conozcas, —musite.

Cuando volví a caminar tan solo unos pasos oí nuevamente su voz.

—Tienes razón, no nos conocemos pero podemos hacerlo, ¿no crees?.

Solté un suspiro y frote mi mano en mi frente sintiendo una leve puntada en mis cienes.

—¿Sabes?, no es un buen momento.

—Ya lo note, un chico te ha roto el corazón ¿verdad?.

Eso no es nada comparado con lo que ha pasado.

—Si crees eso porque me has visto llorar estas equivocado. Mi amigo acaba de morir hace unos minutos.

El chico borra su sonrisa y frunce su ceño.

—Lo lamento.

—Créeme nadie lo lamenta más que yo, —es lo último que digo antes de seguir caminando, escucho sus pasos apresurados siguiendo los míos.

—déjame llevarte para donde quiera que vayas.

—No, gracias. No subo a auto de desconocidos.

El pasa por mi lado y se gana en frente mío caminando en reversa, yo sigo con mi paso apretando mi celular con fuerza.

—Bueno soy—

—Enserio no quiero saber quién eres, solo déjame en paz.

Él sonríe arrogante, —Eres muy descortés.

—Gracias, —digo pasando por su lado.

—Está bien, adiós llorona.

Levanto mi mano sin girarme en un ademan de adiós, escucho su risa a mis espaldas y ruedo los ojos fastidiada.

Camino lo más rápido que dan mis piernas hasta que llego al hospital, entro al hospital empujando la puerta con fuerza sintiendo mi corazón estrujarse cuando veo a Sarah y la pequeña en la sala de espera llorando desconsoladamente justo con Grace, corro en su dirección y lo primero que hago es abrazar a la madre de Caleb y la pequeña murmurando un débil "lo siento" entre sollozos.

Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora