XXVI

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C A P Í T U L O 26.



Celine.

Nunca me había puesto a pensar cual era mi mayor miedo hasta ahora, cuando era pequeña temía a la oscuridad pero con el paso del tiempo me di cuenta que solo son procesos y que a la mayoría le pasaba. Le tomamos miedo a algo cuando ese algo nos marcó en alguna parte de nuestras vidas haciéndola horrible por unos momentos.

Ahora me doy cuenta que mi mayor miedo está enfrente de mí, cualquier persona que lo viera pensaría lo inofensivo que debe ser, un chico atractivo, con buen cuerpo y una linda sonrisa, a nadie se le pasaría por la cabeza que detrás de todo eso hay un hombre cruel y despiadado, capaz de hacer lo que sea para conseguir algo.

Kael es a lo que más temo y él lo sabe, sabe que me tiene en sus manos, capaz de lastimarme a mí y a mi familia, mis amigos y yo soy lo suficientemente cobarde como para no enfrentarlo como debe de ser, él una vez lo dijo.

Siempre está un paso más adelante.

Paso saliva con mucha dificultad y lo miro con miedo.

Sus labios están tan cerca de los míos, puedo sentir su respiración sobre mis labios y el suave roce que el provoca al acercarse cada vez más; sin embargo antes de que nuestros labios se juntaran giro mi rostro causando que sus labios se peguen en mi mejilla.

El ronco gruñido me hace entrar en desesperación y cuando menos lo pienso me veo siendo arrastrada a la casa nuevamente y aunque hago todo el esfuerzo por soltarme, él logra llevarme a arrastras dentro de la casa

Jadeo llena de pánico y trato de quitar su mano de mi muñeca mientras me jala hacia la habitación.

—Kael...no, por favor.

—No quería que fuera de este modo pero no me dejas opción,—gruñe y de un solo tirón logra dejarme dentro de la habitación y lanzarme a la cama.

Chillo espantada por su brutalidad y trato de reincorporarme, escucho como cierra la puerta y le pone seguro y antes de que logre hacer el ademan de levantarme él se sube sobre mi dejándome vulnerable bajo su cuerpo.

El aire parece quedar atrapado que en mis pulmones y no soy capaz de volver a razonar hasta que siento sus manos sobre mi cuerpo, acariciando con ferocidad y haciendo pedazos mis prendas.

Había visto miles de casos de chicas abusadas, testimonios de lo cruel que habían sido con ellas, como esos hombres crueles se habían adueñado de sus cuerpos por placer, solo para satisfacerse y cuando creí que no me iba a pasar a mi llega el, tratando de arrebatar todo de mí.

La realidad me golpea y me veo luchando con Kael, en unos gritos llenos de espanto y pánico, todo a mi alrededor parece hacerse cada vez más pequeño, los gritos de Kael no los percibo muy bien, solo logro escuchar el sonido de la ropa rasgarse y mis suplicas para que me deje en paz.

El miedo consume todo mi sistema, y los músculos de mi débil cuerpo se tensan tras su contacto, y a pesar de todos los gritos, llantos y suplicas, él me ignora y besa mi cuerpo con demanda, con ferocidad y brutalidad, lloro tratando de soltarme de la cárcel que causan sus brazos, mis manos luchan contra las suyas sin éxito, nunca me había rendido, siempre había luchado pero ahora no podía, mi fuerza se estaba yendo como agua entre las manos.

La rendición envolvía mi cuerpo, ya mis suplicas ni mis llantos lo detenía, él iba a arrebatar lo que toda mujer protege hasta que siente que es necesario.

Esta situación la encontraba lo más repugnante y humillante que podía pasarle a una mujer.

La humillación que me estaba proporcionando no se me iba a olvidar jamás, pero estaba segura que era lo que quería.

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