XL

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 C A P Í T U L O 40



Celine.

Me asome a la ventana y mire a través de ella como unos niños jugaban y reían, llenos de barro pero disfrutando inocentemente la vida y en el fondo desee volver cuando era niña, cuando no conocía aun a Kael, disfrutaba jugar en el patio o ir simplemente al colegio y entretenerme con mis compañeros, la vida fue muy injusta conmigo, me arrebato todo eso a una edad muy temprana, la maldición en mi vida fue Kael, la piedra, el estorbo, siempre había sido él. No entendía porque sus malditos recuerdos me seguían atormentando.

Era mi segunda semana encerrada en la casa, por supuesto no me iba a arriesgar y salir a la calle, ya no era segura, al menos por ahora, después de llorar en los brazos de Alec fuimos directamente a la comisaria, ellos ya sabían el caso así que dijeron que iban a estar al tanto de todo y comenzarían la investigación de inmediato, aun así todo era inquietante para mí, había estado un buen rato en shock, no sabía qué hacer, que decir, mis piernas fallaban a cada momento, así que rápidamente volvimos a casa, Alec sumamente alterado le conto todo a mis padres y como era de suponer pusieron el grito en el cielo y más que rápido aseguraron absolutamente todo en la casa, habían pedido que vigilaran la casa y así lo hicieron. Unos oficiales rondaban la casa cada cierto tiempo.

Me abrace a mí misma y seque una lágrima que sin mi permiso había derramado, me sentía como la mierda, sinceramente. Todo lo que había avanzado lo retrocedí en un par de minutos, Peter sin duda se enteró y me vino a visitar y aunque no quería que nadie me molestara el llego, me hizo bien hablar con él, le conté cada una de mis emociones y me ayudo a enfrentarlas de apoco junto con Alec; sin embargo, tenía desconfianza del mundo exterior.

Los golpes en la puerta de mi habitación me despejaron de todos mis pensamientos y suspire.

—Soy Alec, mi amor.

—Pasa,— camine hasta mi cama y sonreí amablemente al verlo entrar, se notaba que hace poco se había duchado, traía aun su pelo mojado y el olor de su colonia y una mezcla de olores cítricos dejo que se impregnaran en mi habitación.

—No pensé que estarías despierta tan temprano,—camino hasta mí y se inclinó dejándome un beso en los labios.

—Es...no he podido dormir bien,—confesé en un balbuceo.

—Lo entiendo, te vine a buscar, abajo está el oficial y nos trae noticias,—dijo acariciando mi mejilla diciéndolo de una forma dulce.

Me levante de inmediato,—Claro, vamos, vamos,—dije ansiosa.

Ambos bajamos al salón y ahí estaban mis padres conversando con el oficial.

—Hola señorita, McGleen,—Nos estrechamos la mano, también saludo a mi novio y nos sentamos todos para escuchar lo que diría.

—Después de una investigación profunda, por cierto muy delicada, dimos con la personas causantes del susto que le dieron a la señorita presente,—saco una Tablet y al parecer busco algo, la giro hacia nosotros y en ella pudimos ver una imagen de un chico de más o menos dieciséis años,—él es Jason Clarck, tiene dieciséis años, el dio sus respectivas declaraciones cuando lo arrestamos, menciono que lo había hecho por simple maldad,—Sentí a Alec tensarse a mi lado,— había escuchado de la noticia y por simple estupidez lo hizo, Jason Clarck fue el que te mando el mensaje, —Volvió la Tablet hacia él y deslizo su dedo para luego mostrarnos otra fotografía de otro muchacho,—Él es Ian Wood, tiene dieciocho años y su declaración fue la misma, lo hizo por simple maldad, él fue el joven que la siguió por unas calles, encontramos cámaras que lo tiene grabado así que está en la cárcel por ahora mientras el juez toma una decisión, el menor quedo en libertad pero se le harán hacer acciones sociales durante todo el año. También hablamos con los padres y están de acuerdos en los castigos que el oficial Hall tome para ellos.

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