XXXI

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C A P Í T U L O 31

Celine.

Incomodo.

Así podía describir la situación. Un hombre delgado ya un poco viejo cruzo por la puerta con un aire de elegancia y misterio. El azul intimidante en su mirada me hizo estremecerme en mi lugar mientras el con su mirada recorría cada espacio del salón mientras en su mano sujetaba una copa de vino.

Tenían la misma aura de misterio, elegancia y arrogancia en la mirada, después de todo, él era su padre, Kael tenía muchos rasgos del anciano, si no fuera por las arrugas se parecerían demasiado.

—Es un gusto ver cómo has decorado la casa, Kael.

El mencionado lo miro sin decir nada, desde que había llegado no había mencionado nada más que "Padre", Kael se encargó de examinarlo nuevamente y suspiro rendido dejándose caer sobre el sillón.

—¿Me dirás que haces aquí?.

El hombre sonrió antes de beber una copa de vino y se levantó, por alguna extraña razón desde que ingreso a la casa no me ha tomado en cuenta, como queriendo asegurarse de algo, el viejo se acercó a mí, lanzándole una mirada de soslayo a su hijo.

—No te acerques a ella.

Kael se levantó más que rápido y se interpuso en el camino del hombre, el cual lo miro con una pequeña sonrisa y retrocedió unos pasos.

—¿Cuáles son tus modales, hijo?. Solo quería presentarme ante la bella señorita.

Kael frunció su ceño y me dio una rápida mirada, se alejó unos pasos hacia el lado.

El hombre captando la acción de Kael se acercó y me tendió la mano, con nerviosismo y mirando de reojo a Kael la acepte, el como un caballero beso el dorso de mi mano y me regalo una sonrisa acompañada de una divertida mirada.

—Un gusto, Mark Pride.

Trague saliva con nerviosismo y le sonreí a duras penas.

—Ce...Celine.

—Eres muy linda, Celine.

Sentí el calor subir a mi rostro y aparte mi mirada rápidamente, sentí a Kael ganarse a mi lado y poner su mano sobre mi pierna masajeándola, inmediatamente intente apartarla pero el dio un disimulado apretón de advertencia.

Cerré mis ojos con fuerza y mordí mi lengua para no soltar cualquier barbaridad delante del padre de Kael.

—Entonces...¿me dirás que haces aquí o prefieres que te eche de la casa?.

—Tienes bastante del carácter de tu madre

Kael lo miro casi rabioso por su inadecuado comentario y se levantó ganándose frente a él.

—Quiero que te vayas.

—Por favor, hijo. Vengo recién llegando y ya quieres que me largue.

—Si no me dices la razón por la cual estas pisando esta casa, prefiero que te devuelvas a tus lujosas empresas.

El anciano volvió a sentarse e hizo el ademan a Kael para que imitara a su acción.

—Venía a hablarte de algo similar, Kael.

—¿Qué?

—Vine hasta aquí para que nos vayamos a Francia, ya lo habíamos hablado, ¿lo recuer—

—Claro que lo recuerdo,—afirmo a la defensiva,— Me haré cargo de esa empresa que está en Francia a cambio... de que me ayudes con los pasaportes y también necesito identidades falsas.

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