Obsesión

XXXVI

C A P Í T U L O    36

Un mes después.

Celine.

Juego con la manga de mi chaleco sintiendo la mirada de Peter, el psicólogo al cual me derivaron por mi trauma, sinceramente sus consultas me han hecho bien, no al cien por ciento pero me ha ayudado a superarme de apoco a cada uno de los recuerdos— a pesar de ser hombre— he logrado estar en el mismo lugar a solas con él, claro, sintiendo ese miedo que trato de disimular, las primeras sesiones fueron difíciles, pedí cambio más de tres veces, lo insulte, le grite, mi madre estuvo presente porque no soportaba estar con un hombre a solas, él era joven y guapo, siendo sincera.

Y era a lo que le temía.

Después de vivir lo que viví, me volví tan desconfiada, me sentía atrapada en un mundo sin conocer a nadie, sentía que mi única seguridad era estar en mi habitación encerrada, no quería interactuar con nadie.

Si bien la muerte de Kael había traído un poco de paz a mi vida, seguía presente en mis pesadillas, los recuerdos seguían presente pero sabía que lograría salir adelante.

Me había costado un mundo desenvolverme ante Peter, la desconfianza y la falta de seguridad en mi me hacía pensar que era la peor persona del mundo por hacerme recordar en algunas sesiones, incluso lo odie por hacerme llorar frente a él y ante mi madre, no quería verme débil pero lo era, poco a poco comencé a entenderlo, tenía que afrontar cada uno de los recuerdos y pesadillas, tenía que ser fuerte, no podía dejar que Kael —ya muerto— me siguiera atormentado como si el siguiera vivo.

Ahora después de un mes puedo decir que estoy comenzando a librarme de cada uno de los dolorosos recuerdos, siguen ahí pero mientras le siga tomando importancia nunca me librare de ellos, estoy intentando convivir con mis demonios y siento que lo lograre.

—Para lo sucedido has progresado más de lo que me imagine, eres más fuerte de lo que pensé.

Sus palabras me ayudan, es increíble saber que algunas veces las palabras te ayudan más que acciones. Peter es un hombre con una energía inmensa, algunas veces le envidio eso, me gustaría tener tanta energía como el, desenvolverme ante una persona con tanta facilidad, creer en las personas, lamentablemente la vida me hizo ver de otra forma las cosas.

—Yo...gracias a ti por ayudarme a pesar...—mis mejillas se tiñeron, avergonzada mire hacia otro lado, me refería a los insultos y a los gritos que le dije, sentía una vergüenza tremenda por lo sucedido a pesar que ya habían pasado unas dos semanas,— de todo lo que te dije hace unas semanas.

El rió y lo mire confundida. Él se inclinó hacia adelante, frente a frente mirándome con una sonrisa de amabilidad.

—No deberías agradecerme, todo lo que has logrado, lo has logrado por ti, porque eres fuerte y estas venciendo todo tus demonios. Yo sé que no es fácil después de lo sucedido y estoy orgulloso de tu avance y tu familia también lo está,— sus palabras me reconfortan y le devuelvo la sonrisa,—ahora es momento de que des un gran paso, tienes que volverte a integrar a la sociedad.

Mi sonrisa se borra de inmediato al escucharlo. No, no quiero, no puedo hacerlo, yo...las personas, no puedo. Los nervios me consumen y niego con la cabeza repetidas veces cerrando los ojos.

—Celine, tranquila,—dice el con calma, lo veo aterrada ante la idea de volver al colegio, de estar con una multitud de gente, gente que no conozco,— no te estoy pidiendo que te integres mañana mismo, quiero que esto sea de apoco, a tu ritmo. Recuerda, no te estoy obligando, tienes que hacerlo de a poco.

—Yo no sé si estoy preparada para eso.

—Vencer los demonios nunca fue fácil pero arriesgarse es parte del plan para seguir.