Capitulo 17

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—Drew no te volverá a molestar. —sonrió Travis orgulloso.

—¿Qué? —dije sin entender.

—Eso, no volverá a molestarte. —sonrió.— digamos que ayer resolvimos algunos asuntos.

—¿Lo golpeaste? —le pregunté incrédula, el asintió con la cabeza.— increíble Trav, no puedo creer que lo hiciste. —dije con un tono algo molesto.

—¿No te da gusto? —me miró sorprendido.

—Mierda, claro que si me da gusto, pero pudiste haberte lastimado.

—Pero no me pasó nada ¿si? Estoy perfectamente bien, ese idiota apenas sabe golpear. —se burló. Me quedé callada unos minutos hasta que hablé:

—¿Cómo término?

—Un ojo morado, labio inferior partido y creo que un brazo roto. El chico no aguanta nada. —sonrió.— habla mucho, soporta poco. —no pude evitar sonreír.

Nos encontrábamos afuera de mi casa, sentados en el pequeño escalón de la entrada. Travis quería salir a fumarse un cigarrillo y yo lo acompañé; si, yo fumaba. No todos los días, claro. Rara vez lo hacía, muy rara vez.

—Auto amarillo. —le di un golpe en el brazo y el se quejó.— Dios Travis, te acaba de golpear una mujer y te has quejado, tu tampoco soportas nada. —me burlé.

Teníamos esa rara costumbre de golpear el brazo del otro al ver un auto de color amarillo, lo hacíamos desde pequeños.

—Bueno, tu golpeas muy fuerte. —le di una última calada a mi cigarrillo y lo dejé en el piso.

—Claro que si campeón, claro que si. —me miró con una sonrisa y después negó con la cabeza.

—Eres increíble.

—Lo se.

—Que modesta. —dijo con sarcasmo.

—Lo se. —sonreí arrugando la nariz levemente.

—Ven, levántate. —se levantó de un salto, cosa que me sobresaltó un poco. Me tendió la mano, la tomé y me ayudo a levantarme.— ve y toma tus cosas.

—¿Para qué?

—Cállate y ve por tus cosas. —rodé los ojos y entré a casa. Tomé mi celular, cartera, llaves y lo metí en mi pequeño bolso. Salí, cerré la casa y entré en el coche de Tavis, donde el ya estaba.

—¿A dónde vamos? —pregunté, el sólo se limitó a darme una mirada cómplice. El creía que la iba a entender, pero no.— no entiendo tus miradas Trav.

—Vamos al salón de tatuajes.

Debí suponerlo.

Después de 10 minutos de estar sentada en el coche llegamos al segundo hogar de Travis. Entramos y saludamos a los empleados, ya conocidos por ambos.

—¿Qué vas a querer Travis? —preguntó Edward; un chico cubierto de tatuajes de pies a cabeza, cabello negro despeinado y ojos verdes.

—Algo muy pequeño, un nombre.

—¿De quien?

—De Brooklyn. —abrí los ojos como platos.

—Dime que es mentira Travis Robert Anderson. —lo miré amenazadoramente.

—No estoy bromeando, Brooklyn Elizabeth Crawford. —sonrió burlonamente.

—No me digas así. —gruñí.

Elizabeth era mi segundo nombre, la gente no solía decirme así, sólo mis familiares (los pocos que tengo) me llamaban de esa manera. A veces lo hacían para molestarme, ya que, por lo visto, yo me parecía mucho a mi madre cuando ella era joven, cosa que no me parece.

—Bueno, voy a dejar de decirte así, pero me voy a tatuar tu nombre. —sonrió.

—Se me hace muy exagerado.

—Te quiero muchísimo y así es como yo demuestro las cosas.

—Con un 'te quiero' y una hamburguesa me basta.

Y es verdad, me basta con sólo eso.

—Pero a mi no. —sonrió.— mira, voy a tatuarme con henna, esa tinta que se quita a los meses. Más adelante lo haré con tinta permanente. —pensé un poco y después acepté.

De todas maneras, con mi aprobación o sin ella, Travis se tatuaría. Igual, era su cuerpo. A veces siento que es un completo idiota, alguien que no puede ser controlado, un estúpido total.

Pero aún así era mi mejor amigo, y lo quería así.

beside you » ashton irwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora