Capítulo 26

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Terence

Ambas figuras desaparecen, no hay nada de ellos ahí.

Mi bolsillo empieza a pesar, meto mi mano dentro.

Gran error.

La cosa de mi bolsillo tiene buen filo, mi sangre ya no es verde, es roja como la de los otros.

De una forma logro sacar la cosa, era una daga desfigurada, como un camino en Zig Zag.

Un impulso me dice que es para Ed.

Los ángeles caídos se recuperan delo que sea que Satanás haya hecho sobre ellos.

Empiezo a empujar a todos los ángeles caídos que me encuentro en mi camino, al llegar junto a él veo que es el doble que yo.

Tenía su cabello negro mojado por sudor de estar en este lugar lleno de calor.

Sus ojos negros miraban a la multitud en busca de lo que sea que lo haya aturdido.

Su camisa negra y sus pantalones de mezclilla si me los pusiera de seguro que me quedan enormes.

La chica que estaba a su lado continuó las conversación justo donde la dejó.

Sus ojos se llenan de confusión al verme mucho más pequeño que él.

-¿Qué quieres muchacho?- dice abrazando a la chica, ella empieza a jugar con el cabello de él.

Su sonrisa pícara se pegaba a su cara mientras lo llenaba de besos que no sentía.

-Tú destrozaste la vida de mi madre- digo manteniendo la daga cerca de mi cuerpo, me da un escalofrío tenerla tan cerca.

-No sé de qué me hablas- se vuelve a su chica y empieza a devolverle los besos, me lleno de furia por ver su reacción.

Con un movimiento rápido con  la daga, logro hacerle un gran y profundo corte en su mano.

Se lanza hacia atrás, su cara muestra confusión, miedo y venganza.

-¿Seguro?- me acerco a él- una mujer de unos 40, el cabello castaño, ojos negros- mantiene su mano alejada de mí como un animal que fue puesto en cautiverio.

-¿Jessica?- dice agitado, vuelvo a hacerle un corte, pero esta vez en su cara, empieza a gritar.

Sentía las miradas de los ángeles caídos sobre mí.

-Al menos sabes su nombre ¡Enhorabuena!- le digo

-¿Es tu madre?- dice asustado, solo asiento, sonríe- entonces eres Terence, me contó sobre tí- dice con una sonrisa arrogante- claro que debería ya que se trataba de mi hijo- lo miro impactado, ya que lo pensaba tenía la misma sonrisa que ponía cuando ganaba algo.

-Mientes- digo con la daga aferrada a mí.

-¿Miento? Entonces como sé de Adela- me abalanzo hacia él, pero se hace a un lado y me quita la daga- una gran nephilim su hermoso cabello castaño y sus hipnotizantes ojos verdes- las lágrimas empezaban a caer al piso mientras estaba en cuatro patas.

-Es suficiente- dice una voz, luego escucho un golpe muy fuerte, al darme la vuelta Marco miraba con desprecio a Ed, su mano la tiene como si acababa de golpearlo, de echo eso hizo.

-¿Está desmayado?- dice Pablo, la chica mira la escena aterrorizada.

-Claro que no, está fingiendo- dice Marco, toma la daga, en eso Ed reacciona e intenta quitar la daga de las manos de Marco.

Pablo da un grito al ver el cuerpo de Ed peleando como si nunca hubiera pasado nada.

Luego le doy una patada en su cabeza, la hace rebotar en el piso, el rebote hizo que perdiera la daga de su mano.

-Te dije- dice examinando la daga- loco- Pablo mira la daga radiante de sangre.

-P..pero estaba desmayado, debió de ser así por el dolor- dice Pablo, Marco se da la vuelta hacia su dirección, pero no lo mira, mira a la daga, le da una palmada en el hombro.

-Tienes mucho que aprender- se dirige a la salida, pero un montón de ángeles caídos se interponen en su camino- Pablo detrás de mí- dice poniéndose a la defensiva, toma un palo de billar y los mira desafiantes- ¿Quién primero?- dice divertido.

Abdiel

Me quedé dormido en el sofá mientras que Wood en su habitación, mi sueño es raro, mi tía estaba atada a un palo, con su cabello revuelto y tenía lágrimas en los ojos, estoy sentado entre la multitud.

Al darme la vuelta a mí derecha Miguel está sentado, no me mira, solo mira al frente.

Nadie se da cuenta de que estoy ahí, siento una presión en mi cabeza y en el pecho.

Entonces aparece un hombre rubio, y ojos negros, tiene un látigo que está brillando.

-El castigo del ángel - un ruido me deja sordo por un momento, luego vuelvo a escuchar- comenzará por haber dicho 34 palabras contra los primeros hermanos, por lo tanto recibirá 34 latigazos en sus manos- su manos estaban a merced de él.

Entonces el del látigo da el primero, la sangre dorada cae por las manos de mi tía, las lágrimas son mucho más abundantes que antes, pero no emite sonido alguno.

Miguel quita la mirada de la escena.

Miraba aterrorizado la escena, el que sostenía el látigo sonría con placer, otros ángeles miraban la escena igual que él.

Pero unos apartaban la mirada igual que Miguel.

-Arcángel San Miguel- dice la voz de una mujer, tiene el cabello rubio dorado.

-Diana- dice Miguel mirándola y acomodándose en su asiento- ¿En qué puedo ayudarte?- Diana lo mira.

-Solo quería disculparme por la imprudencia de mi hija y que me siento avergonzada por su comportamiento señor- dice con la cabeza baja, no lo mira a la cara.

Miguel ríe por lo bajo igual que sus hermanos.

-No hubo ningúna razón para avergonzarse Diana, tranquila- en sus ojos se expresa la sorpresa.

-¿No?- él niega con la cabeza con una sonrisa.

-Mi querida hija- dice una voz que me hace sobresaltar.

Era el hombre de la esquina.

-Usted- le digo mientras lo miro con odio.

-¿Qué te pasa?- me pregunta confundido.

-¿Qué que me pasa?- exploto- tú me dijiste que Miguel, mi madre y mi padre morirían si Lucifer conseguía lo que quería- asiente con la cabeza, pero me mira como si no me comprendiera- no veo que haya ganado algo- alza una ceja.

-Entonces eres el ser más ciego del mundo- dice mirando a mi tía siendo azotada con látigos- te encontraste a Meredith Du Luac ¿No?- me dice como si fuera un bebé.

-Si- digo vacilante.

-Salió de su escondite para salvar al anticristo- no aparta la vista del espectáculo- ya tiene a la familia reunida- los ojos del hombre de la esquina se llenan de lágrimas- Du Luac está en ColdWater justo junto al anticristo-

-30- empieza a contar el público- 31- otro latigazo- 32- otro- 33- otro- 34- grita el público como si un tiempo se hubiera acabado, lo cual eso pasó.

-Todo esto es culpa de Jev- dice con furia Miguel.

La chica aladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora