Capítulo 27

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Leonel

La mesa directiva se une de nuevo, yo por alguna razón estaba nervioso, debía hablar con Ricardo, o ella me mataría.

Como siempre me siento junto a los gemelos en la parte de mi familia de la mesa, Ricardo se sienta a la cabeza y enfrente de él Du Luac.

Es el único integrante que cambia de la mesa, ya que todos los que están en la mesa son inmortales.

Los Du Luac pueden reencarnar o pueden continuar dónde lo dejaron, todo depende de Lucifer, él controla su vida entera, si vuelven a vivir otra vida o continúan en esa vida.

A los 17 años su memoria vuelve a ellos, mientras no tengan 17 años ningún ser lo puede reconocer, es para protegerlos de sus enemigos, ya que no tienen sus poderes.

Pero cuando mueren de verdad es cuando Lucifer necesita recargar su energía, en ellos está una fuerza vital que Lucifer absorve para continuar en este mundo.

Todos los ángeles lo necesitan, por ejemplo Miguel usa la fuerza vital de los descendientes de Caín.

Cuando se crearon los humanos los ángeles fueron quitados del trono del mundo, en cambio se puso Miedo, porque cada ser les tenía miedo por lo que podían hacer, además el miedo de los humanos por los seres que se encontraban en su camino a la evolución era mucho.

Los ángeles se debilitaron y tuvieron que buscar una fuente de poder, por lo que hicieron que un grupo de humanos los adorarán para conseguir poder, otros dioses les copiaron la idea a los ángeles y de ahí salieron las diferentes creencias.

Ahora los ángeles están sentados, otra vez en ese trono. Se encuentra en el cielo en el castillo de los primeros.

Como en los últimos 17 años el lugar que debería ocupar Meredith está vacío, no lo puede ocupar su madre y sus hermanos están muertos.

Como siempre mis hermanos miran con desprecio a nuestro padre, lo culpan por nuestros poderes, lo cual es cierto, él nos dió sangre de demonio cuando una plaga azotó al Imperio Romano.

No se habló nada interesante en la reunión, la otra familia no vino, solo vino Ricardo y mi familia.

Lo miraba de reojo, él estaba discutiendo con los gemelos, al parecer un mago se metió con un dragón y los culpa a ellos.

-Leonel deja de verme así, me pones nervioso ¿Qué quieres?- dice ignorando a los gemelos que habían empezado a pelearle a él también.

Aclaro mi garganta.

-Es sobre un ángel caído que me visitó- empiezo nervioso- tiene un mensaje para tí- alza una ceja.

-Continúa-

-Quiere que la ayudes a sacar al arcángel San Miguel de la fosa- instantáneamente todos los de la mesa empieza a reír.

-Claro- dice secándose las lágrimas de la risa- ¿Quién es ella?-

-La nieta de Zadkiel, Grace-

-Esto se puso interesante- dice viendo una posibilidad.

Pau

Grace me dejó en mi casa después de la cena, de seguro mi guardiana me matará, son más de la 1 de la madrugada, no soy de dormir mucho.

Al entrar no me la encuentro por ningún lado, de echo no hay señales de ella por ningún lado.

Toda la casa estaba a oscuras, parpadeo 2 veces seguidas para activar la vista nocturna, todo se aclara un poco.

Tropiezo con algo en el piso, al fijarme era mi guardiana, estaba muerta.

En eso se prende la luz, un chico como de mi edad está enfrente de mí, tiene un tatuaje en su brazo derecho, lo cual es extraño tiene 13 años, su cabello es negro y sus ojos azules verdosos, tenía la piel bronceada y unas ojeras, pero se veía muy fuerte.

Su tatuaje era de un dragón con una espada atravesandolo.

En eso supe quién, más bien qué era, un cazador de dragones.

Tenía en su espalda una espada que relucía con la luz que daba la lámpara prendida, era de un color turquesa, tenía decorados

-Meses intentando encontrarte descendiente de Keimera- se acerca a mí sacando su espada, no se de quién habla, pero el enojo solo hizo que le contestara.

-Solo viniste a morir cazador- se pone en posición de ataque blandiendo su espada y tiene una mirada desafiante y profunda, pero no me mira a mí, supongo que estará viendo el terreno en el que peleará.

-Eso ya lo veremos- soy la primera en atacar, le lanzo una oleada de frío al cazador, pone su espada para desviarla.

La oleada lo rodea, se queda inmóvil, antes de que me cuenta su espada me ataca, la evado a duras penas.

La pelea fue llevada hasta la planta de arriba, él daba golpes con su espada y yo intentaba evadirlos, porque esa espada puede cortar la piel de un dragón solo si lo hace cerca de nuestro punto debil, no sé cómo lo sabe.

Algunos de sus ataques no los evadía a tiempo y me costaba un buen dolor.

Era demasiado rápido, a pesar de ser solo un niño.

Hace muchos años aprendí a no subestimar a los cazadores de dragones, eso le costó la vida a muchos de mis amigos.

Empiezo a cansarme, esquivar sus ataques y aparte atacarlo con magia era cansado, además de que no he estado en el infierno congelado en un buen tiempo y él es conciente de eso.

Veo que está sudando, pero no se ha vuelto más lento, yo sí, me ha hecho más cortés y cada vez más seguido.

Pero perdí la batalla cuando tropiezo con la ropa tirada que mi guardiana me dijo en la mañana que levantara, lo cual no hice, karma.

Al tambalarme aprovechó para ponerme contra la pared con su espada en mi cuello, su frío filo me corta, las heridas me arden, la adrenalina ha desaparecido y el dolor, que había sido suprimido por ella, vuelve.

Sus ojos azules verdosos me miran directamente a los míos.

-¿Qué esperas?- digo rendida.

-Eres idéntica a ella- dice fascinado, mueve un mechón de mi cabello- tienes la marca- entonces una flecha es lanzada y queda justo a lado de la mano del cazador.

-Tu tonta obsesión hizo que te expulsaran- un chico con un arco estaba sobre la puerta.

El cazador me suelta, empieza a juguetear con la espada.

-Charlie- dice con nostalgia, pero con un poco de armagura- la última vez que te ví fue cuando te derrote y suplicaste por tu vida- Charlie era un chico como de la edad de veintitantos le ganaba por mucho al cazador, pero él no se dejaba intimidar.

Charlie tenía el cabello castaño y sus ojos eran negros, como un botón, no se le veía la pupila, al contrario del cazador, Charlie tenía una mirada que te hacía querer destrozarle la cara.

-Deja mi presa en paz y busca otra- dice Charlie, la forma de caminar del cazador cambia a enojo.

-Ella no es presa de nadie- dice el cazador con aire de odio- Hun er arvingen til krystalltronen, Kami- Charlie pone una flecha en su arco.

-Det ville være en glede å rive hjertet ditt ut med mine egne hender- entonces el cazador se abalanza a Charlie, corta su arco a la mitad, Charlie gruñe y saca una espada negra, es el doble que la del cazador, pero no se retira de la pelea.

Sin darme cuenta me había atado el cazador a la pared cuando tenía su espada en mi cuello, no podría salir de aquí sin que el cazador me quite las ataduras que me retenían, si él muere seré la presa fácil de Charlie, estoy condenada.

La chica aladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora