Capítulo 44

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Narrador

—Esto es tan aburrido— dice Alastair mientras tortura al humano que estaba acusado de asesinato— quisiera alguien que no haya asesinado a alguien con su auto ebrio— suspira— como extraño a ese chico, sus castigos eran muy buenos— el hombre era arrollado mil veces por un auto que le quemaba la piel y hacía que sus huesos se rompieran por completo para luego restaurarse y como volverlo a sufrir.

—¡Alastair!— gritan su nombre unos demonios que traen a una niña que tenían en sus brazos, Alastair da una sonrisa y quita la espada del pecho del hombre que deja de gritar.

—Pero si es Sili— dice Alastair mientras el alma del hombre era llevado a las fosas que quemarían hasta morir su cuerpo dejándolo a carne viva.

—Lucifer dice que te encargues de ella— Silica da una mirada de terror y Alastair no puede contener su emoción.

—Es todo lo que un torturador necesita para vivir— juega con su espada y la deja en el suelo— tú y yo nos divertiremos mucho, te llevaré a mi parque de diversiones— Silica se retuerce en los brazos de los demonios que la sostenían.

—¡No! ¡Ahí no!— de los ojos de la niña habían lágrimas que salían sin control.

—Sí, ahí sí— los demonios dejan a Silica con Alastair y se van.

—¡Por favor Padre! ¡por favor!— intenta salvarse de la tortura, pero Lucifer solo continúa con una sonrisa en el rostro por haber logrado su cometido mientras Diana admira a Lucifer en su verdadera forma, el cabello rubio que estaba largo y le llegaba a los omóplatos, sus ojos verdes brillosos, igual que todos sus hermanos, además de un cuerpo lleno de cicatrices y esbelto que dejaría a cualquier chica babeante.

La pintura había desaparecido y Diana ve de nuevo el castillo del Rey del Infierno.

Lucifer mira detrás de él al demonio que había llegado.

—Ya están reunidos— Diana mira a Lucifer que se dirige a la puerta, pero antes de cruzar se detiene.

—Sírvete lo que quieras— le dice y Diana mira a todo el Castillo con una sonrisa llena de lo que quería hacer.

Una vez que se habían alejado de esa sala el demonio se dirige a Lucifer.

—Señor, Azrael está aquí— Lucifer deja de sonreír, pero luego saca el anillo que tiene en sus manos.

—No importa, pedí reunirme con todos los príncipes del infierno y él es uno de ellos— el demonio traga saliva, no era seguro que Azrael y él estuvieran en mismo cuarto, ya que había sido el prometido de Meredith cuando los ángeles querían molestar a Lucifer hace muchos años.

Grace

Adam para de reírse al cabo de un tiempo y la confusión había aumentado.

—¿Qué es tan gracioso? tu conjuro salió mal— le espeta Marco, Adam se levanta y toma su espada y se acerca a mí.

—¡Oye aléjate de ella!— le gritaba Pau a Adam, yo estaba paralizada, algo dentro de mí me decía que no me moviera.

Con su espada corta mi mano, un grito ahogado se escapa de Pau, yo miro mi mano, no me duele.

Adam toma mi sangre en su mano y algo sólido se va formando, una varita que al principio era roja y poco a poco se va volviendo blanca, tiene adornos como de raíces que se adhieren a la varita de un color metálico y un grabado en Latín.

Todos se quedan paralizados, Adam la lanza detrás de él y Ricardo, que apenas había llegado, la toma entre sus manos con una gran sonrisa.

—¡Bien hecho!— dice Ricardo con un tono de orgullo hacia el cazador— no podía esperar menos del cazador de negro— Adam se da la vuelta- los ángeles se encargaron de los demonios de New York y cumpliré mi promesa.

La chica aladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora