Capítulo 22

10 2 0
                                    

Abdiel

Death estaba ahí, su aire rodeado de miedo y superioridad siempre me causaba escalofríos y el tenerlo en carne y hueso frente a mí hizo que mis huesos empezaran a doler al igual que mi cabeza. Temblaba y podía sentir todo mi cuerpo llenándose de ese miedo y frío.

Entonces pude sentir un arma punzocortante en mi espalda atravesandola y tomé una bocanada de aire en busca de algo de vida que pueda permanecer en mi cuerpo.

—¿Lo llevarás lejos?— escuché la voz de Death a la lejanía mientras mi vista era únicamente negra.

—No, tú lo harás. 1915— y todos mis sentidos se apagaron.

Mi cuerpo no sentía nada, no escuchaba nada y no veía nada. Lo único que hacía era flotar en un mar sin sensaciones. Entonces intenté gritar, hablar. No había nadie en el mundo que me escuchara porque cada palabra que quería gritar se quedaba atascada en mi garganta hasta que ellos volvieron y pude sentir el golpeteo de las gotas de la lluvia por todo mi cuerpo, después la escuché y finalmente la vi.

Una casa infinitamente grande yacía frente a mí, escuchaba sirenas, pero solo podía sentir como la poca vida que tenía se desvanecía entre mis manos. Una enorme herida atravesaba mi estómago e intentaba moverme o gritar, pero me era imposible. Hasta que escuché el grito que quería soltar, solo que no era mío.

Un niño de cabello negro brillante y ojos azules me tomó y rodó dejando ver mi estómago. Se quitó el pequeño chaleco que tenía y lo presionó contra mi cuerpo.

—Tranquilo, te llevaré con la hermana Marie— sirenas empezaron a sonar y el chico tomó mi mano y la puso sobre su chaleco y supe lo que quería así que presione con todo lo que tenía para intentar sobrevivir mientras el niño arrastraba mi cuerpo en la lluvia.

—¡Matt! ¿¡Qué haces debemos ir al sótano!?— escuché a alguien gritar, esta vez era una voz femenina.

—¡Mer! ¡ayúdame, está herido!— escuché pasos y vi a una chica de cabello rojo pegado a su rostro y ojos verdes que me miraban intensamente.

—¡Por los dioses, Matt! Él no es un soldado, es... algo más ¡debemos irnos!— solté mi herida y tomé su pierna abriendo una visión que me hizo temblar hasta la tan cercana muerte.

—Y-yo... sé... quien... eres.... a-ayúdame por... favor— su mirada desconfiada me recorrió hasta el alma.

—Bien— suelta rendida y junto con Matt empiezan a tirar de mi ropa, pero en eso un estruendo sonó cerca de nosotros. No tardé en entender en qué ese estruendo era una bomba, una bomba que había explotado a una distancia incierta, pero no tan lejana de nosotros— ¡rápido Matt!— gritó la chica tirando con más fuerza y el chico lo hizo igual.

Más voces se escucharon.

—¿Qué creen que hacen?— una voz más adulta y madura hizo que los niños me soltaran.

—Hermana Lauren, está herido necesita de nuestra ayuda— mis ojos se posaron en la mujer vestida con una túnica, velo, cinturón y una pieza larga que cuelga adelante y atrás. Todo su atuendo es de color negro. Debajo del velo utiliza una pieza de tela ceñida al rostro blanca para enmarcar su rostro. Su cabello estaba escondido para mis ojos y solo veía sus ojos de color caramelo mirándome.

—Vayan al sótano, yo lo llevaré— ordena la monja y siento mi cuerpo flotar. Mientras lo hacía sostenía con fuerza mi herida y dolía cada parte de mi cuerpo— ¿qué eres? ¿quién te dijo de este lugar?.

—Nadie... ni siquiera sé dónde estoy— y entonces me desmayé.

Grace

Justo antes de que pudiera reaccionar mi cuerpo se congeló en el tiempo. El ver a Adam atravesar el cuerpo de Abdiel hizo que quisiera asesinarlo. Grité su nombre, intenté moverme, hacer algo, pero solo veía como su cuerpo caía al suelo para luego desaparecer. Mi última familia había desaparecido y no hice nada para detenerlo.

—Te... mataré— dije entre lágrimas y todos me miraron— ¡eres un traidor! ¡un traidor y un asesino!— el cazador movió su espada entre sus manos y sus ojos me traspasaron.

—Sí, lo soy. Soy un traidor y asesino con problemas de ira— empezó a caminar hacia mí— pero no es como si fuera tan fácil dejar de serlo cuando toda tu vida te entrenaron para asesinar sin remordimiento— estuvo a centímetros de mí y podía sentir su arrepentimiento en sus iris azules— pero entre tú y yo hay una fina línea que se llama edad. Yo soy viejo y tu lista de nombres apenas se está escribiendo— cuando su espada desactivó mi regeneración y destruyó los órganos de este cuerpo ni siquiera lo sentí— y entre ellos está alguien en común: alguien que hemos amado. Estamos muertos por el tiempo, pero nunca hay que olvidar esos nombres o seremos aquellos que estamos destinados a destruir— y desapareció.

Todo desapareció y un simple nombre apareció frente a mí y no dudé, no dudé de la veracidad de las palabras que Adam había dicho y como si fuera una simple cerradura en una puerta de cristal que siempre pude abrir o ver a través de ella su nombre destruyó todos los muros que había levantado para ocultarla. Su cabello castaño y perfecto, sus largos dedos y altaneros ojos caramelo, pero sobre todo esa risa que me hizo la pecadora que soy ahora. Aliénor Gulhel.  Oh mi querida Aliénor, aquella que nunca dudó en reír cuando lo necesitabas y aquella que nunca negó aquello que sentía por el amor... tanta perfección que se desangró en mis propias manos en esa habitación de Francia.

"Puedes ser mejor, pero tú debes cambiar y olvidar. Los recuerdos te harán inestable para el tipo de poder que planeo para ti. Te llamarás como mi bisabuela, tendrás un nuevo cuerpo, nuevos hermanos y un nuevo amante. Debes olvidar todo y cae al mundano mundo de los humanos mi querida asesina".

La chica aladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora