Capítulo 41

14 2 0
                                    

Terence

No sé si como lo hicimos, pero todos los ángeles caídos estaban en el suelo, debo admitir que todo lo hizo Adam, solo los golpeaba, pero ellos no sienten dolor.

—Bien hecho— me dice con una mano arriba.

—Pero tú lo hiciste todo— él niega con la cabeza.

—No podría con tantos a la vez, tus golpes los hacían concentrase en tí mientras yo acababa con los que tenía— toma mi mano y la pone con la suya completando el saludo.

—¡Adam!— dice la voz de Pau en las escaleras.

—Buenos días— ella se lanza a sus brazos y él se queda helado.

—Deja de hacer estupideces no volveré a traerte de la muerte— Adam le da una sonrisa y se rasca la nuca.

—Tranquila, solo recuperé mi espada— dice, Pau me mira y yo aparto la mirada.

—Bueno tengo hambre, vamos a desayunar ¡ya se! vamos por unas crepas.

—¿Qué son las crepas?— pregunta Adam confundido a Pau.

—¡Imposible! ¿¡Cómo no conoces las crepas!?.

—No habían en la montaña, normalmente comíamos lo que cazabamos.

—Entonces hoy es tu día de suerte ¡vamos!— los otros ya estaban abajo y siguieron a Adam y a Pau que iban por las crepas.

—Vamos Terence— Marco se acerca a mí y me avienta con la intención de regresarme al mundo real.

—Sí— voy junto a él y Pablo.

Pau

¿Cómo que nunca había probado las crepas? entiendo que viva alejado del mundo y que en el infierno no tengan servicio de comida, pero al menos alguna vez tuvo que probar alguna.

Cuando llegamos al restaurante le pedí unas de Nutella y yo pedí lo mismo para mí.

—Bueno, no sé que esperas que haga una vez que las haya comido— dice Adam mirando un anillo que tenía en su mano y jugaba con este.

—Reconocer que no hay nada mejor que la Nutella— le espeto, él me mira de reojo y da un suspiro.

—Mientras no sea demasiado dulce, no es lo mío.

—Hmph, te gustará, ya verás.

—Quería darte esto— me entrega el anillo con el que jugaba.

—¿No deberías invitarme a una cita primero?— me mira confundido.

—¿Porque debo invitarte a una cita si te estoy dando algo que te pertenece?— miro el anillo, era muy lindo, pero parecía muy poco elaborado, era una especie de ramas entrelazada, como los anillos que veías en las películas con los que las personas con pocos recursos en la antigüedad les proponían matrimonio, pero a diferencia de los otros este tenía un brillo dorado.

Lo tomo en mis manos y lo observo por un momento. Siento una respiración en mi nuca y me estremezco.

—¿Estás bien?— me pregunta al verme— estás muy pálida.

—N-no es nada, es solo que...tengo mucha hambre— le miento.

—No le creas, ese anillo te matará, así ha matado a muchas— dice una voz a mi oído, Adam parece no escucharla y empieza a jugar con la sal aburrido.

—Pontelo, te quedará lindo— me dice, siento como me pongo más pálida, ¿qué pasaba si ella tenía razón?.

—No soy de joyas— le digo regresandole el anillo, lo toma y lo guarda en su pantalón.

La chica aladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora