Capítulo 2

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Narrador

—¿Quién está ahí?— dice la voz de un hombre cuyos ojos estaban cosidos sin dejar ver a su carcelero.

—Te veo algo viejo ¿qué te sucede...hermano?— esa voz lo hace estremecerse aún más.

—Lu-Lucifer— su voz era cortada y no podía mantenerse cuerdo mucho más tiempo— ¿qué me está sucediendo? ¿qué me has hecho?— Lucifer se pone de cunclillas quedando a la par de su hermano ciego.

—¿Sabías que las alas de los de primera generación son imposibles de arrancar?— Gabriel se ponía nervioso del camino por el que iba esa conversación— no importa si has asesinado a un planeta entero, tus alas seguirán ahí a menos que tú te las arranques...lo que pasa es que tus grandes alas de chismoso te ocasionan este dolor tan intenso que tienes— Gabriel sentía como la parte donde sus alas estaban ardían, él pensaba que era por otra cosa, no por eso— nuestro hermanito Cassiel ha perdido sus alas, pero por una ilusión muy buena que le hice, él mismo tomó sus alas y se las arrancó, Miguel fue víctima de esa ilusión también.

—¿Quieres que me quite las alas?— su voz se corta y una pequeña sonrisa aparece en su rostro.

—Que listo— lo premia como a un niño cuando aprueba un exámen— se verían muy lindas en la espalda de alguien más.

—Meredith— Lucifer chasquea la lengua divertido.

—Diana— Gabriel no se mueve— así es, la esposa....perdón ex-esposa de Melandiel, resulta que se hartó de tu descendencia y ahora es una fiel seguidora— Gabriel toma a su hermano en un salto y lo acerca a su mugriento rostro.

—Este juego te gusta ¿no? eres un maldito orgulloso, tienes un ego que nadie puede borrar, te crees mejor que nuestros hermanos, te crees mejor que nuestro Padre— Lucifer avienta a Gabriel y se levanta enojado— te molesta ¿no es cierto?, te molesta que él sea más poderoso que tú y todos le teman, pero no a tí, te sientes humillado siempre que lo mencionan— Lucifer aprieta sus puños— te molesta los juegos que te ha sometido, el que ella nunca será tuya, que nunca serás igual que Él, que tú asesinaste a la única que no te veía como una serpiente asquerosa— estaba temblando de rabia.

—¡¡Cállate!!— Lucifer estaba furioso, toma algo de aire y se tranquiliza— creo que es hora de arrancarte esa lengua de chismoso— saca la espada del plano dimensional. Ahora el pánico era mucho más grande. Gabriel temblaba de miedo.

—Lucifer no hagas tonterías— Gabriel se maldecía internamente por abrir la boca.

—¡Yo tal vez no sea el mayor! ¡tal vez no gané la Guerra Vieja! ¡pero a pesar se eso hay algo que siempre me hace sentir superior!— estaba a centímetros de él y sostenía su lengua con desdén— que me consideran tan peligroso que me ataron a este lugar para que no revele mi gran poder contra ustedes— Gabriel intenta hablar, pero no es fácil hablar cuando alguien sostiene su lengua, la corta con una mueca y algo de su sangre dorada salpica en su cara dejando a Gabriel gritar de dolor— así no volverás a insultarme— se levanta y deja su jaula, Gabriel se arrastra hasta el otro lado de la jaula y reza por alguno de sus hermanos.

El dolor era intenso... no podía con él.... Gabriel acerca sus manos a sus alas, tiembla más que un drogadicto.

Grace

Cuando Terence llegó me alegré de verlo sano y salvo, pero me sorprendió mucho su cambio.

Nos pusimos al tanto, Pau nos contó de su escuela y de todo lo que le había pasado.

—Espero que no les moleste que haya traído a una amiga— una chica que tenía el cabello café sobre sus hombros, además de unos ojos del mismo color que brillaban con la poca luz que daban los focos que colgaban del techo en esa noche tan oscura y fría.

Traía un saco enorme, una bufanda que hacía contraste con la de Pau, unas botas que le llegaban a las rodillas y unos pantalones que le daban el calor necesario en Maine.

Su tez morena le daba un resalte a la ropa que llevaba, se sienta a un lado de Pau y saluda con la mano a ambas chicas.

—Hola soy Mafer— Terence la saluda también con la mano y Grace la mira de abajo hacia arriba.

—Ellos son Terence y Grace— señala a cada uno cuando dice sus nombres.

—Es un gusto— ambos la miran y luego se miran entre sí.

Adam

Cómo detestaba a esas criaturas, al menos acabé con él rápido. Las quemaduras se hacen más dolorosas.

Año Nuevo está cerca... sinceramente no celebraba Navidad, normalmente estoy en el infierno en esos tiempos y es mucho peor.

Los demonios pierden poder en esas fechas, pero las recuperaban en Año Nuevo, el día con más indicios de muertes.

Sé que debo volver a ColdWater, pero no quiero enfrentarme a ella... le tenía mucho miedo... ella no es como Clary, ni como Kayla... me advirtió mi Ama y ahora estoy sufriendo las consecuencias.

Suspiro y mi aliento se congela, Noruega era mi hogar... pero lo sentía tan.... lejano, había perdido todo aquí.

Todavía tenía la conexión con mi tierra natal, pero no tengo familia, ni clan de cazadores.

Una vez que ven mis serpientes saben quién soy y me renegan... además de que no importa si las escondo no puedo esconder la marca de esclavo.

Debía aceptar que estaba solo... solo... esa palabra es muy fuerte, pero es la verdad.

Mi hermana.... mi madre... ella... tiendo a alejarlos... y... siempre me pasa lo mismo.

Es como el primer siglo en el Infierno, iluso y sin experiencia.

Pero ¿que era la experiencia que había tomado?, solo he aprendido a alejar a todos y es un hecho que solo me tengo a mí mismo.

—¿Porqué esa cara larga? ¡ya casi es Navidad!— miro detrás para encontrarme con Miedo, su cabello era de un tono algo negro, pero parecía que tenía colores diferentes con cada minuto, sus ojos eran grises y se reflejaba mi peor pesadilla, pero ella al parpadear desaparece. Tenía mi edad... o eso intebaba aparentar, ya que era igual de vieja que la Guerra Vieja.

—Tú sabes que no la celebro.

—Ni yo... los ángeles se ponen insufribles, pero igual te traje un regalo— chasquea los dedos y una caja pequeña negra y con un listón rojo aparece en mis manos.

—¿Qué es?.

—Digamos que es lo que estabas buscando desde hace mucho— mis manos tiemblan y una gota de sudor aparece en mi frente, la siento— pero no la abras hasta Navidad... ya sabes que es.

—De acuerdo, supongo que tengo que regalarte algo también ¿qué quieres?— conozco a Miedo desde mucho tiempo, nunca hace nada sin que reciba algo a cambio.

—Oh~ que considerado eres Adam... quiero una oportunidad, ya sabes que me llamas mucho la atención.

—Mientes— digo con una sonrisa de lado— solo te interesa como superé las torturas ¿no es así?— se sonroja, pero luego empieza a reír como una loca.

—¡Genial! ¡simplemente genial!— sus palabras eran más lejanas mientras me alejaba de ella— ¿¡Adónde vas!? ¡No, no te vayas! ¡quiero más! ¡más, más! ¡Adam!.... ¡serás de mi colección! ¡lo serás! ¡todo.... todo mío!— esa chica es tan patética, se deja llevar por la curiosidad y es una loca por la violencia y le gustan los retos. Yo no caeré en sus trampas, yo no soy un inútil mortal que caería ante sus juegos.

—Adiós Miedo.

—¡¡A~dam~!!

La chica aladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora