Capítulo 24

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Abdiel

Estaba sentado frente a una de las hermanas que llevaban el lugar, iba vestida como una monja convencional y tenía una edad que iba entre 25 a los 50 años... déjenme explicar.

La mujer cambia de edad a cada segundo, quisiera preguntarle, pero sus ojos cambian de igual manera y eso hizo que pusiera una cara de asco o susto, eso creo porque me explicó sin siquiera formular la pregunta.

—Soy una cambiante de formas, este lugar inhibe los poderes, en mi caso solo los altera al hecho de que mi apariencia cambia todo el tiempo. Abdiel, debes tener muchas preguntas, pero no estamos aquí para contestarlas estamos para proteger a los niños y quien sea que te haya dejado aquí cree que necesitas protección así que la tendrás... pero con ciertas reglas— levanté la ceja incrédulo, ni siquiera quería estar ahí quería a mi mamá de vuelta— los chicos que te salvaron se llaman Meredith Du Luac y Matthew Losnedhal, creo que reconoces el primer nombre.

Mordí el interior de mi boca y apreté mis manos a la silla.

—Abdiel, este lugar alberga nombres conocidos y si intentas cobrar venganza con ellos a esta edad quiero que sepas que serás expulsado y no es una buena época para estar. Soy la Madre Superiora, si necesitas algo más estaré siempre aquí.

—Sí, en realidad si necesito algo más...

—Dime.

—Si quiero contactar a alguien...

—No puedes. Pondrías en peligro a todos los niños y no vales todas sus vidas, Abdiel. Retírate.

Vaya que aquí se creen lo máximo. ¿Qué no valgo las vidas? Soy el anticristo y si quiero puedo matar a un ángel.

Al salir hay un par de niño en el pasillos sentados y los pude reconocer. Meredith y Matthew estaban frente a mí y me miraron.

—¿Cómo va tu herida?— yo conozco a la actual Meredith y puedo testificar que es una verdadera... no es alguien con quien compartiría habitación... o edificio... o ciudad así que esta niña no me va a tomar por sorpresa.

—Bastante bien, tengo regeneración así que...

—¡Genial! No muchos la tienen, además de los hijos de Fear y Mer— interrumpe Matthew que vestía igual que muchos de los niños que veía.

Contaba de un overol coro y de tirantes de color café canela. Usa una playera blanca y encima tenía un suéter del mismo color que el overol, pero con la diferencia de que tenía detalles de rombos de diferentes colores cosido.

Meredith tenía una falda hasta la rodilla del mismo color canela que el de Matthew. Tenía una playera blanca, pero encima un chaleco del mismo color que la falda y su suéter que era idéntico al del chico.

—¿Abdiel Miller?— escuché a otra de las hermanas hablándome, no me voy a detener a explicarla porque es tan insignificante que no merece mi atención.

—¿Si?.

—Te llevaré a tu habitación, sígueme— me guió por pasillos que eran idénticos a los demás, mi sentido de la orientación no era el mejor y ahora que me movían por lugares exactamente iguales me sentía como en una ratonera y yo era el alimento del ratón.

Llegamos a una habitación con el número 473, la puerta era de madera y el número de metal, el picaporte era de color dorado y la hermana sacó una llave y abrió la puerta. Vi a otros dos niños en la habitación que tendrían unos 13 o 15 años.

—Haruka, William— dijo a los dos chicos— ¿qué hacen aquí? Deberían estar desayunando con los demás— creo que la hermana estaba siendo buena persona e ignoraba el olor a cigarrillo que había en el cuarto o simplemente era una persona que no podía percibir olores.

—Ya desayunamos— respondió el chico de rasgos asiáticos y cabello negro.

—Bueno, ¿podrían ayudar a Abdiel que es nuevo para instalarse?— Will me miró con una ceja alzada y la hermana salió de la habitación.

Haruka tenía el cabello negro y pegado a su rostro como si se acabase de peinar y sus ojos rasgados ocultaban unas perlas de color negro. Si Haruka era de un solo color en todos sus rasgos Will era un completo e idiota rubio. Obviamente tenía el cabello largo, pero no lo suficiente porque seguramente pensaba que si se lo dejara sería "una nena". Sus ojos eran verdes y me miraban de arriba abajo. La complexión de ambos eran igual de delgadas, esos chicos eran tan delgados que sus brazos parecían fideos y su uniforme les quedaba holgado.

—Casi nos atrapan.

—Relájate Haruka— dijo Will tomando el cigarrillo de nuevo y empezando a fumar sin remordimientos— la hermana Celaena es muy suceptible a mis encantos.

—Pero tú no tienes magia en si.

—Yo no me refería a mi magia— Will sigue fumando y le pasa el cigarrillo a Haruka— ¿cómo te llamabas?— dijo refiriéndose a mí.

—Abdiel.

—Abdiel, él es Haruka y es un cobarde— el chico tosió y Will tomó el cigarrillo salvandonos de un incendio.

—Soy Haruka Yosemite, mucho gusto— dice aclarando su garganta— y él es William Davis. Tenemos otros dos compañeros que son Pain y Panic— el chico señala una de las camas individuales.

—Aquí hay seis camas— comenté y Will rodó los ojos.

—¡Vaya que suerte!, el niño sabe matemáticas ahora ya sabemos cuantas camas hay— Haruka golpeó con su codo a Will y me sonrió.

—Pues sí, cada habitación tiene seis camas y un baño. Antes habían unos gemelos aquí, pero se fueron. Ven, te llevaré a que desayunes— Haruka se levantó de la cama y me tomó de la mano para sacarme de la habitación.

—Oye torpe— dice Will apagando su cigarrillo en las paredes y Haruka lo mira— si llegas tarde a la clase de historia te mataré— ambos salimos de la habitación y me adentró de nuevo a esos pasillos de la locura.

La chica aladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora