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Asia:

Cada día lo pasábamos felices sabiendo la cruel verdad de lo que en cualquier momento sucedería. Hace cuatro semanas que me encuentro en el hospital, Daniela fue encarcelada y Rupert esta moviendo todo lo que puede para que la condenen de por vida. Todos vienen seguido a vístanme e incluso a ponerme al tanto de todas las cosas que suceden afuera, como por ejemplo la noticia divulgada por todos los medios y las cámaras rodeando al hospital.

Me encontraba con Maggie y Óscar quienes bromeaban respecto a cómo nombrarían una segunda empresa que había creado, yo simplemente los escuchaba ya que me encontraba algo desanimada y con ciertas nauseas que no me hacían reír lo suficiente. El doctor no ha querido decir nada y según entiendo ni siquiera a Rupert ya que no me ha mencionado nada por el estilo.

- entonces que opinas Osaggie?- pregunto Óscar sonriente, Maggie le dio un suve golpe en su mejilla degando.

- es muy bueno- indique asintiendo, Óscar sonrió con agradecimiento mientras Maggie me fulminaba -hay que admitirlo Maggie, es bueno- indique mientras abría el chocolate que tanto deseaba comer.

- ay mujer!! Estás perdiendo el gusto bueno- indicó ella quejándose, abrí mi boca indignada y Óscar me abrazo.

- déjala, ya no nos quiere- indicó fingiendo llorar, sonreí e hice el ademán de limpiar mis lagrimas, Maggie resopló.

- enserio que son inmaduros- indicó mientras volvía a su posición inicial.

Así pasamos casi media tarde hasta que les dije que fueran a descansar ya que al igual que yo también necesitaban hacer sus cosas incluso. Ambos se fueron no tan convencidos mientras que yo me quedaba sola en la habitación, según había dicho Rupert llegaría en media hora gracias al tráfico así que no me preocupe.

Por cualquier cosa tome el botón que tenía que presionar para llamar a las enfermeras y así expresarles lo que deseaba, afortunadamente no lo necesite ya que las nauseas se calmaron y la hambre desapareció. Cuando me di cuenta me encontraba muy cómoda acariciando mi vientre.

Solté varias lagrimas mientras imaginaba cómo pudiese ser mi bebé quizá chiquito o quizá regordete con sus mejillas adictivas, quizá de tez blanca como la mía, quizá con mis ojos azules o con los ojos avellanados de Rupert, con el cabello castaño como el de su papá o quizá con el carácter de su.. No con el carácter de Rupert mejor si no, sonreí ante mi pensamiento.

- hay pequeñito, enserio me gustaría que fueras fuerte, no nos dejes amor, vive que te esperamos con tantas ansias- murmuré soltando otras cuantas lagrimas -se fuerte, yo estoy segura que saldremos de esto juntos, sé que no me fallaras porque tienes la misma fuera que tu papi y por eso sé que serás fuerte- murmuré acariciando mi vientre.

- como está mi mujer?- pregunto Rupert entrando a la habitación, limpie mis lagrimas y le sonreí abrazándolo -como han estado?- pregunto colocando su mano sobre mi vientre.

- muy bien, aunque los antojos no paran- hice un puchero, sonrió y dejó un beso en mis labios.

- segura que no tienes antojo...- se mordió el labio -de otra cosa?- pregunto con su sonrisa pervertida, achique mis ojos y negué divertida.

- eres increíble Rupert- indique negando y haciendo espacio para que se acostara junto a mí y así mismo lo hizo; mientras acariciaba mi cabeza yo acariciaba mi vientre, ambos perdidos en nuestros pensamientos y con la mirada fija hacia la pared.

- los amo- soltó de repente, pero eso mismo fue suficiente para que me sacara una sonrisa bastante sincera por primera vez en el día, le di un corto y suave beso para luego volver a acomodarme en su regazo, sabía que lo superaríamos juntos...

Señorita Consentida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora