Capítulo 93 (Maratón 4/5)

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Tomó fotos de Ana Lucía, quién aún seguía completamente dormida por la fórmula tan fuerte que había inhalado.

Escuchó una notificación de su teléfono, sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas y cómo la sangre le hervía cuándo leyó aquel mensaje de texto.

Es preciosa, digna hija de su padre... Tenía algún tiempo que no la veía, pero la verdad es que... Se ha puesto mucho más linda. La ves así, pero no te preocupes... No está muerta, solo está dormidita. Ahora si nada ni nadie nos va a separar, de eso me encargo yo.

Gabriel.

El llanto desgarrador de una madre, la desesperación y dolor de un padre, el sufrimiento de un novio y el dolor de una familia. Poncho caminó hasta la habitación de Ana Lucía y abrió un cajón en donde guardaba cartas, notas y papeles importantes y encontró algo muy peculiar... Una carta que había escrito Anahí hace diecisiete años, la abrió con cuidado y empezó a leerla.

Desde que supe que estaba embarazada tuve un sentimiento especial por una pequeña personita que crecía dentro de mí, recuerdo como acariciaba mi panza esperando conocer a la personita que me cambiaría la vida, lo único que me importaba es que llegara saludable mi pequeña princesa. Cuándo te tuve entre mis brazos y te pusieron en mi pecho sonreí y una mezcla de emociones me recorrieron, desde entonces somos cómplices en esta aventura llamada "vida". El amor que siento por ti y por tú papá va más allá de mí. Cada paso que doy lo hago pensando en su futuro, cada cosa que vivo la vivo por ustedes. Hija, eres el motor de mi vida, eres la prueba de que cualquier problema tiene solución viendo esa sonrisota tan bonita que tienes, eres amor puro y sincero. Eres una parte de mí, una creación única. Eres un ser, que sin lugar a dudas... Es mi amor infinito. Simplemente es real, es el verdadero amor, es el que me mueve, me alienta, me motiva, me hace mejor persona... Me hace completamente felíz... Esta oportunidad que me dio Dios es el mejor regalo que he recibido. Espero que cuándo crezcas y leas esta carta puedas perdonarme por no ser la mejor mamá del mundo, la que tú mereces, pero quiero que sepas que si tienes a una mamá que te ama y que te va a amar con todo su corazón, para toda la vida. Te amo mi lucesita.

Att; Mami.

Una lágrima rodó por su mejilla sin darse cuenta, habían pasado tantas cosas juntos. Y ahora su niña estaba en manos de ese criminal, de ese enfermo, que podía hacerle cualquier daño porque la tenía completamente a su disposición, pero aunque no lo quisiera... Él... Él si era su papá.

Despertó en una casa bastante bonita, pero estaba muy asustada para notar eso. Estaba aturdida, aún le costaba abrir bien los ojos, estaba completamente abrumada.

Ana: Dónde... Dónde estoy?

Gabriel: Ya despertaste mijita', estás en mi casa, ya sé que no es una mansionsota como dónde vivías, pero, pues se defiende... Está mucho mejor que el lugar donde nos vimos la última vez.

Ana: Quiero hablar con mi mamá.

Gabriel: Eso no se va a poder.

Ana: Dígale que estoy bien.

Gabriel: Más adelante veremos que hacemos... Por ahora, recoge las cosas que te compre... A ver si te gustan... Ahí te dejé una maleta... Nos vamos de viaje.

Ana: ¿Viaje? ¿A dónde?

Gabriel: Nos vamos a la ciudad de Hermosillo, en Sonora.

Ana: ¿Porqué?

Gabriel: Porque aquí nos pueden encontrar fácilmente, y allá tengo una casa mucho mejor que esta, y vas a encontrar a una persona que conoces muy bien.

Ana: ¿Alguién de mi familia?

Gabriel: No...

Ana: Por favor hablele a mis padres.

Gabriel: Ese tipo no es tú papá.

Ana: Háblele a mi mamá, entonces... Por favor, no la tiene que estar pasando nada bien.

Gabriel: Está bien...

Ana: ¿Cómo planea sacarme del D.F?

Gabriel: No tengo porque decirte todo...

Ana: ¿Dónde está mi teléfono?

Gabriel: Bien escondido... Por si acaso se te ocurre hacer alguna locura. Todas tus cosas están bien guardaditas... Cuándo estemos en Sonora, te voy a cambiar el numero de tú celular y voy a eliminar tus contactos. No vas a tener comunicación... Ahí te lo voy a devolver.

Ana: ¿Va a llamar a mi mamá, si o no?

Gabriel: Ya voy...

Tomó su teléfono y marcó un número, que le contestó de inmediato y escucho como le gritaban enseguida.

Any: !¿DONDE CARAJOS TIENES A MI HIJA!?

Gabriel: Tranquila fiera, para que veas que soy bueno... Voy a dejar que hables con ella.

Le puso el teléfono a Ana Lucía en la oreja ya que cómo tenía las manos amarradas no podía agarrar nada.

Ana: Mamita...

Any: Mi vida! ¿¡ Como estás!? ¿¡Estás bien!?

Ana: Sí mami, no te preocupes... Tranquila... Todo va a estar bien... Dile a mi papá y a Alejandro que estén tranquilos, que estoy bien. Cuida mucho a mis hermanitos, te amo.

Sin que su madre pudiera pronunciar palabra alguna, el tomó el teléfono y lo cerró.

Gabriel: Mira que bueno soy... Dejé que hablaras con tú mamita...

Escuchó un sonido de quejido y vió a Ana Lucía con lágrimas en los ojos.

Gabriel: ¿Qué pasa?

Ana Lucía: Esto... Me está lastimando.

Vió las manos de Ana Lucía y estaban marcadas por la cuerda con la que las tenía amarradas, y sus muñecas estaban rojas... De inmediato fue a quitársela y cuándo se las quitó, vió como ella trataba de movilizar sus manos y se quedó mirándola por unos minutos...

Ana: ¿Porque me mira así?

Gabriel: Es que te haz puesto... Muy bonita. (Dijo dándole un beso en la mejilla)

Un amor indestructible (Ponny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora