Capítulo 97

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Leonardo: Aunque aún sigo sin entender porque querría una prueba de paternidad... ¿Acaso no está seguro de que la niña sea su hija?

Gabriel: No lo sé, Leonardo... Esa chamaca es muy bonita...

Leonardo: Entonces duda que sea su hija por lo bonita que es... Se está ofendiendo a usted mismo.

Gabriel: No es eso... Es que cuándo hice lo que hice, Anahí ya estaba con ese tipo... Pudieron haberla hecho antes... Después... Pude haber sido yo... Lo único que sé es que esa chamaca es muy linda... Y tiene algo que me recuerda a el... No sé que sea... Así que prefiero salir de dudas.

Leonardo: Bueno pues en ese caso aquí está... (Dijo extendiendole un sobre)

Gabriel: Esa chamaca tiene que ser mi hija... Sí o sí...

Leonardo: Mejor salga de dudas...

Abrió aquel sobre lentamente, despacio y con cuidado, sacó el papel que había dentro de este, y con cuidado la desdobló, seguro del resultado...

Un resultado, habría cambiado su vida para siempre. Un ADN había roto toda su esperanza, la rabia y el enojo, lo recorrieron en partes iguales, incluso sintió aquellos deseos de llorar que no sentía desde hacía tantos años, había creído una mentira. La impotencia que sintió era completamente inexplicable, con rabia tiró todas las cosas que habían en esa pequeña oficina, mientras su viejo empleado y amigo lo observaba entre preocupado y asustado. Un enorme sentimiento de frustración lo tenía al borde de las lágrimas.

Leonardo: ¿Está bien? (Dijo algo asustado)

Gabriel: ¡No! ¡NO ESTOY BIEN! ¡DÉJAME SOLO!

En otra parte de México...

Revisaba su teléfono mientras se mensajeaba con Christopher, uno de sus mejores amigos y el esposo de su cuñada, él tampoco podía dormir, el tema de Ana Lucía tenía a toda la familia muy inquieta, y él mucho menos podía dormir... Sintió cómo su esposa se movía, y de inmediato decidió intervenir.

Poncho: ¿Qué pasa? ¿No puedes dormir?

Any: No... Sabés que no voy a poder pegar el ojo en toda la noche.

Voltearon y al frente de ellos se encontraba la figura de Valentina, quién yacía parada sobre su cuna, aún no caminaba totalmente bien, pero si podía levantarse solita, hacía un tiempo habían decidido poner la cunita en el cuarto de la bebé, pero se despertaba toda la noche, así que decidieron dejarla en su habitación unos meses más, tenía sus manitos agarrando los barandales de la cunita, y ambos sonrieron nostálgicos cuándo vieron que su bebé se soltó de los barandales y extendió sus bracitos pidiendo que la cargaran, se sonrieron orgullosos, estaba creciendo muy rápido. Any se levantó para cargar a su bebita y se detuvo frente a la cuna cuándo escuchó la palabra que salió de sus labios...

Val: Ma... Má

La cargó entre sus brazos abrazandola protectoramente, mientras las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, miró a su esposo quién le sonrió débilmente.

En otra parte de México...

Gabriel: ¡LEONARDO!

Leonardo: ¿Qué pasa señor? (Dijo entrando rápidamente)

Gabriel: Necesito que desaparezcas esto... Nadie se puede enterar que estos resultados dieron negativos, saca una copia y guárdala en la caja fuerte... Por si acaso la necesitamos... Destruye la original, quemala, y amenaza al doctorcito... Nadie puede saber que me hice una prueba de paternidad, eso pondría en duda muchas cosas, recojan sus cosas, salimos ya mismo para Sonora.

Leonardo: La chamaca sigue dormida,  el cloroformo es muy fuerte, lo inhalo por mucho tiempo... No quería dejarse dormir y pues...

Gabriel: ¡¿Qué le hiciste!? ¡¿La tocaste!?

Leonardo: No de esa forma... ¿Cómo se le ocurre?

Gabriel: Más te vale que no la toques...  Y si alguién de la hacienda en Sonora se atreve siquiera a mirarla... Lo mato.

Leonardo: ¿Porqué tanta protección? No ve que esa niña no es virgen...

Gabriel: ¿Y tú cómo lo sabés?

Leonardo: Yo sé cuándo una niña deja de ser niña... Y esa... No tiene ni un pelo de vírgen.

Gabriel: Ya deja de decir babosadas y haz lo que te digo... Recoge sus cosas en lo que despierta y no le toques ni un solo pelo... Si me llegó a enterar que alguién le puso un dedo encima a mi hija lo mato con mis propias manos.

Leonardo: Señor, no es su...

Gabriel: (lo interrumpe) ¡Cállate! ¡No digas babosadas y haz lo que te digo!

Leonardo salió y de inmediato sonó su teléfono, trató de relajarse sintiendo cómo todo su cuerpo temblaba.

Gabriel: ¿Qué pasa Verónica? Estoy ocupado.

Verónica: ¿Ocupado en qué?

Gabriel: Tengo que recoger mis cosas, ya vamos saliendo para allá.

Verónica: ¿A esta hora? Son las tres de la mañana, ¿Te volviste loco? ¿No vas a esperarte hasta que amanezca?

Gabriel: No. Tengo que salir de México con mi hija lo antes posible, este sitio ya no es seguro, ya no podemos seguir aquí.

Verónica: Entonces los espero aquí... Ven rápido. Ana Lucía debe estar muy asustada y tal vez cuándo me vea a mí va a sentirse un poquito más segura.

Gabriel: Ya vamos para allá. (Dijo antes de colgar.)

Despertó de nuevo, con las manos amarradas, aturdida, confundida y con muchísimo miedo. No recordaba mucho, lo mismo que ya había sentido dos veces ese día... Ese maldito olor, un mareo, y luego caía inconsciente.

Ana: ¿Qué pasa?

Leonardo: Nos vamos de aquí, nos vamos a Sonora, ahora mismo.

Ana: Yo quiero irme a mi casa...

Leonardo: Eso no se va a poder, y si te pones necia va a haber que dormirte de nuevo para que te calles... Y no creo que ese cuerpo aguante tanto... En la última foto que tú papá me mostró de ti aún eras una niña... Pero no sabía que te habías puesto tan buena.

Ana Lucía lo observó con miedo, y mientras las lágrimas salían a borbotones de sus ojos, no podía olvidar el rostro de su novio, aquel hombre que le robaba el sueño hace tantos años.

Mansión Herrera/Puente...

Miró su reloj, eran las cinco de la mañana, hacía media hora había conciliado el sueño, y la observó triste, estaba abrazada a Valentina, sus ojos estaban hinchados a causa del llanto y su rostro estaba completamente demacrado... Fue hacia su despacho, y se sentó mientras se tomaba una taza de té, ese que tanto le gustaba a su princesa.

Flashback...

Llegó al apartamento que compartía con su hija, y su novia, y sonrió cuándo las encontró sobre aquella cama donde había compartido tantas noches de pasión con aquella mujer que tanto amaba, su pequeña estaba recostada sobre el vientre ya bastante abultado de 7 meses de su madre.

Poncho: Cuidado que lastimas a mami, princesita. (Dijo mirandolas com ternura y sonriendo)

Ambas le devolvieron la sonrisa, mientras Any acariciaba el cabello de Ana Lucía.

Any: Estoy bien, no pasa nada.

Besó a su novia dulcemente y cargó a su pequeña en sus brazos, mientras acariciaba el vientre de su mujer...

Poncho: Mañana voy a salir más temprano del trabajo... No me voy a perder esa ecografía por nada del mundo...

Any: Es un niño... Estoy segura.

Poncho: ¿Instinto maternal?

Any asintió y Poncho se acercó nuevamente a besarla, mientras su hija se tapaba los ojos, riendo.

De vuelta a la realidad...

Poncho: ¿Dónde está mi princesa? (Dijo al borde de las lágrimas)

Un amor indestructible (Ponny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora