Me llamo Lucía.

El mejor recuerdo. (92)

Lucía.

  -Dani, te he echado de menos pero...- comienzo a decir pero me interrumpe.

    -¿Pero qué? Te fuiste sin avisar, Lucía, joder- suspira frustrado- Y ahora me dirás que no quieres nada ahora, me meterás alguna excusa barata y, sin más, te olvidarás de mí.

    -Si no me dejas terminar y ya estás peleando, al matrimonio no llegamos sin que yo te haya matado antes- bromeo- Dani, sólo te pido que aguantes tres años sin mí, mi hermano ya se ha enterado de lo que pasa aquí y le pedí que no se inmiscuyese pero, en vez de eso está buscando para mandarme a Los Ángeles.

    -¿Te vas otra vez? Buah, no me lo puedo creer- suelta una carcajada irónica- ¿Qué mierdas he hecho yo para merecer que todo en esta puta vida me vaya mal?

    -Dani, cálmate- digo acariciando su mejilla con mi mano derecha- Te quiero, ¿vale? No te voy a dejar de querer ni te voy a olvidar por nada del mundo, ¿entiendes?

    Me coge la cara y me besa, es un beso ansioso, tierno, apasionado y lleno, llenísimo de amor.

    Lo cojo de la camiseta y lo empujo dentro del baño.

    -No me violes, por favor- bromea.

    -Calla, torpe- digo divertida y cierro la puerta con pestillo.

    Me subo al lavabo y tiro de sus hombros atrayéndolo hasta mí y le beso de nuevo, el me abre las piernas y se sitúa entre estas para quedar más pegado a mí.

    Le desabrocho el pantalón y me deja de besar para mirarme alzando una ceja.

    -¿Qué? Tengo necesidades, yo no follo con más personas- mascullo con retintín.

    -Yo desde la última vez que lo hicimos no lo he hecho con nadie.

    -Pero te habrás matado a gayolas, yo no.

    -¿De verdad estamos discutiendo a ver quién está más necesitado y no nos quitamos la necesidad?- cuestiona irónicamente.

    Vuelvo a besarlo y bajo sus pantalones y sus calzoncillos lo suficiente para que su miembro erecto salga al descubierto.

    Él saca un condón de su cartera, lo abre y se lo pone, a continuación sube mi falda y me coge del culo emujándome hasta el borde del lavabo.

    Me quita el tanga suavemente y va introduciendo su miembro en mí lentamente.

    Hundo mi cabeza en su pecho y meto mis manos dentro de su camiseta para acariciar y arañar su espalda y, sobre todo, para evitar gemir.

    Dani no para de susurrarme al oído cuánto me quiere y, es que, joder, da igual el sitio, la magia la ponemos nosotros.

    Cuando terminamos, sale de mí, tira el condón y se sube sus pantalones y sus boxers.

    Me dispongo a coger mi tanga que está en su mano, pero lo aparta y niega con la cabeza.

    -Este es el mejor recuerdo que me puedes dejar- dice con una gran sonrisa.

    -Me quedan tres horas de clase, soy torpe y me puedo caer, ¿pretendes que vaya sin tanga?

    -Escápate conmigo, lo pasarás muy bien- susurra en mi oído y mete dos de sus dedos en mí, haciendo que dé un pequeño salto.

    -Dani, por Dios, estate quieto- digo con la respiración entrecortada.

    -¿De verdad quieres que me esté quieto?- cuestiona sacando y metiendo rápidamente sus dedos en mí.

    -Me... Me rindo... Sigue...- murmuro y vuelvo a hundir mi cabeza en su pecho para no gemir.

    Llego al orgasmo y saca sus dedos de mí, se lava las manos, me baja del lavabo y me coloca bien la falda.

    -Te quiero- dice y me abraza.

    -Yo más y no me discutas, que la tenemos-  bromeo y le correspondo el abrazo.

    Suena el timbre y tras un pequeño forcejeo verbal, accede a irse y dejarme aquí.

    Voy ha echarlo tanto de menos, pero vamos, ¡qué gustazo de despedida!