Mi sumiso. (35)

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Lucía.

    Cómo ha podido hacerme esto?

    La caga por momentos.

    Lo peor es que de cara al público tiene que parecer que tenemos una bonita relación.

    Porque claro, se liaría la de Dios en la prensa rosa.

    Creo que voy a llamar a Dani, tengo muchas dudas.

    Allá voy.

    Un pitido.

    Dos pitidos.

    —Lucía? Qué tal?— se escucha al otro lado de la línea.

    —Respirando— respondo sarcástica— bueno, tengo que preguntarte un par de cositas.

    Hace un sonido de aprobación.

    —Suéltalo— carcajea.

    —No lo puedo ya retener— canturreo.

    —Tonta.

    —Te encanto— suelto en tono ególatra— bueno, cuánto tengo que esperar para poder dejarlo con Jesús?

    —No te entiendo— dice dudoso.

    —Ya sabes, los medios de comunicación, las niñas— hago una pausa— cuanto tiempo tenemos que fingir para que no se vuelva todo el mundo loco.

    —Por eso mismo, no me gusta hacer las relaciones públicas— ríe.

    —Más bien, porque todo el mundo le tiene mucho asco a Mar— debato y ésta vez soy yo la que ríe.

    —Puede ser, pero, nadie le tiene tanto asco como tú.

    —No lo niego.

    —Pero, lo tuyo son celos— ríe— como es mi rollito.

    —Dani, estamos en invierno, los rollitos para primavera— vacilo.

    —Qué mala que eres— carcajea.

    —Ahora enserio, cuánto tiempo tendrá que pasar más o menos?

    —Seis meses, para que parezca que lo lleváis bien.

    —Dios— espeto sorprendida— pues ve diciéndole a tu hermanito, que no puede ir follando por ahí, que los rumores vuelan— advierto.

    —Tú tampoco puedes, no lo olvides— recalca lo último.

    —Y con quién se supone que iba a follar yo?

    —Jesús me ha contado lo de tú amiguito con pelos y señales— contesta obvio.

    —Dile que es un bocas de mierda— protesto.

    —Vale, un momento— oigo una puerta abrirse, pasos y luego, otra— Jesús eres un bocas de mierda— ríe— ya se lo he dicho.

    —Así, me gusta, Dan, buen chico.

    —Ahora qué soy? Tu sumiso?

    —No— suelto una sonora carcajada— mi perro— hago una pausa— pero vamos, que si te hace ilusión ser mi sumiso, allá tú.

    —Oh, ama— bromea.

    —Dan, sexy boy, cómo aguantas vivo?— pregunto.

    —A ver, soy feo, pero no para tanto.

    —No me refiero a eso.

    —Entonces? A qué te refieres?

    —Con Mar y Jesús, todo el día— alargo la o en la palabra todo.

    —Con Mar, ya no— hace una pausa— y Jesús, bueno es retrasado y eso, pero lo quiero— grita, supongo que para que el ya nombrado, lo oiga.

    —Mar y tu ya no estáis juntos?

    —No.

    —Pero si acabas de decir que es tu rollito y yo he hecho el chiste culinario del día.

    —Era para saber la reacción— suelta divertido— pero, en el fondo, me ha encantado el chiste.

    A mí me encantas tú.

    —A mí me encantas tú— dice una voz burlona de fondo.

    —No jodas que lo he dicho en voz alta?— pregunto.

    —Sí— ríe— y tú, Jesús, cierra el pico— espeta Dani— Lusús is not real, bitch.

    Se escucha un golpe contra el móvil.

    Es un golpe sordo, como de una almohada o algo así.

    —Daniel, estás bien? Ha pasado algo?

    —Que Jesús es un celoso— suelta riéndose y se escucha otro golpe, diferente, como de una mano— me vas a dejar vivir?

    —Dile a Jesús qué cuándo lo vamos a dejar? Necesito saberlo, necesito libertad sexual.

    —Para qué quieres tú libertad sexual?

    —Para follarme a mi sumiso— sentencio.

    —Pongo el manos libres y se lo dices— hace una pausa— venga.

    —Cuándo lo vamos a dejar? Necesito libertad sexual.

    Se forma un silencio incómodo.

    Si está celoso, lo último que le tienes que decir es eso.

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora